Publiqué este artículo en el periódico Diagonal a raíz de la publicación del volumen II de la Poesía Completa de Javier Egea, libro que presentaremos en Almería el próximo 8 de mayo a las 20h en la Biblioteca Villaespesa (estaremos en la mesa José Andújar Almansa, Juan Pardo Vidal y un servidor).
El rescate de Javier Egea (contra la pólvora y el
olvido)
En 1999 Javier Egea decidió cerrar el siglo XX con un certero disparo de
escopeta. Cerrar sus ojos para siempre, tal vez para que muchos acabaran
abriendo sus viejos libros de poemas. Fácil erigir sombras románticas en torno
al poeta maldito: comunista, alcohólico, suicida, dueño de una obra mutante
entre la radicalidad y el compromiso. Y además, como para acrecentar el mito,
casi subterráneamente, se fue extendiendo un incómodo manto de silencio,
por las polémicas entre herederos, antiguos amigos y autonombrados guardianes
de su legado. Y mientras, claro, los libros dormidos.
Por suerte hace un par de años cambió el signo del
olvido y Bartleby Ed. pudo rescatar su
poesía completa. Y con ese rescate muchos pudieron descubrir a un autor
distinto y necesario. Alguien que evolucionó desde la admiración formal a los
clásicos hasta el irracional mundo psicoanalítico o pop de sus últimos libros,
pasando por el desarrollo consciente y efectivo de lo que él mismo vino en
llamar poesía materialista. Es decir, Marx. O Althusser, o las teorías del
profesor Juan Carlos Rodríguez. En verso y a quemarropa, alcanzando cotas de
intensidad que ningún otro poeta de aquella Otra Sentimentalidad que ayudó a
fundar llegó a rozar, pese a que la vida y el canon los acabara tratando mejor.
Así rescataron, al menos, tres libros fundamentales de
la década de los 80, del limbo de la descatalogación: Troppo Mare, Paseo de los
Tristes y Raro de Luna. Con
versos de esos por los que una obra merece sobrevivir. De esos que nos dan
herramientas de supervivencia a sus lectores. Todo más allá del mito, de las
gafas redondas y la voz profunda perdiéndose por los bares de Granada
hasta el disparo final.
Pero ahora se completa la imagen, pese al riesgo de
emborronarla, con la publicación, también por Bartleby de más de quinientos
poemas inéditos. La obra que Egea no quiso que formara parte de su obra. O al
menos así fue con el grueso de este nuevo volumen. Una joya pulida para el
morbo o la erudición, para el fanático y el historiador. La pieza que faltaba
del puzle también. Por eso encontramos de todo aquí. Desde poemas absolutamente
deslumbrantes hasta otros de circunstancia amorosa o política. De juegos
verbales para reír con los amigos a bocetos que apuntaban al infinito y
quedaron a medias. Un laboratorio donde vemos más desnudo que nunca a Javier
Egea, con sus obsesiones, luchas y frustraciones. Pero donde inevitablemente
también hay mucha y buena poesía. El especialista Jairo García Jaramillo
analiza, además, con rigor y minuciosidad los textos y la historia vital
subyacente, regalando de paso un nuevo documento indispensable para estudiar la
obra de un poeta que quiso vivir la poesía y que la poesía estuviera viva, y
que encontró el cauce para su militancia activa por un mundo mejor (según los
parámetros marxistas revolucionarios) en una obra poética radicalmente
comprometida. Y así quedaron sus poemas, a pesar del ruido de la pólvora y la
desmemoria. Ensordeciéndolo todo.
MAÑANA
Cuando caiga tu casa y dejes
sus ruinas
y amanezca
y sientas los despojos en el
patio
colgando torpemente como
heridas de trapo
y te duela la carne
y allí te reconozcas,
sabrás que aquel imperio no
era sino muerte
y tomarás tu bolsa de
basura, tu parte de miseria
para llevarla siempre
contigo y con amor.
(poema inédito de junio de 1981)
(artículo publicado en el Diagonal de la primera quincena de abril de 2013)
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