viernes, 20 de diciembre de 2013

Leer en defensa propia.

Este 20 de diciembre he publicado en La Voz de Almería porque creo que hay cosas que debemos recordar.

LEER EN DEFENSA PROPIA 

No sabemos apenas nada de los demás, ni de sus sueños, miedos y renuncias, y con ese agujero de conocimiento pretendemos tejer esto que llamamos sociedad. Convivir es vivir con el otro, ese desconocido; y construir algo con el otro es encontrar lo común, hacer por conocerlo para conocernos a nosotros mismos. Cultivar lo común es la base de la comunidad. Porque resulta que no es lo mismo vivir juntos que vivir en común. Lo primero es la agregación de uno más uno hasta el límite que alguien imponga, lo segundo es la suma de todos. Es sencillo: para conocer al otro hay que mirarse dentro, y para conocerse a uno mismo hay que mirar el interior del otro. Ya. Pero nos hacen vivir en la separación: el individualismo y su dios ombligo dominan el tejido social. Esa construcción viene de fuera, impuesta, es una estructura colosal a la que le interesa que nos desconozcamos, que creamos que los sueños y los miedos que ellos crean para nosotros son realmente nuestros. Nos inoculan el deseo y la ansiedad por tener o por aparentar. El consumismo y su mascarada: eres lo que tienes, eres lo que aparentas. Tal cual.
            Frente a esa soledad que nos deja a la intemperie de los objetos y los usos también tenemos herramientas de resistencia, tildadas (por la misma maquinaria que nos confunde) como inútiles, por improductivas, o desactivadas como meros objetos de consumo o fetiches superficiales. Tenemos los libros y tenemos el arte, tenemos las ciencias sociales y tenemos la filosofía. Libros y miradas, no como algo que se vende y que se posee sino como la trama que nos muestra al otro, que nos conecta con nosotros. Las ciencias y los ojos de los otros que miran y descifran lo que somos y lo que podemos ser, más allá del pensamiento monocorde de la máquina y el mercado; la filosofía que nos obliga a someternos a las preguntas precisas, el arte que hace visible la transparencia que también somos. Todo eso nos salva, todo eso nos teje en común, crea comunidad. Y por eso lo devalúan constantemente. Porque una comunidad tiende a defenderse, y nos prefieren sumisos y solos, entretenidos y anestesiados, de espaldas al otro, desconociéndonos, anhelando tener y aparentar, temiendo perder lo que en realidad no necesitamos, justo aquello que nos hace más vulnerables y pobres. Frente a eso los libros, el arte, pensar en el otro. Comunicarnos. Crecer hacia el otro a través de uno, como un acto de legítima defensa. 



lunes, 25 de noviembre de 2013

Aleaciones, un video clip de Máquina Líquida.

Máquina Líquida, el proyecto poético-musical de Rubén Martín realizó un collage con fragmentos de mi libro Ruido Blanco para uno de sus temas, Aleaciones, que recientemente ha estrenado este inquietante vídeo clip.

domingo, 17 de noviembre de 2013

El Amnios Natal.

A estas alturas no puedo ocultar mi devoción por Alan Moore y por eso no puedo más que celebrar y compartir aquí el entusiasmo y la estupefacción que me acaba de generar la lectura de El Amnios Natal. Un proyecto extraño, brutalmente personal, que parte de un texto entre místico y autobiográfico que Moore escribió, y representó en escena, en 1995; y que acabó convirtiéndose en cómic de la mano de Eddie Campbell, con el que ya había trabajado en el denso y necesario From Hell. El Amnios Natal es una obra que habla de la vida, desde la poesía y las heridas y cicatrices de la memoria, brillando un instante para ser comidas por la oscuridad y el ruido. La vida, su magia, su misterio, su dolor, su fugacidad eterna e incomprensible. Eddie Campbell y Alan Moore construyen aquí un hito que no puedo más que recomendar: si tienes pensado leer un cómic pronto y no sabes cuál, ten cuidado con este porque te exige volver  a nacer.

jueves, 14 de noviembre de 2013

otro poema de César Vallejo

De disturbio en disturbio
subes a acompañarme a estar solo;
yo lo comprendo andando de puntillas,
con un pan en la mano, un camino en el pie
y haciendo, negro hasta sacar espuma,
mi perfil su papel espeluznante.

Ya habías disparado para atrás tu violencia
neumática, otra época, mas luego
me sostienes ahora en brazo de honra fúnebre
y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de honra fúnebre,
la muerte de las cosas resumida en brazo de honra fúnebre.

Pero, realmente y puesto
que tratamos de la vida,
cuando el hecho de entonces eche crin en tu mano,
al seguir tu rumor como regando,
cuando sufras en suma de kanguro,
olvídame, sosténme todavía, compañero de cantidad pequeña,
azotado de fechas con espinas,
olvídame y sosténme por el pecho,
jumento que te paras en dos para abrazarme;
duda de tu excremento unos segundos,
observa cómo el aire empieza a ser el cielo levantándose,
hombrecillo,
hombrezuelo,
hombre con taco, quiéreme, acompáñame...

Ten presente que un día
ha de cantar un mirlo de sotana
sobre mi tonelada ya desnuda.
(Cantó un mirlo llevando las cintas de mi gramo entre su pico)
Ha de cantar calzado de este sollozo innato,
hombre con taco,
y, simultánea, doloridamente,
ha de cantar calzado de mi paso,
y no oírlo, hombrezuelo, será malo,
será denuesto y hoja,
pesadumbre, trenza, humo quieto.

Perro parado al borde de una piedra
es el vuelo en su curva;
también tenlo presente, hombrón hasta arriba.
Te lo recordarán el peso bajo, de ribera adversa,
el peso temporal, de gran silencio,
más eso de los meses y aquello que regresa de los años.






[de Poemas humanos, 1938]

viernes, 8 de noviembre de 2013

Nombrar la caída.

PORCIÓN DEL ENEMIGO, Enrique Falcón, Calambur, 2013, Madrid, 128pp.



Si hablamos de la poesía española contemporánea que se declara abiertamente política no podemos eludir a Enrique Falcón (Valencia, 1968). Poesía política o de la Conciencia Crítica. Mejor lo segundo porque toda poesía es política, por acción u omisión, pero no toda es conscientemente crítica con el sistema. La obra poética y teórica de Falcón no hace prisioneros en ese sentido. Suyo es el vasto proyecto de La marcha de 150000000 (reunido por Eclipsados en 2009) donde demuestra que la poesía de alto compromiso político puede comprometerse también en la renovación de las fórmulas poéticas sin perder efectividad en su mensaje. Porción del enemigo (que cierra su Trilogía de las sombras, tras Amonal y Taberna Roja) no es tan radical en el tratamiento de la hipertextualidad, por ejemplo, pero responde a un espíritu similar. Hay muchas de sus obsesiones y bastantes de nuestras urgencias.

Ya desde las citas: el capitalismo nos obliga a competir ciegamente haciendo del otro un enemigo, y más si el otro es lejano y parece querer lo poco que nosotros creemos tener. La sombra de esos 150 millones de los que hablaba Maiakovski, y nuestro miedo a que nos contaminen, o a ser ellos. Pero esta crisis sistémica nos ha colocado un espejo enfrente que nos dice que ya somos ellos, que probablemente lo fuimos siempre. Todo eso, según Falcón, anuncia la caída del sistema y este libro también es una pregunta sobre qué hacer al día siguiente. Por tanto: el poder y su inevitable caída. Un poder que diseña nuestros miedos y cuya arma principal es el lenguaje. Esos mecanismos lingüísticos que usa el sistema para imponer su realidad son los que están puestos continuamente en cuestión a lo largo del libro, de manera más obvia en los cinco poemas denominados Máquinas, donde se enfrentan el lenguaje poético o la descripción de la cruda realidad con artefactos retóricos que van desde párrafos de Borges a discursos de la Merkel pasando por manuales anticomunistas de la CIA. El idioma que el poder nos quiere imponer no puede ser el nuestro, las calificaciones de las agencias de rating no pueden calibrar tu vida (p.67). Frente a la usurpación de las palabras la poesía responde nombrando aquello que no quiere ser nombrado, por ejemplo: los nombres de aquellos que se esconden tras la abstracción llamada mercados y en nombre de la cual nos exigen sacrificios, como los dos poemas Annuit coeptis (pp.24 y 99).

Y eso a pesar de que se llega a decir que no hay poder en la palabra (p.45). Pero es ahí donde también hay una barricada para acelerar la caída del sistema, porque para Falcón se trata de contribuir más que de describir. Otro tema sería si la poesía puede contribuir a algo así, particularmente siempre he dicho que la poesía transforma el mundo que llevamos dentro y que eso siempre es un paso hacia otro mundo posible. Otro tema sería si es posible mantener el equilibrio entre el activismo y la literatura, y no caer en el panfleto o el material propagandístico más parecido que otra cosa al que se pretende denunciar, Falcón sale airoso de ese conflicto la gran mayoría de las veces, cosa que no sucede con otros cultivadores del poema político. Aquí encontraremos, también, poemas que parecieran proclamas para leer en las plazas, transidas de oralidad, sencillez y puntería. Falcón apela a la tribu y muchas veces se refiere a un sujeto lector colectivo, otras más al centro de una intimidad.

En La marcha de 15000000 la mayoría de las anotaciones se referían a situaciones invisibles pero también lejanas, aparentemente exóticas. Ahora, aunque el poder intente invisibilizarlo mucho de lo que se cuenta ocurre al pie de tu calle. Falcón usa continuamente la metáfora del campo de concentración, de la cárcel vigilada y degradante, pero más que una metáfora parece el recuerdo de que vivimos dentro, y de que sus muros acabará cayendo igualmente. Pero después de la caída qué. Para eso no hay respuestas, la poesía no puede darlas. Pero la poesía será imprescindible para encontrarlas.




 (reseña publicada en la Revista Quimera de noviembre de 2013)


domingo, 3 de noviembre de 2013

La noche en que fui el poeta de guardia.

En Almería hay un espacio imprescindible desde hace un tiempo, un lugar de libertad y de resistencia llamado La Oficina, que entiende la acción cultural y política como un alimento a compartir, que trabaja desde la autogestión y la ausencia de prejuicios. Todo cabe aquí y hay mucho cada vez para aprender, crecer y disfrutar. Aquel 15 de mayo que parece lejano plantó semillas como esta, que al menos en mi ciudad, se hacían inimaginables antes.

Una de las actividades habituales de La Oficina es el Poeta de Guardia que lleva el voluntarioso poeta  Toño Jerez (coordinador también de Poesía entre las rejas, un programa que acerca el arte del verso a los presidiarios: impagable), ahí, como poeta de guardia, estuve hace no mucho, y AQUÍ os dejo los sonidos de aquella noche.

viernes, 25 de octubre de 2013

un poema de Ada Salas

Podría describir lo que
se desmorona.
El proceso.
La pausa.
Una lepra tranquila comiéndose los bordes
de las cosas
la pérdida
de la cartografía del
contorno. De lo irreconocible
entonces
como lo familiar. Podría
por ejemplo decir
                            no tiene consistencia
lo que abrazas

o bien

la no carnalidad
de la ceniza
si muerdes del lugar del corazón.







[de Limbo y otros poemas, 2013]

jueves, 17 de octubre de 2013

Ruptura y amnesia en Descripción de la mentira de Antonio Gamoneda.

Como ya explicamos aquí el último número de la revista Quimera llevaba un dossier sobre los últimos 35 años de poesía en España, hecho a través de unas votaciones y unos artículos sobre los diez libros más votados, y por tanto más representativos del periodo. O al menos la foto fija desde esta distancia y desde el grupo que votó. En el cuarto lugar quedó Descripción de la mentira, de Antonio Gamoneda, y me tocó escribir esto que sigue:



Ruptura y amnesia en Descripción de la mentira de Antonio Gamoneda.





Antonio Gamoneda nace en Oviedo el mismo año que la República y crece en un León con guerra y dictadura, cuenta que aprendió a leer con el único libro de poemas que publicó su padre muerto. Conoció la penuria como tantos entonces y como pocos de los poetas de su generación. Los otros tenían familia, pesetas y estudios, Gamoneda entró de chico de los recados en un banco y así durante veinte años de gris trabajo entre papeles y números. Una vida diferente a la de los más conocidos de la Generación del 50, también una poesía y una peripecia editorial distinta que lo alejan del canon y lo convierten durante mucho tiempo en una excéntrica mota de polvo en provincias. El chico que consiguió publicar Sublevación inmóvil, Adonáis mediante, y al que parece que se lo traga la tierra desde 1960.

Así  sobrevino un largo, y aparente, silencio que duró diecisiete años. Tiempo en el que seguirá escribiendo poemas y libros que no verán la luz hasta mucho más tarde. Silencio impuesto por el canon vigente, el aislamiento provinciano y la censura implacable de un régimen. Escribe Blues castellano, quizá la mejor aportación al realismo social de la poesía española y quizá porque es cruda y radical, y puede que por eso pusieran un cepo en la imprenta para dejarlo mordido y oculto hasta 1982. Son muchos años sin libro y en León. Cuando Gamoneda publica Descripción de la mentira Gamoneda no es nadie.

Es 1977, Franco ha muerto y se está tejiendo el espejismo de la Transición. Aquella Generación del 50 hace tiempo que alcanzó la madurez y la moda que impera ahora entre los poetas tiene más que ver con la impostura Novísima: una poesía de espíritu culturalista y pretendidamente cosmopolita que quiere romper con la gris España de la Dictadura acercándose al lujo, al pop o al decadentismo, una poesía con ansías de modernidad y de beber y ser Europa y otros mundos posibles más allá del NO-DO o la poesía de la generación anterior. Y Gamoneda tampoco tiene mucho que ver con esto. Descripción de la mentira es un libro sembrado de flores enfermas que no intenta romper por evasión o ironía con el blanco y negro terrible del pasado, es más, es consciente de que ese pasado aún rezuma por debajo de las puertas cerradas y los telediarios. La poesía es una cuestión de mirada: qué mirar y de qué forma. Y en ambos aspectos Gamoneda rompe con su tiempo y consigo mismo. 

Descripción de la mentira es un libro germinal, de donde acabará brotando toda la obra posterior del poeta. Aquí rompe con el realismo descarnado y seco de Blues Castellano y mezcla con ritmo propio a Lorca con Trakl o Saint-John Perse. Escribe desde la alucinación serena y enuncia una música otra, casi atonal, con la forma de un versículo áspero y cortante que por momentos parece extraído de algún salmo enfermo. Poco que ver con jóvenes y viejos. Poco con el Gamoneda de los libros callados. Pero a partir de aquí sus libros beberán una y otra vez de la dicción y los símbolos que aquí inaugura. Variaciones de sí mismo, para una obra que a pesar de los sucesivos, y ajenos, cánones, se ha terminado haciendo insoslayable. También con su dosis de premios e intrigas.

Para pasar de Gamoneda el nadie a Gamoneda el premio Nacional o Cervantes, leído y protegido con fervor por unos y vilipendiado por los otros, tuvo que ocurrir sobre todo Descripción de la mentira. Y aún hoy, a la luz de la coyuntura histórica tan parecida a la que vio nacer al libro, despliega nuevas vigencias, tal y como pasa siempre con los libros llamados a ser y a durar. Ahora que se desmorona el mito y el sistema de la Transición.

Aquel fue el tiempo de la amnesia inducida y Gamoneda explora y explota el tema del olvido precisamente para no dejar de recordar nunca. Se decidió durante la Transición que para cerrar las heridas lo mejor era no nombrarlas, pero la carne rota y las humillaciones de la Dictadura seguían estando allí. Describir la mentira de aquel régimen y la mentira de su superación, describir la mentira de la paz. Frente a la amnesia el eco de las delaciones y las torturas, los desaparecidos y la pobreza vigilada. Tras diecisiete años de silencio propio y casi cuarenta de silencio colectivo, Gamoneda decide romperlo no para gritar o cantar la supuesta libertad, el supuesto desplome de los muros, sino para mirar dentro de los escombros que atrapan aún tanto el pasado como el presente. Su propia experiencia: desde el paseíllo de los presos políticos frente a su casa leonesa cuando era niño hasta la purga de su obra o alguno de sus conocidos, hilvanado en el relato común de un país que tampoco ahora se permite contarse. Describir frente a frente una verdad arrebatada que en la confusión de la propaganda y el silencio acaba siempre convertida en nada. Esa mentira.

“Atravesamos las creencias”, dice una y otra vez. “Tierra desposeída de sus tumbas, madres encanecidas en el vértigo. //Es lo que queda de mi patria.” La memoria cifrada de las cunetas y los desaparecidos que todavía esperan cerrar su muerte. Todo eso es también este libro, el canto negro de los que perdieron la guerra, la paz y el final del régimen. Sobre todo eso va también Descripción de la mentira. Gamoneda pregunta a su interlocutor qué es el olvido, qué la destrucción y qué la mentira, y la respuesta es una pregunta llagada: el torpe consentimiento de la noche sólo para tener el sosiego del amanecer. La respuesta son los amigos muertos y la lucha por el pan. La mentira de un país al que despiertan de una pesadilla para sumirlo en un sueño narcótico, un país donde se escuchan llantos en los hospitales vacíos, donde sólo el cinismo puede evitar que comprendas que la mera convivencia con el horror y la vergüenza ya te hace cómplice, donde sobrevivir a los puros es condenarse a la traición. Hay algo de Celan y su eterno sentimiento de culpa en este libro, y extrañamente no hay nada parecido en la producción poética española de la época. La inercia de la amnesia y la complicidad. 

Por eso, entre otras cosas, estamos ante un libro determinante si quisiéramos explicarnos la Historia a través de los libros de poemas. Pero también la propia historia de Gamoneda y su poesía. Hay aquí un ajuste de cuentas con la propia vida, donde se cruzan el miedo y la desesperanza con los asideros que permiten salvarse a pesar de todo: la madre, por encima de todo; los refugios de la infancia, entre el horror y la pobreza un olor o un paisaje que nos rescata a la vida. “Sucio, sucio es el mundo; pero respira.” Porque también se trata de la vida y sus torpezas, y de que a pesar de todo la vida es lo único y hay que seguir. El sacrificio, la lucha, el vivir con todo en contra y a pesar vivir, es la lección que el poeta recibe de su madre, y por eso convierte a la madre en símbolo universal en su poesía, tanto en este libro como en los posteriores. Igual que el color amarillo, que parece inundar cada página. Amarillo como la hiel, como el oro a punto de estallar, como la enfermedad o un mundo que se apaga y no lo sabe. Amarillo como el foco de los inspectores y la vigilancia moral. Amarillo Gamoneda, más allá de Trakl o de las vacas de Dámaso Alonso. Aquí y más tarde Gamoneda utilizará los colores como un pintor expresionista, como una seña rotunda y agresiva. 

Pero más allá de los colores y las madres, más allá del pasado y su sombra descarnada, o de los ojos vigilantes de los vecinos y la policía, destaca una presencia fundamental en Descripción de la mentira: el tú con el que se dialoga. Lo que sea que signifique este libro está inscrito en los adentros de ese tú. El lector pregunta desde su lado del espejo: ¿quién es tú? ¿soy yo tú? ¿quién? La historia y sus traiciones, el padre, la madre, los amigos que pujando por la coherencia o la pureza acabaron purgados por el suicidio, la tortura o la desaparición, tal vez lo que quiso ser y no pudo. El propio autor, porque el yo siempre es múltiple. Porque la Historia siempre es un relato enredado y confuso. “Mi memoria es maldita y amarilla”, dice. “No te pondré otra venda que la que está raída alrededor de mi cuerpo”.

Y así procede. Descripción de la mentira describe la mentira del lenguaje y del poder, y también su vida pequeña. Tras quince años de silencio Antonio Gamoneda comienza a escribir este libro justo el año en que muere Francisco Franco y se empieza a adivinar que su legado le sobrevivirá. Aquí se habla del pasado y la vana ilusión del presente; la raíz histórica es ineludible para cualquier acercamiento a esta obra. De acuerdo. Pero también sabemos que la poesía es el arte de la multiplicación: el palacio o la chabola del millón de puertas y el millón de espejos. Al menos la que más me interesa a mí, como este libro. Descripción de la mentira está escrito de tal manera que pueden brotar tantos libros como lecturas. De eso se trata, creo, de que la poesía sea inagotable; y para ello muchas veces hay que asumir el riesgo de romperse. Gamoneda rompió con su poesía y con la poesía de su tiempo, pero encontró una voz. Los salmos rotos, la dicción amarilla. Cuando se salta al vacío cabe la posibilidad de acabar encaramado a una estrella, podríamos decir. Y también que el riesgo se agotó en este libro y que los posteriores no dejan de ser, brillantes, reelaboraciones.

Pero aquí nos contó el envés de la amnesia de España, la luz amarilla de los interrogatorios y los portales de las casas obreras de provincia; nos dijo qué hay dentro de las palabras y de los silencios, y dejó abierta la puerta para que pudieran entrar mil ojos distintos. Y eso ya es suficiente para estar en este lugar. Qué más da si aprendió de verdad a leer con el libro de poemas de su padre muerto, qué más dan los unos ciegamente a favor y los otros cruelmente en contra. Qué más da la mentira, si ardemos en sus bordes.

(artículo aparecido en el número de octubre de 2013 de la revista Quimera)

sábado, 12 de octubre de 2013

Un espejo lleno de ruido (en el CAF)+ DIES IRAE (Jean-Gabriel Périot)

Hace unos días fui a ver la exposición Obra-Colección que hay en el Centro Andaluz de la Fotografía de Almería, y no he tenido más remedio que escribir la siguiente reflexión que hoy sale en el periódico. La exposición sigue unas semanas más, aprovechad, que merece la pena.

Un espejo lleno de ruido (en el CAF)

En la primera planta del CAF hay ahora mismo una exposición que bien podría ser un espejo. Uno lee que el comisario es Joan Fontcuberta y como ha leído a Fontcuberta sabe de antemano que se va a encontrar reflexiones de gran calado sobre la mirada y las máquinas de mirar. Reflexiones: reflejos. Vamos y vemos las paredes empapeladas con imágenes que nosotros mismos creamos, fuera del museo, con la esperanza cotidiana de estar generando una serie de huellas únicas que describan nuestras vidas, que digan que nuestras vidas son únicas, especiales, como dicen que son las obras de arte. Pero el registro de nuestra vida y nuestra mirada diseminada en las fotografías que no paramos de hacer desde nuestros móviles o nuestras cámaras digitales demuestra que eso único y especial es simplemente la copia de una copia: un producto repetido, una nada simbólica igual a miles. 

En una pared del CAF hay una obra de Penélope Umbrico que consiste en las 1200 fotografías que se subieron al portal Flickr el 1-7-13 con el tema de la puesta de Sol. Una amalgama de ruidos repetidos. Tu momento especial y único, esa luz y ese espíritu que quieres compartir en la red, como un reflejo repetido y apagado. Consumimos sentimientos, y su elaboración simbólica, hechos en serie como productos fabriles. Es lo que tiene la sociedad de masas, es lo que ha facilitado Internet. Nuestra individualidad como un algo más de lo mismo. Richard Simpkin expone una cronología con decenas de fotos desde 1985 a este año acompañado por un famoso. El trofeo que nos hace únicos es sólo la copia de lo que todo el mundo hace. El artista rescata esto a la mirada cotidiana y demuestra que vivimos en medio del ruido visual. Más de 500 millones de imágenes se suben diariamente a Facebook, vidas, repeticiones, rituales que se creen únicos pero que delatan la clonación de la vida, la copia como ritual de estar vivo y contarlo. Hay otra obra: Dies Irae, de Jean Gabriel Périot, que muestra en una pantalla una sucesión de imágenes sacadas del buscador de Google, que se van sucediendo a un ritmo frenético: carreteras, calles, interiores de casas o cárceles. Cientos, sin apenas tiempo de fijarse en tu retina. Puro ruido. El mundo que hemos creado pasa así ante nuestros ojos. Ahora que podemos verlo todo, que lo fotografiamos todo, que compartimos todo lo que vemos todos; ahora resulta que no podemos ver nada. Que todo parece lo mismo y acabamos emulando esa simplificación en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Todo eso dice la exposición. Asómate a ese espejo y, por qué no, comienza a quebrarlo.   



martes, 1 de octubre de 2013

35 años de poesía española en Quimera.

Este mes la revista Quimera ofrece un dossier sobre los últimos 35 años del panorama poético español (en lengua castellana, me supongo), y para ello han decidido realizar una encuesta a un montón de críticos, editores y poetas preguntándoles cuáles son, a su juicio, los diez libros de poemas más significativos desde 1977, y además ordenándolos del primero al décimo con sus correspondientes puntos. Un ejercicio demoscópico que parte de una premisa: intentar medir el pulso real de los libros y su valoración por los lectores más especializados, buscando una lista si no canónica al menos "objetiva." El experimento es interesante, aún a sabiendas de que toda lista es reduccionista y que si opera por consenso acaba dejando en los márgenes las apuestas más osadas, o simplemente jóvenes, (así se construye el tan necesario discurso estético marginal, no por devoción sino por exclusión); pero el sesgo va determinado, siempre, por la nómina de los encuestados: sus filias, su edad, sus fobias. Sería pues determinante conocer la nómina completa de los encuestados, para poder así "cocinar" mejor el resultado.

Los diez títulos que finalmente salieron elegidos revelan algo muy significativo , y es el vuelco hacia una determinada estética, hasta hace unos años un tanto outsider, al que aparentemente ha girado el consenso poético. Nada hay en esta lista de aquella estética que no hace tanto se imponía como hegemónica y que tomó el nombre genérico de Poesía de la Experiencia; parece que, al menos de momento, aquello está demodé. Eso significa algo, o puede que signifique lo mismo que cuando hace años recuentos similares se centraban casi exclusivamente en libros de aquella tendencia.

Si se abre el debate y se activa un poco el pensamiento sobre la escritura y la edición poética estimo que este dossier habrá cumplido su objetivo, más allá de echar de menos o de más nombres y libros.

En la revista aparecen los títulos comentados por diferentes críticos. Va aquí la lista de los libros, en orden, con su correspondiente comentarista:

1- Libro del frío, Antonio Gamoneda. (comentado por Miguel Casado)

2- Cuaderno de Nueva York, José Hierro. (comentado por Carlos Alcorta)

3- Casi una leyenda, Claudio Rodríguez. (comentado por Luis García Jambrina)

4- Descripción de la mentira, Antonio Gamoneda (comentado por mí)

5- No amanece el cantor, José Ángel Valente (comentado por Juan Manuel Macías)

6- Fragmentos de un libro futuro, José Ángel Valente (comentado por Julio César Galán)

7- De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, Blanca Andreu. (comentado por Erika Martínez)

8- El otoño de las rosas, Francisco Brines. (comentado por Rafael Fombellida)

9- La tumba de Keats, Juan Carlos Mestre (comentado por Olga Bernard)

10- Y todos estábamos vivos, Olvido García Valdés (comentado por Esther Ramón).




Añado aquí mi lista por si alguien siente la curiosidad, defendiendo que es imposible de partida realizar una lista de sólo diez libros y además puntuándola de diez a uno. Con todo éste fue el resultado de una agradable reflexión y estos diez son (de) los libros que recomiendo que se lean porque con ellos leí y viví con intensidad:


1- Mandorla, José Ángel Valente, 1982.
 
2- Libro del frío, Antonio Gamoneda, 1992.
 
3- La marcha de 150000000, Enrique Falcón, 1994-2009.

4- Troppo Mare, Javier Egea, 1984.

5- Last river together, Leopoldo María Panero, 1980.

6- Caza nocturna, Olvido García Valdés, 1997.

7- La tumba de Keats, Juan Carlos Mestre, 1999.

8- Matar a Platón, Chantal Maillard, 2004.

9- El fósforo astillado, Juan Andrés García Román, 2008.
 
10- Cuchillo casi flor, Luis Feria, 1989.


lunes, 23 de septiembre de 2013

un poema de Óscar Curieses

EL HOMBRE

un, desnudo
busca tierra
.bajo la. nieve

.debajo de
la, nieve
más. nieve

no hay. suelo
.tampoco hombre





 [de Hay una jaula en cada pájaro, 2013]

sábado, 14 de septiembre de 2013

La piel del vigilante, para descarga gratuita.

Hace más o menos un año que desapareció la editorial DVD, y, aparte de echarla de menos, algunos autores nos hemos quedados con libros flotando en el limbo de la descatalogación. Por ejemplo La piel del vigilante. Con este libro, premio de poesía joven mediante, pasé de ser un autor desconocido editado en minúsculas colecciones de provincia a ser un autor semidesconocido editado en una gran editorial de difusión nacional. Este libro significa ese salto, y también el último que escribí íntegramente en mi etapa universitaria granadina. Escrito en 2002, publicado en 2005. Ahora lo dejo aquí para que se pueda descargar libremente, porque un libro si no puede ser leído no existe. Así que vuestra es esa aventura que arrancó un enero de 2002 tras releer febrilmente el Watchmen de Alan Moore. Pincha AQUÍ y bájate el libro.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Contraelegías, o el peso del pasado en Ray Bradbury.

VIVO EN LO INVISIBLE, Ray Bradbury  (trad. Ariadna G. García y Ruth Guajardo), Ed. Salto de Página ,2013, Madrid, 240 pp. 
En el poema Recuerdo (p.151) Ray Bradbury narra cómo de niño escondió un mensaje en el nido de una ardilla y cómo, cuarenta años después, el mensaje seguía intacto y adquiría la plenitud de su sentido. “Te recuerdo”, dice la nota. El niño recordaba al hombre que acabaría siendo, ambos eran lo mismo a pesar de la dictadura del tiempo y la destrucción que conlleva. Ser uno siempre, desde un instante pequeño hasta el final, y a esa eternidad llamarla Dios. Por ejemplo. Esa es la idea que baña esta antología que por primera vez nos trae la obra en verso de Bradbury a nuestro idioma. La búsqueda del hilo interior que nos cose en el tiempo.
Su vida, su tiempo íntimo, sagrado, reducida a unos cuantos poemas que van desde 1964 hasta 2002, y abundando aquellos que inciden en un concepto que llamaremos contraelegíaco. “Todo es pérdida y hábil recuperación” (p.99) nos dice.  Los poemas de este libro, rescatados del pasado, son como la nota que aquel niño dejó en el nido de las ardillas, huellas de la memoria y el futuro que recorre su vida al mismo paso. Aquí no se canta lo perdido porque nada se ha perdido. Contraelegía. Todos y cada uno de los Bradbury que ha creído ser están expuestos en este catálogo deliberadamente exhibicionista, todos sus yoes internos (p.69) que en el fondo son el mismo, siempre.
En ese sentido abundan las referencias al paso del tiempo y de que aquello que cose el tiempo dentro de nosotros se mide en lo que pequeño: el nido de las ardillas o el olor a tabaco en los dedos del padre que le enseñó a hacerse el nudo de la corbata (p.93). Nada se pierde ni desaparece, aunque el tiempo parezca ser efímero como el aleteo de un colibrí (p.17), por eso la insistencia en la memoria viva traducida en lugares míticos para su biografía personal como Dublín o para la de Occidente como Troya o Bizancio, cuyas ruinas nunca pudieron ser borradas por el tiempo. Y todo, en la Historia y en la vida, pervive  gracias a la escritura, a los libros de Shakespeare o Stevenson, a la pintura de Manet. La enorme figura de Moby Dick como metáfora de casi todo.
Hemos hablado de eternidad y nombrado a Dios, y es que Ray Bradbury construye un mensaje nítidamente religioso, donde coincide  la loa a científicos como Lavoiser o Darwin con elementos tradicionales de un cristianismo más gestual que místico. El tiempo,el peso del pasado, la eternidad, el hombre en sí, sólo son reflejos de Dios, pero tampoco se elabora un mensaje crítico o problemático con esa relación. Es, y Bradbury lo celebra. Por ello, y por alguna que otra proclama nacionalista o antiecologista, el autor de novelas del futuro se nos muestra como un hombre de ideas conservadoras más aferrado al pasado de lo que podríamos pensar. De hecho llega a emparentar la pintura rupestre con la Ciencia Ficción (p.175) cosiendo, también, en el mundo del arte y de la representación del mundo el tiempo como un solitario reflejo de lo mismo. La fe en Dios es la misma que la fe en el progreso científico, donde sólo se permite la herejía de cuestionar las armas nucleares (p.57).
El conservadurismo de Bradbury también se refleja en su concepción formal de los poemas, donde la mayoría son estrofas rimadas de corte clásico (las traductoras han optado con buen criterio por no reproducir la rima, que fácilmente se puede cotejar en el original en inglés de las páginas pares) y que además aborda los tópicos poéticos sin apenas  voluntad de riesgo, rozando en algunos momentos el puro kistch.
Con estas armas Bradbury quiere notificar su vida, un idioma de otro tiempo para constatar la eternidad, el hilo común del tiempo. Contraelegía a contraelegía. Como la nota en el nido de la ardilla. “Lo escribes o se olvida” (p .71 ) “. Mi única tarea es apuntarlo todo” (P.81) y perseguir la coherencia y la unidad desde el nacimiento hasta la muerte, como si fuéramos siempre los hombres que somos hoy y eso fuera la prueba de la existencia de Dios. Algo así. “Vivo en lo invisible./ Lo invisible soy yo.” (p. 149).
(reseña aparecida en el número de septiembre de 2013 de la revista Quimera)

domingo, 1 de septiembre de 2013

TÁCTICAS TEMPORALES (Enrique Falcón)

De momento, vivir

más cerca de la piel
que del revólver

más lejos de la sal
que del aullido.



[de Porción del enemigo, 2013]

viernes, 16 de agosto de 2013

ESCRIBIR CON UNA ESPADA (TUMORACIÓN SOBRE UN POEMA DE CARLOS EDMUNDO DE ORY)

Hace un par de años escribí una versión de este poema de Carlos Edmundo de Ory para un homenaje que coordinó Alejandro Luque, hace poco la revista POEMAD dedica un interesante número al poeta gaditano y rescata mi poema. Aquí lo tenéis. Eso sí, no dejéis de acercaros a la obra de Carlos Edmundo de Ory, poeta.



Escribir con una espada (tumoración sobre un poema de Carlos Edmundo de Ory)


Escribir con una espada, dice. Escribir dentro de una caracola, traduciendo el mar y el tintineo idiota de la sal. El idioma del mar o un ejército de muñecos rotos de porcelana dispuestos en la orilla, girando sus cabezas a la vez cada nueva ola. Escribir porcelana y dejarla caer desde un sexto piso. Con una espada, dice, porque algo tiene que sangrar si queremos que haya vida.
Escribir entonces con una espada, o dentro de una caracola, o en los mil pedazos de una vajilla rota. Pero escribir y que en algún trozo diga: acariciar sin tener manos. Es una orden. Encontrar pedazos de luna en los bolsillos. Que ése sea el principio básico de una religión azul. Un largo viaje de palabra a palabra, de este mundo al fin de todos. Y todo eso con una espada porque tiene que existir el filo si queremos que haya vida.
Comprar una playa a gritos. Comprar un grito a versos. Escribir una espada y clavarla en la orilla frente a un ejército de muñecos blancos. Que giren sus cabezas blancas y digan nieve o algodón. Ir al infierno a ver a un amigo. Ir al infierno a pintar un graffiti con la caligrafía de un sueño y la forma de una caracola. Ir al infierno a decir poema y abrazarse al eco. Eso podría ser. Escribir con una espada y cortar de cuajo el último verso, porque debe ser imperfecto lo que llamamos vida.

sábado, 3 de agosto de 2013

CERTIDUMBRE (Lêdo Ivo)

Ni temo ni me asusta
la fría luz invernal:
sé bien que la primavera
se esconde bajo la nieve.





[de Aurora, 2013]

martes, 16 de julio de 2013

Malos tiempos para la épica.

Acaba de salir publicado este libro, de la mano de Alberto Santamaría y Luis Bagué, que pretende hacer una aproximación crítica a las poesía española más reciente, con una serie de ensayos escritos por autores nacidos fundamentalmente en los 70. Se hace así una panorámica donde se tocan muchas de las líneas de fuerza que han vertebrado el género en lo que llevamos de siglo, aunque, siendo justos, podríamos echar de menos algo de atención a la poesía de corte político o cercana a lo que llaman poesía de la conciencia crítica (afortunadamente casi al mismo tiempo Alberto García-Teresa nos ha dejado un monumental trabajo); ese hueco es el único pero que le pondría en el planteamiento. Participan los siguientes poetas y críticos: Juan Carlos Abril, Erika Martínez, Mariano Peyrou, Andrés Navarro, Antonio Lucas, Carlos Pardo, Ana Gorría, Juan Andrés García Román, Ana Merino, Guillermo López Gallego, Ángel Luis Luján, José Luis Gómez Toré, Josep M. Rodríguez, Rosa Benéitez, Javier Moreno y un servidor. Mi aportación es un ensayo llamado "La poesía después de Internet", donde intento esclarecer si Internet ha provocado un cambio sustancial en las poéticas del nuevo siglo. José Luis Merino en su blog ha aportado algunos ejemplos muy interesantes que pueden servir como complemento a mi texto.


viernes, 5 de julio de 2013

OS HABLARÉ DE TI (Andrés Navarro)

No son las tomas falsas, soy yo
siguiendo el rastro
de la caducidad reinante: gaviotas descarnadas,
caras que se harán viejas, insectos
contra un parabrisas
como ideogramas del futuro. Y aún parece posible
redefinir el vértigo con eslabones de asma,
con lingotes de suerte de otros días.

No hay palmeras aquí, sólo cuerpos sumidos
en su propia versión utilitaria. Van y vienen
sobre el mapa de aceras, atraviesan
jardines donde los niños amplían el verano
bajo grises costillas de cobre. Dos horas
y media tormenta estallan
para que vuelvas a casa sola
con el cuello más erguido
y los hombros pidiendo limosna.

Aún sabemos hacer de la conversación
una ficción
de anonimato mutuo. Pero hagamos
balance: las gaviotas son cisnes
de extrarradio, no simbolizan nuestra vida.

Lo has olvidado:
al acercarse al foco las sombras se agigantan
como verdades con textura. Y cómo éramos
precoces en lo que no supieron enumerar
o comprender. Podría equivocarme
pero esas flores tan blancas, en la terraza,
no duermen nunca.







[de Un huésped panorámico, 2010]

domingo, 23 de junio de 2013

AQUELLO QUE (poema inédito en la Revista Kokoro)

La Revista Kokoro, que es una de las grandes noticias de la red en los últimos meses, ha lanzado su nuevo número con el tema de Infancias. Hay un material muy suculento para degustar sin prisa y a conciencia, o al menos eso es lo que aconsejo. Yo he colaborado con este poema tripartito escrito ex profeso para Kokoro. Aquí os lo dejo, la nieve como puerta del verano.




AQUELLO QUE



I

Aquí, así, la nieve derritiéndose
en la concavidad
de tu mano derecha, el destello
de luz solar que se desata
entre los dedos,
la certidumbre
del universo construyéndose
en un gesto primero e infinito,
cuando la realidad
comprende que en un copo está todo.



II


La nieve blanca derritiéndose
entre la líneas de tu mano.
El color. La escritura invisible de algo
que carece de nombre. El frío anestesia
el tacto y solo queda el interior:
sentir adentro: cómo fluye el rojo
de la sangre, las líneas
creciendo palma abajo. El dolor
como un espejo del futuro.



III

La nieve derritiéndose en tu mano
dice que el tiempo existe, que no hay
lugar donde guardar
ni el frío ni su brillo.
Eso no significa nada, dices
en un idioma tan pequeño
como antiguo, la luz contra lo blanco
es algo eterno, quizá sobre el mundo,
el cuerpo, las inercias
que confunden las alas con arrancar raíces.



miércoles, 12 de junio de 2013

Val del Omar o la espiritualidad del cyborg.

TIENTOS DE ERÓTICA CELESTE, José Val del Omar. Diputación de Granada, 2012, Granada, 104 pp.




Quien no tiene la facultad de maravillarse,/ de abismarse ante el misterio, es un hombre muerto. (p.58) Eso dejó escrito José Val del Omar (Granada 1904-Madrid 1982) con tinta verde al margen de sus notas de trabajo, como el resto de poemas que componen este volumen. Una especie de lema al que trató de ser fiel durante toda su carrera como creador. Enfrentarse al misterio no para intentar comprenderlo sino para acariciar sus bordes y dejarse caer. Generar herramientas para poder mirarlo cara a cara. Porque como es bien sabido, aunque no lo suficientemente reconocido, Val del Omar fue uno de los cineastas más subversivos de la historia, como demuestra su imprescindible Tríptico elemental de España. Experimental en el sentido estricto del término, inventó máquinas para ampliar las posibilidades estéticas del cine: ejercicios mecánicos de sinestesia que aún hoy parecen asombrosos. PLAT. Picto lumínica audio tactil. Rigurosamente radical.
            Su labor investigadora quedó minuciosamente recogida en varios cuadernos en cuyos márgenes se agolpan los poemas. En verde. Un contrapunto necesario e imprescindible para comprender toda su creación. En Tientos de erótica celeste los encotramos descontextualizados. Nos consta pues que los poemas se deben leer en el tejido de toda la obra artística y científica del autor, en una cohesión de intereses rara vez vista y que hace de Val del Omar un personaje único y altamente interesante.
            Aquí, a través de los textos.,  nos adentramos en una nueva mística para una nueva carne (más cercana a la noción de cyborg de Donna Haraway que al cine infeccioso del primer  Cronenberg). Un rasgo que hoy adquiere más rotundidad, cuando ya se ha confirmado que somos un híbrido entre carne y tecnología, cuando la mecamística puede ser la única salida espiritual. Y así. Como en la mística tradicional se busca la unión de los contrarios para deshacernos de su (nuestro) apetito antagónico (p.88) y llegar a lo que es más que el tiempo y el espacio, la suma y la resta de ambos. A la trascendencia ubicua que llamamos Dios. Y llegamos a eso a través de la máquina, atravesando la máquina desde dentro. Compartiendo su ser.  Clave mística en una gota eléctrica (p.32).
            En fin. San Juan de la Cruz, o incluso Lorca y su pulsión flamenca plena de duendes y pozos, cruzados de neologismos y vocabulario tecnológico ofreciendo un espacio poético inusitado, radical y dotado de una belleza distinta y absolutamente moderna. Más que casi toda la poesía que se ha escrito posteriormente. La mecamística  busca disolverse en el amor para disolver el mundo, ofrece su propia vía de despojamiento y superación: trascender el tiempo y el espacio que nos imponen para perderse en el tiempo que está más allá. Como el monje en su celda se pierde en su dios. Tirar el reloj al agua (p.63). Pues el tiempo de los relojes es un artificio que nos somete mientras que el tiempo fluido de las aguas es la permanencia y la mutación constante. La eternidad, el dios. Lo vimos en su película Aguaespejo granadino (1953-1955) con otro idioma. Subir al punto es ahogarnos en Dios (p.33).
            Se trataría, pues los textos son una continua exhortación a la acción (también política), de trascender el mundo de las máquinas que nos quieren convertir en miembros de su especie, y hacerlo a través de la comunión cibernética. A través de la propia máquina y su flujo eléctrico. Sabiendo que la electrónica te saca de la carne (p.70) En un mundo que es solo mirada, espectáculo, superficie y simulacro. Hay que vivir con intensidad desnuda. Esta poesía, como el resto de la obra valdelomariana es tan radical como necesaria. Aquí se tientan los límites de mucho porque Val del Omar sabe que ante el misterio no queda otro camino que abismarse en él, que lo contrario es un suicidio pactado. Que también las máquinas deben empezar a soñar y a latir porque el riesgo es que nos acaben contagiando de su frialdad mecánica. Ante eso solo cabe deslizarse dentro del espíritu eléctrico, de la mecamística.

 (reseña aparecida en el número de junio de 2013 de la revista Quimera)
                        

martes, 4 de junio de 2013

Ruido Blanco en la Máquina Líquida.

Máquina Líquida es el nuevo proyecto del poeta y traductor Rubén Martín, del que pudimos leer su Radiografía del temblor (Renacimiento, 2007) o su impagable traducción de Emily Dickinson en Poemas a la muerte (Bartleby, 2010). Ahora ha decidido expandir los canales poéticos con una apuesta por algo que podríamos definir como spoken word, o mester de juglaría de la era cibernética. Otra forma de hacer, mostrar, literatura. Toma textos propios, de Chantal Maillard o Heiner Müller y los reconstruye sobre cuidadas y sugerentes bases electrónicas. Una puerta se abre con Máquina Líquida que invita a cruzar y perderse. Entre los temas se encuentra un collage con textos de mi libro Ruido Blanco con el título de Aleaciones. Podéis oírlo en ESTE ENLACE. Merece la pena, y además amenaza con seguir creciendo.

domingo, 26 de mayo de 2013

EN LOS REINOS DE LO IRREAL (Jessica Yu) sobre Henry Darger.

Henry Darger es una de las figuras que más me ha fascinado, y desde hace ya mucho tiempo. En su momento escribí esta otra entrada en este blog, donde introducía su historia, su obra y la contradicción o la reflexión que llevaba implícita. Llevo dos años escribiendo un libro, ensayo híbrido, raro, enfermo, en el que Darger protagoniza uno de los capítulos. Es una obsesión que está dando de sí, ya veis. Ahora, gracias a una amiga con la misma fiebre, descubro que ya está en la red la película documental de Jessica Yu In the realm of the unrealm (2004) con buenos subtítulos en castellano. De qué sirve una enfermedad si no es contagiosa. Aquí os la dejo.

En Los Reinos de lo Irreal: El Misterio de Harvey Darger

martes, 14 de mayo de 2013

un poema de Alejandro Céspedes

la contingencia del poema se derrite
bajo el sol de un pensamiento prescriptivo

                                               panta rei en los ojos que flotan
sobre la superficie de la página

                                  el que la luz se refleje en lo metálico
de un tren que sigue su marcha
no significa que quien lo observa también esté viajando

                                           en lo grande no siempre
hay un anden para que embarque lo pequeño
en la palabra río no están todos los ríos
ni siquiera un solo río cabe en ella

                                                               πάντα ρεῖ

nade sabe dónde desemboca
                           el agua que tú decides ahora estar leyendo







[de Topología de una página en blanco, 2012]

jueves, 2 de mayo de 2013

EL RESCATE DE JAVIER EGEA (CONTRA LA PÓLVORA Y EL OLVIDO)

Publiqué este artículo en el periódico Diagonal a raíz de la publicación del volumen II de la Poesía Completa de Javier Egea, libro que presentaremos en Almería el próximo 8 de mayo a las 20h en la Biblioteca Villaespesa (estaremos en la mesa José Andújar Almansa, Juan Pardo Vidal y un servidor). 


El rescate de Javier Egea (contra la pólvora y el olvido)


En 1999 Javier Egea decidió cerrar el siglo XX con un certero disparo de escopeta. Cerrar sus ojos para siempre, tal vez para que muchos acabaran abriendo sus viejos libros de poemas. Fácil erigir sombras románticas en torno al poeta maldito: comunista, alcohólico, suicida, dueño de una obra mutante entre la radicalidad y el compromiso. Y además, como para acrecentar el mito, casi subterráneamente,  se fue extendiendo un incómodo manto de silencio, por las polémicas entre herederos, antiguos  amigos y autonombrados guardianes de su legado. Y mientras, claro, los libros dormidos.
Por suerte hace un par de años cambió el signo del olvido y Bartleby Ed.  pudo rescatar su poesía completa.  Y con ese rescate muchos pudieron descubrir a un autor distinto y necesario. Alguien que evolucionó desde la admiración formal a los clásicos hasta el irracional mundo psicoanalítico o pop de sus últimos libros, pasando por el desarrollo consciente y efectivo de lo que él mismo vino en llamar poesía materialista. Es decir, Marx. O Althusser, o las teorías del profesor Juan Carlos Rodríguez. En verso y a quemarropa, alcanzando cotas de intensidad que ningún otro poeta de aquella Otra Sentimentalidad que ayudó a fundar llegó a rozar, pese a que la vida y el canon los acabara tratando mejor.
Así rescataron, al menos, tres libros fundamentales de la década de los 80, del limbo de la descatalogación: Troppo Mare, Paseo de los Tristes y Raro de Luna. Con versos de esos por los que una obra merece sobrevivir. De esos que nos dan herramientas de supervivencia a sus lectores. Todo más allá del mito, de las gafas redondas y la voz profunda perdiéndose  por los bares de Granada hasta el disparo final.
Pero ahora se completa la imagen, pese al riesgo de emborronarla, con la publicación, también por Bartleby de más de quinientos poemas inéditos. La obra que Egea no quiso que formara parte de su obra. O al menos así fue con el grueso de este nuevo volumen. Una joya pulida para el morbo o la erudición, para el fanático y el historiador. La pieza que faltaba del puzle también. Por eso encontramos de todo aquí. Desde poemas absolutamente deslumbrantes hasta otros de circunstancia amorosa o política. De juegos verbales para reír con los amigos a bocetos que apuntaban al infinito y quedaron a medias. Un laboratorio donde vemos más desnudo que nunca a Javier Egea, con sus obsesiones, luchas y frustraciones. Pero donde inevitablemente también hay mucha y buena poesía. El especialista Jairo García Jaramillo analiza, además, con rigor y minuciosidad los textos y la historia vital subyacente, regalando de paso un nuevo documento indispensable para estudiar la obra de un poeta que quiso vivir la poesía y que la poesía estuviera viva, y que encontró el cauce para su militancia activa por un mundo mejor (según los parámetros marxistas revolucionarios) en una obra poética radicalmente comprometida. Y así quedaron sus poemas, a pesar del ruido de la pólvora y la desmemoria. Ensordeciéndolo todo.

MAÑANA

Cuando caiga tu casa y dejes sus ruinas
y amanezca
y sientas los despojos en el patio
colgando torpemente como heridas de trapo
y te duela la carne
y allí te reconozcas,
sabrás que aquel imperio no era sino muerte
y tomarás tu bolsa de basura, tu parte de miseria
para llevarla siempre contigo y con amor.


(poema inédito de junio de 1981)




(artículo publicado en el Diagonal de la primera quincena de abril de 2013) 

miércoles, 24 de abril de 2013

martes, 9 de abril de 2013

COLUMPIO (Nieves Chillón)

El columpio
escapa lejos de la línea azul
del equilibrio.
La tabla con la niña sentada
encadenada al eje
se llama casi volar.

Los pies descalzos
escriben en el aire
las cinco letras de tu nombre.
En el ombligo altura,
un orgasmo de cielo
oscilante y puro.

Encadenada al eje.

No me puedo parar,
no sé cómo soltarme.





[de Rasguños, 2013]

viernes, 29 de marzo de 2013

Poesía, o algo menos.

QUIEN MANDA UNO, Pablo López Carballo, Amargord Ed, Madrid, 2012. 92 pp.



Una nota apresurada, llena de tachones y frases a medio terminar. Y que queme como el fuselaje de un avión recién abatido. Eso sería lo apropiado para hablar de Quien manda uno. O poder dibujar un cómic llamado el artificiero irónico y hablar del arte de la explosión y el recuento de ecos y metralla. Pablo López Carballo (Cacabelos, 1983) manipula el idioma, los idiomas, una vez le ha estallado en las manos. Ese es el plan. Otra vez escribir sobre unas ruinas encontradas. Nos tienen dicho que la poesía es jugar con las palabras y las cosas, con su relación, trazando dinámicas de profundidad o sentido. Escribir el mundo, a riesgo de que te saque los ojos. Crearlo de puro idioma, con el mismo peligro. Quien manda uno dice precariedad, escribe precariedad, porque sabe que no existe arte más al borde de la nada que el de la poesía. Rompe un puzzle, le prende fuego a las piezas y juega con sus restos con toda la fascinación posible. Poemas al borde de sí mismos. Las cosas casi huérfanas de nombres. Un juego, ya sabemos, en el que reconocemos alguna de las reglas: la extrañeza del fragmento o la búsqueda deliberada del palimpsesto, la acumulación babélica de citas e idiomas, el verso tachado, la música disonante. Nos puede recordar a Olvido García Valdés o a Marcos Canteli, por decir algo cercano y reciente. Pero esto es un libro de contrapoesía y un libro también contra los poetas y su oficio grandilocuente y vacío. No hay poesía sin precariedad. Insiste. El mundo: cuando escuchamos / nada tiene nombre (p.19). Y quien quiere contarlo: testaferro de lo que no tiene voz/ dando fe de lo innombrable:/ poeta,/ o algo menos (p.81). Lo dicho.