viernes, 27 de julio de 2012

Deutschland über alles.

LA CAMADA FEROZ, Begoña Callejón, Amargord Ed, 2012, Madrid, 56pp.


Ahora que Alemania alimenta nuestras pesadillas económicas y su sombra se extiende una vez más por todo el continente, un libro como este tiene un sentido más perverso. El contexto le añade un virus inesperado, y nos guiña su ojo azul. Bien. Begoña Callejón  (Almería, 1976) ha intentado trazar una genealogía de la nación alemana, y lo ha hecho tomando como referencia el eje ineludible sobre el que pivota su historia: el holocausto judío. Pero este no es un libro contra Alemania, en absoluto, este libro está escrito desde la fascinación tanto del horror como de la maravilla. La camada feroz de la que habla el título es un ejército de personajes fascinantes que desfilan por los poemas para intentar decirnos qué es el misterio alemán, el que provocó tanto la pesadilla nazi como alguna de las cotas artísticas más elevadas de la historia occidental.  Goethe, Wagner, Rosa Luxemburgo o Leni Riefenstahl. Por ejemplo. Alemania y sus nombres propios, desnudando un compendio de enfermedad y arte radical, de belleza y absoluta locura. Y están, como espejos de la suerte de su propio país, aquellos creadores que de las manos de la belleza cayeron con estrépito al suelo de la locura: los Hölderlin, Schumann, Nietzsche o, claro, Ünica Zurn, de la cual es la cita que abre el libro, que nos advierte de que Begoña Callejón se va a inventar un país que ya existe, y que ese parto va a ser doloroso. Un parto, un alumbramiento. Un poco de luz en la oscuridad. Y de fondo la música tenebrosa de las cámaras de gas. Y la poesía, por supuesto: Proponiendo un nuevo juego, un salto al vacío en la noche pulverizada de las palabras.(p.24)

martes, 24 de julio de 2012

Ruido Blanco en Nayagua.


Pequeña nota-reseña aparecida sobre mi libro en el último número de la revista Nayagua, que podéis consultar (merece la pena) entera en este ENLACE.




"Al igual que la suma de todos los colores culmina en el blanco, la sobredosis de información 
se traduce en un inmenso cero. Un signo dentro de otro signo, una emisora circunscrita 
entre otras decenas de voces que todas congregadas se traducen en ese “ruido blanco” “que 
contiene todas las frecuencias”. La avalancha de los medios de comunicación y su naturaleza 
invasiva: un “desorden” barroco que ha hecho de la confusión su “superficie”. Con fuerza
expresiva Raúl Quinto se adentra en este inerte palimpsesto en el que lo fragmentario es la 
nueva dictadura y la elipsis el imperio de la irrealidad. Quizá de todo ello nazca un nuevo 
idioma y este libro constituya su primera piedra de toque. Un “ruido” que acaba siendo una 
melodía altamente recomendable.  "

viernes, 20 de julio de 2012

MAMMÓN (George Frederic Watts)


Este es el dios al que estamos sacrificando nuestra forma de vida. Los mercados son insaciables, dicen, los mercados necesitan de nuestro esfuerzo para que podamos seguir viviendo. Nos lo exigen todo. Y sus profetas nos dicen: hemos de dárselo porque la culpa es nuestra, lo contrario es el abismo. Los mercados. Son nadie, una mano invisible. El rostro de nadie que nos roba y nos esquilma. Mammón no va dejar de nosotros ni las cenizas- A menos que aprendamos a deletrear su nombre, y los nombres que le favorecen. Mammón vive dentro de nosotros. Es peligroso. Si lo desalojamos Mammón y sus profetas se desharán como estatuas de arena en la playa. 

domingo, 15 de julio de 2012

NO INÚTILMENTE (José Ángel Valente)

Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida,
la solidez gremial de la injusticia,
la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres.
                                        Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra,
quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.







[de La memoria y los signos, 1965]

jueves, 12 de julio de 2012

INSTRUCCIONES PARA HACER UN POEMA (Agustín Fernández Mallo)

teorema de descomposición temporal
en factores idempotentes:
la vida de cada persona podrá trocearse
en los siguientes pares temporales:
un momento
          [infinitesimal aunque infinito]
en el que no se quiere seguir viviendo,
y al instante otro
          [de idénticas dimensiones]
en el que se desea más que nunca
continuar.
Así, la suma da cero.

demostración: no importa
la cantidad de tiempo que inviertas
en crear un poema,
importa que parezca
haberse creado en un instante y solo,
que solo te atraviese,
que solo desaparezca.





[de Antibiótico, 2012]

lunes, 9 de julio de 2012

Ruido Blanco según Alberto García-Teresa (Artes Hoy)

Esta reseña escrita por Alberto García-Teresa salió publicada hace poco en la revista Artes Hoy. La reproduzco entera.

"
El ruido blanco es una señal aleatoria que se caracteriza por el hecho de que sus valores de señal en dos tiempos diferentes no guardan correlación estadística, que contiene todas lasfrecuencias y todas ellas muestran la misma potencia. Así, su densidad espectral de potencia es una constante. Es decir, su gráfica es plana, nos indica Wikipedia.
A través de este símbolo, Raúl Quinto nos expone la incomunicación y la sobreexposición a la información que provoca el aturdimiento, el desentendimiento y la apatía en nuestra sociedad («al vacío se llega por exceso de representación»). La asepsia de las imágenes que utiliza el poeta, su frialdad, se corresponde extraordinariamente con la atmósfera de deshumanización con la que retrata nuestra realidad. Por tanto, Quinto demuestra una excelente elección de campos semánticos (una habilidad ya demostrada sobre todo en su anterior La flor de la tortura) que anula la capacidad de empatía.
Además, el escritor yuxtapone en sus piezas las imágenes, con lo que presenta una construcción que manifiesta una organización muy visual (no en vano, explícitamente juega con el lenguaje cinematográfico: «primer plano de las manos de William Parsons. Fundido en negro»), presuntamente objetivista, o también a una, como llega a indicar el propio autor, «composición cubista». En ese sentido, se denuncia con este método la falta de nexos, de vínculos que relacionan la información y que demuestran su causalidad. En nuestra cotidianeidad, esta parcelación es un mecanismo de manipulación, pues presenta una realidad aislada, que aborta o dificulta una posible crítica estructural, amortiguando por tanto los efectos del capitalismo. Igualmente, responde a una sociedad compuesta de sujetos aislados que, en definitiva, remite al individualismo que, no en vano, impera en nuestros días. La propia estructura de los poemas se interpreta en ese sentido, ya que muchos versos están compuestos de oraciones formadas por sintagmas nominales.
Así, Ruido blanco aporta una lectura política evidente. Pero Quinto con mucha habilidad sabe mostrar su denuncia a través de la propia forma de enunciación; con la presentación de un discurso que no es explícito, que no ofrece conclusiones y que, en esencia, exige al lector que discierna del ruido, obligándole también a llevar a cabo un acto que le dota de capacidad política.
Quinto agudiza tanto el registro aséptico de su, por otra parte, original La piel del vigilante , como la fuerza de unas poderosas imágenes, basadas con frecuencia en elementos corporales, que no buscan ni la belleza ni el lirismo: «Miles de transistores sobre el lecho de un lago drenado». Incluso recupera su violencia y su aliento surrealista, especialmente en la serie de poemas escritos en cursiva: «el verde hálito de las farmacias humedeciendo las quemaduras».
Con todo, el autor denuncia la falta de pensamiento crítico y la manipulación y control a través de los medios de información: «Transmisiones de radio: una señal / emite todas las frecuencias. // Igual a cero». Además, en algunos momentos, se asocia a la exposición del horror de la guerra, como cuando vincula el blanco (otro símbolo constante en todo el volumen, al igual que el de vacío) con la explosión de la bomba nuclear.
El libro está armado con dos series de poemas, junto con otras piezas independientes de ambos. Una es el ciclo de Christine Chubbuck, que es el personaje que da unidad a un volumen ya de por sí muy cohesionado. Se trata de una presentadora de televisión que se suicidó en directo tras anunciar: «De acuerdo a la política del Canal 40 de brindarles lo último en sangre y entrañas a todo color, están a punto de ver otra primicia: un intento de suicidio». Este conjunto de textos resulta especialmente brillante.
Al aludirla se pone de relieve la presencia de la televisión en nuestra sociedad.
El otro conjunto se compone de poemas de versículos, editados en cursiva, con títulos entre paréntesis que aluden a procesos y elementos biológicos o físicos mayoritariamente. Poseen mayor desarrollo descriptivo. No responden tanto a la denuncia de la incomunicación, pero sí manifiestan con potencia esa atmósfera deshumanizada; desierta, solitaria (donde se pueden otear ambientes propios de J.G. Ballard).
En ese sentido, aparecen procesos químicos y físicos que concluyen en la homogeneización de sus componentes, en principio distintos. De este modo, habla de la uniformidad del pensamiento actual.
Además, se constata la reescritura continua de la Historia, de los hechos. Critica la construcción y reconstrucción de una realidad falsificada, de un mundo aparente y hueco: «Diseña un edificio cuyas puertas / desaparezcan una vez cruzadas»; «el encuadre lo es todo». Así, resuenan continuamente los situaciones en esta obra.
Sin embargo, la falta de conciencia, de crítica, no priva de una apariencia de vitalidad: «Algunos aseguran / que una cabeza separada / del cuerpo puede continuar consciente / casi medio minuto». En ese sentido, no resta importancia el autor a la responsabilidad de los individuos al aceptar y convivir con esos principios: «Lo que vendemos / es lo que quieren, lo que son. // Es el deseo. Y su amnesia. // Cubren los ojos con las manos / y dejan un resquicio / para seguir mirando. // Es lo que quieren, // su miedo en una caja de cristal».
A pesar de ello, se cuela la esperanza: «te abrazo con fuerza esperando que la onda expansiva nos esquive»; «esperar el derrumbe». Sin embargo, se trata de brillos muy puntuales en un registro, en general, desolador.
Siete notas a estos 36 poemas revelan al lector contextos o alusiones. Sirven para iluminar el poema, no para explicarlo (recordemos a Enrique Falcón cuando indicaba que «debido al asombroso éxito de las tácticas de invisibilización de la propaganda a la que se enfrenta, un poeta político no debería dar por supuesto el hecho improbable de que los lectores conozcan por entero el mundo en el que viven. Por ello, en ocasiones la poesía política ha de seranotada»). Además, el escritor introduce en ocasiones alusiones muy concretas.
En suma, Ruido blanco resulta un breve pero excelente poemario, que sabe hábilmente elaborar una crítica social de una manera integral, arriesgada y coherente.


Alberto García-Teresa "

jueves, 5 de julio de 2012

Diálogo de espejos rotos.


CLAROSCURO DEL BOSQUE, Marta Azparren-José Luis Gómez Toré. Amargord Ed, 2011, Madrid, 80pp.



Escribir siempre es dialogar: con el lector, con el idioma, con el mundo dentro y fuera de uno mismo. El mundo que no es otra cosa que lenguaje. La poesía siempre es un diálogo oscuro, una conversación a punto de romperse. O ya rota. Como si hubiera hilos, cordeles, que ataran el sentido a las palabras, el lenguaje a su sombra. Y no hay más remedio: esos hilos están cortados, mordidos, anudados unos con otros en una maraña ciega. Lo podemos llamar misterio del decir. El decir otro. La poesía como arroyo de luz negra. Con matices, esto nos suena.
            Paul Celan escribió un poema llamado Todtnauberg donde ¿cuenta? su encuentro con Martin Heidegger en su cabaña de la Selva Negra. Su conversación. El poeta y el filósofo atados por sus propios hilos. Lo hemos apuntado. Pero también el judío que sobrevivió al holocausto y el alemán que simpatizó con el nacionalsocialismo. Un espejo roto en mil pedazos entre ambos.
            Con eso conversa este libro que a su vez se construye, inevitablemente, sobre otro nuevo diálogo: el de la poesía de José Luis Gómez Toré (Madrid, 1973) y la obra plástica de Marta Azparren (Tenerife, 1968). Conversa la poesía con el dibujo, y estos con Todtnauberg, y Celan y Heidegger conversan en la cabaña, sus vidas y sus obras mantienen un diálogo feroz sobre el sentido del lenguaje y el abismo al que puede asomarse el hombre al mirarse dentro. Hay un bosque de palabras rotas , de signos a punto de dejar de ser. Esa es la idea. Perderse en él. La compañía es inmejorable.



lunes, 2 de julio de 2012

IDIOMA (Rafael Cadenas)

Rehuyes el énfasis,
bajas la voz,
te acercas.

Solo quieres
que el viejo metal
suene como encantado.




[de Sobre abierto, 2012]