lunes, 17 de octubre de 2016

POESÍA DE CÓDIGO ABIERTO. UN EXPERIMENTO.




En 2014 enrolé a 35 poetas en lo que pretendía ser la primera obra editada en España con poemas de código abierto libremente intervenidos. Un experimento de escritura colaborativa que acabó convertido en un hackeo, en un virus.  En principio el material generado iba a ser publicado por una editorial de poesía online que, casualidad o karma, quebró antes de darle luz.
De acuerdo. El lenguaje es un virus, dijo William Burroughs. Algo que infecta todo lo que se relaciona con él; y no hay relación posible fuera del lenguaje. La poesía es el lenguaje reclamando su materialidad, su condición de virus en música. Un virus incontrolable que se transforma con cada nuevo contagio. El mismo poema siempre es otro. Un virus, la puerta al infinito. Y sin embargo los poetas creemos que el poema debe esculpirse en mármol, que el verso es la palabra perdurable, lo que no cambia en un mundo que gira demasiado rápido. Los poetas creemos que el poema permanece porque ansiamos permanecer nosotros. Los libros escritos y firmados, los versos citados y los diccionarios enciclopédicos. El yo también es un virus. Una cepa moderna, con no más de tres siglos. Grandes nombres grabados en mármol debajo de versos memorables. Somos hijos del virus. Así que la idea es actuar como tal, infectarlo todo deliberadamente. Infectar la noción de autor y la idea de poema. Podrir el mármol y ver qué hay debajo.
El experimento:

1-      Se reúne a 35 poetas dispuestos a renunciar a sí mismos. Cada poeta selecciona un poema de algún autor que considere relevante. Esos poemas se introducen de manera aleatoria en un programa de sorteos, de tal forma que el azar selecciona cinco. Estos serán los textos sobre los que se habrá de intervenir: poemas muy reconocibles de Antonio Machado, Francisco de Quevedo, Claudio Rodríguez, Antonin Artaud y José Ángel Valente.

2-      Se concreta fecha y hora y se cuelgan los poemas en una página de Titan Pad, un editor de textos colaborativos en red que tuvo cierto éxito durante las acampadas del 15M. Previamente los poetas se han inscrito como usuarios de forma anónima, no hay forma de saber quién es quién ni quién escribe qué. Durante una hora podrá manipular libremente los poemas. También pueden usar el chat de la página para coordinarse o no, pero los poemas se acaban transformando sin apenas control, con una pulsión salvaje y apenas humana. Es como si el mármol se derritiera.  El resultado final no tiene nada que ver con la obra inicial.

3-      La sesión se graba en vídeo, un visionado acelerado muestra el crecimiento y mutación de los poemas, como si fuera un organismo vivo. El lenguaje se devora a sí mismo, el sentido aparece, desaparece, se reconecta, se disfraza y emerge al borde de su propia posibilidad. Cada diez minutos se realiza una captura de pantalla para observar la fotografía detenida del proceso, para ver en qué poemas se ha ido transformando el poema. La obra es eso, y los interrogantes que convoca.


La idea tiene que ver también con la necesidad de encontrar un modo de escritura poética propia de Internet, como la hubo de la oralidad o de la página escrita tras la invención de la imprenta.  Entendemos, transmutando el adagio de Marshall MacLuhan, que el medio es el lenguaje, que cada formato condiciona la forma de expresarse. Que la literatura también es fruto de la tecnología. Así cuando la poesía era esencialmente de transmisión oral la métrica y la rima permitían una nemotécnica sencilla para bardos, juglares o ancianas frente al fuego. Igualmente cuando la imprenta fijó los versos a las páginas de papel  y la poesía se hizo íntima, esa necesidad de ritmo pautado fue desapareciendo y se fueron poblando los libros de poemas en verso blanco y libre, aparecieron los caligramas y se empezó a jugar con el blanco del papel como elemento significante del texto. Son otras reglas, otra forma. E igual debería ocurrir con Internet y sus nuevos límites, con su lenguaje. Si Internet es la unión de tres tecnologías: la digitalización masiva de la información, la comunicación de alcance mundial, e instantánea, en una red descentralizada a través de terminales de ordenador y la noción de hipertexto, entendemos que eso permite que acabe creciendo un nuevo tipo de escritura, un poema nuevo. El experimento pretende forzar lo que pueda dar de sí la segunda característica.  Una escritura en red, anónima e instantánea, similar al modo en que colaboran a distancia los programadores en las experiencias de crowdsourcing, algo que se podría llamar crowdpoetry.
Aunque al final se acabara imponiendo la lógica del virus informático.
Supongamos que los cinco poemas originales son productos literarios perfectos, destilados por el tiempo. Quevedo ha sobrevivido para nosotros. Valente no ha muerto porque podemos leer ese poema. La existencia de esos versos le da sentido y peso a la literatura, a la escritura de tantos. Cada poema es como un elemento de hardware en la máquina eterna de la literatura. La cosa funciona. Entonces. Nuestros 35 poetas son un virus troyano, un virus de sobrescritura que destruye el poema y al autor para crear una maravilla aberrante. El poema pierde su cuerpo y su función, la Historia de la literatura pierde pie. Antonio Machado ha sido hackeado. Antonin Artaud ya no puede ser más Antonin Artaud.
Porque aparte de tentar la posibilidad de una escritura en red nativa de Internet, la idea era debilitar la idea de yo, la noción moderna de autor. Los propios poetas participantes aceptaron borrar sus huellas en el proceso, que alguna frase brillante fuera eliminada o sustituida por otras casi automáticamente. Quien fuera al experimento con un cincel se encontró sólo agua. Los poetas no sólo hackearon el poema y al autor sino también a ellos mismos. La idea era la dilución del yo, entendiendo el yo como esa herencia del Romanticismo que está en la base del capitalismo (propiedad privada, búsqueda del máximo beneficio propio) y del sistema liberal (derechos individuales) y en la poesía y el arte de los dos últimos siglos y medio. La poesía se agarra al yo con insistencia, desde lo puramente textual hasta la simple marca del nombre sobre el poema: la autoría. La autoría se puede entender como una pieza más dentro del entramado capitalista (derechos de autor, propiedad intelectual), y no deja de ser, como el capitalismo, una realidad esencialmente moderna, por mucho que se encuentren rastros más antiguos que indiquen su trazabilidad. Lo habitual a lo largo de la Historia es que la escritura poética sea una experiencia colectiva. Valgan un par de ejemplos para refutar esto, dos nombres propios tallados en la dura roca de la eternidad literaria y que jamás fueron un solo autor: Homero y William Shakespeare. Homero es el nombre que se le da a la recopilación de relatos orales, enriquecidos y transformados colectivamente, que se fijan por escrito en el siglo VIII aC. No hay un Homero escribiendo la Ilíada que tú lees ahora, tampoco es el mismo autor de la Odisea. Y sin embargo le imponemos un nombre. Del mismo modo Shakespeare es una marca a la que convenimos adjudicar la autoría de Hamlet o de La Tempestad, pero se sabe que esas obras de teatro, como las pinturas barrocas, eran obras de taller, escritas a varias manos, y probablemente aquello de “ser o no ser” ni siquiera fuera escrito por alguien llamado William Shakespeare, del que además tampoco se sabe a ciencia cierta que fuera siquiera alguien.
Así que este experimento no es un paso adelante tecnológico sino más bien una regresión, una vuelta al estado anterior a la infección.
Si observamos la reproducción acelerada del proceso en la pantalla del ordenador lo que dijo Burroughs se muestra transparente, efectivamente el lenguaje es un virus. Bien. La poesía es el lenguaje que gira sobre sí intentando reflejar todo en su espejo. Vista en la pantalla cada palabra en mutación no es nada, es una danza sin música. Ahora vendría bien citar a Nietszche y decir que seguramente seamos nosotros los que no somos capaces de oír la música viral, las notas son las voces rotas de Juan Carlos Mestre, Sofía Castañón, Carlos Pardo, Rubén Martín, Elena Medel, Layla Martínez, Borja de Diego, José Daniel Espejo, Vicente Luis Mora, Antonio F. Rodríguez, Lola Nieto, Enrique Falcón, Julio Mas, Erika Martínez, Javier Moreno, Berta García Faet, Unai Velasco, Julieta Valero, Luci Romero, Sandra Santana, Alberto Santamaría, Laia López Manrique, Alex Portero, Luis Bagué, Cristina Morano, Begoña Callejón, Cecilia Quílez, Sergi de Diego Mas, Jesús Jiménez Domínguez, Ana Gorría, Martín López-Vega, Yaiza Martínez, Carmen Camacho, Ángel Cerviño y María Eloy García. Sin ellos el experimento no habría pasado de una ocurrencia en mi cabeza. Podría anotar aquí algunas conclusiones acerca del control y la entropía, decir que era imposible reproducir la escritura de un poema en red de manera ordenada en una hora, porque no tiene límite de tiempo la escritura de un poema individual, y se pueden tardar meses o años en cerrar un texto. Así que la premisa con la que se convocó a los 35 era falsa. Se trataba de hackear poemas, una venganza refinada y absurda contra la Historia de la Literatura.





Un poema hackeado de Claudio Rodríguez en 7 fases de mutación.

Fase 1: poema original
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.

Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo —esto es un don—, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.



Fase 2.


Siempre la realidad viene del excremento.
No se halla entre las cosas -ni en los satélites
ni en la alta bóveda del cielo -discrepo
sino en las altas cámaras del miedo -el viento es la cúpula
Así amanece el día; así la noche -tiemblo
cierra la gran suite de sus sombras -danza
el agente entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al fondo
Moscú se esconde del espacio mas 
los satélites -emula la inteligencia artificial al agua  
mientras el cielo gélido se divide -entrepierna
en retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite e
[fragmentos donde
la ropa hierve -o no- para alejar el poema].

Dónde hallar la pregunta,
¿es acaso respuesta la nota al pie    [lateralidad]


Y esto es un puente. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los dormidos? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto? ¿Quién susurra en mis¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, calibre sediento de sombras, Yog-sothoth!
de un lugubre lulú gututal bretón escondite salta
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, ante un acto espectral.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar luna tan alta?
¿cómo voy a tener luna



Fase 3.


Siempre a la realidad le importa un bledo, es atroz.
No viene hacia las cosas, pues participa al tiempo
del cielo y sus ventajas
sino en las altas cámaras del medo- protesto
el viento es la cúpula
Así anochece el día; así la noche dice sus escasas palabras -tiemblo
cierra la gran suite de sus sombras -danza 
                                                              yo también tiemblo
el agente entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al fondo
Moscú se esconde del espacio sin
embargo los
satélites -emula la inteligencia artificial al agua  
mientras el cielo gélido se divide -entrepierna
en retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite contra el espacio
                                                                           yo también
                                                                           discrepo
[fragmentos donde
la ropa hierve -o no- para alejar la enfermedad].

Dónde hallar la pregunta a todo este ruido
¿es acaso respuesta la nota al pie?
¿kanciones antidisturbios?
                                                                Silencio:
                                                                [lateral
                                                                pornografía
                                                                del caos]
                                                                 
Y esto es un puente que hay que cruzar. ¿Quién hace menos confiados
cada vez a los huidos -su prisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si estás?
¡Si ya nos llega, ya llega a la indómita
a la manera de los vivos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,




Fase 4.
Siempre a la realidad le importa un bledo, es atroz.
No viene hacia las cosas, pues participa al tiempo
del cielo y sus ventajas
sino en las altas cámaras del medo- protesto
el viento es la cúpula
Así anochece el día; así la noche dice sus escasas palabras -tiemblo
cierra la gran suite de sus sombras -danza 
                                                              yo también tiemblo
el agente entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al fondo
Moscú se esconde del espacio sin
embargo los
satélites -emula la inteligencia artificial al agua  
mientras el cielo gélido se divide -entrepierna
en retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite contra el espacio
                                                                           yo también
                                                                           discrepo
[fragmentos donde
la ropa hierve -o no- para alejar la enfermedad].

Dónde hallar la pregunta a todo este ruido
¿es acaso respuesta la nota al pie?
¿kanciones antidisturbios?
                                                                Silencio:
                                                                [lateral
                                                                pornografía
                                                                del caos]
                                                                 
Y esto es un puente que hay que cruzar. ¿Quién hace menos confiados
cada vez a los huidos -su prisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si estás?
¡Si ya nos llega, ya llega a la indómita
a la manera de los vivos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,



Fase 5.


¿CONOCEMOS TODO EL UNIVERO?
Ya que la eternidad viene de eterno
y nosotros,
desde las altas cloacas del bledo,
gobernamos con semejante desgobierno:
buscamos cópulas, acentos, mundos, testimonios fósiles
y así anochece el día; y así la noche traza 
su perímetro -su suite de sombras- danza 
                                                              yo también tiemblo
tiembla el enemigo [1] -entrelazando el amigo al fondo
Moscú se esconde:
despacio caen satélites y emulan 
la inteligencia vertical 
del agua clara  
mientras el cielo gélido se divide en la entrepierna
-retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite contra el espacio
                                                                           yo también
                                                                           discrepo
[fragmentos donde
la ropa hierve -o no- para alejar el mundo del poema].

Dónde hallar la pregunta a todo este ruido- en el ojo de aquella aguja
¿es acaso respuesta? 
¿kantianos antidisturbios? ¿protestantes de Heráclito? ¿plácidos heideggerianos?
                                                                Silencio:                                                                [lateral
                                                                pornografía                                                                 del caos]
El sexo como reseteado, rasurada la palabra cero
que encela al diccionario                                                                 
Un puente se cruza o no es puente
                                            ni acaso. 
¿Quién hace menos confiados
cada vez a los banqueros -su divisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si estás? ¿Quién da la vez?






Fase 6.

Ya que la eternidad viene de infierno
y nosotros, desde las altas cloacas del miedo,
gobernamos con semejante desgobierno:
buscamos cópulas, acentos, mudos testimonios fósiles
y así nos luce el pelo; y así la noche traza 
su perímetro -su suite de sombras- danza 
                                                              temblor también
tiembla enemigo tiembla [1] y devuelve el amigo hondo
que escondiste en el este:
cae tus baluartes, yo te oiga el rozamiento: el espacio
                                                                           tiemble yo también
                                                                           descuente piedras
reste fragmentos donde la ropa hierve para alejar el mundo del poema.

Dónde la pregunta a todo este ruido- en el ojo de aquella aguja
¿es acaso respuesta que el mundo tiembla en cada aposento?

Aletea el diccionario                                                                 
Un puente se cruza o no es puente, 
toda biografía necesita sus hilos                                            
¿Quién hace menos confiados
cada vez a los banqueros -su divisa? ¿Qué diminuto euríbor
contiene el antídoto -el alfiler del azúcar? ¿Quién da la vez?
¡Si ya nos llega, ya llega a la indómita costilla
alimento ceremonial
a la manera de los vivos tuyos que pariste 
y se cierne, y se aleja y, aún remota, te llaman con su voz
han piado y nada es obvio (Gólgota suite)

¿Cómo voy a esperar luna tan muerta?
¿cómo voy a tener luna o moneda cuando llore la niña loba?
¿Nunca sacia su sed de dentadura?
Ansia de rotación y sed de traslación.



Fase 7: Producto final.

Ya que la eternidad viene de infierno
y nosotros, desde las altas cloacas 
gobernamos con semejante desgobierno:
buscamos cópulas, acentos, mudos testimonios fósiles
y así nos luce el pelo; y así la noche traza 
su perímetro -su suite de sombras- danza
                                                              anublado estribillo 
                                                              temblor también
tiembla enemigo tiembla y devuelve el amigo hondo
que escondiste en el Este:
cae tus baluartes, dios te oiga el rozamiento: el espacio
                                                                           tiemble yo también
                                                                           ándeme caliente / descuente piedras
reste fragmentos donde la ropa hierve para alejar el mundo del poema.
                                                                           trofeo y ofrenda
Dónde la pregunta a todo este ruido, dónde el ojo, el lugar para la aguja. ¿Responde acaso que el mundo tiembla en su aposento?

Pende el diccionario de su estante acrílico 
y la poca luz desmocha las palabras.
Todos saben que la luz es tísica y no atraviesa,                                                                
que un puente se cruza o no es puente, 
que toda biografía necesita un muerto
(le totémisme aujourd'hui) a ras de ti
                                            
¿Quién hace menos confiados
cada vez a los seres? ¿Qué diminuto rubor es estar vivo?
¿Qué contiene el antídoto -el alfiler del azúcar? ¿Quién perfuma los pocos paños?
¿Quien eres? ¡Que ya nos llegas, ya hiendes nuestra costilla
con alimento ceremonial,
aplazas por minutos la condena
a la manera de los vivos tuyos que diste a nacimiento,
y nos ciernes, y alejas y aún remotamente nos llama tu voz
negada y sólita (tu Gólgota, tu negra suite).


 (publicado en la revista Quimera de mayo de 2016)