sábado, 12 de octubre de 2013

Un espejo lleno de ruido (en el CAF)+ DIES IRAE (Jean-Gabriel Périot)

Hace unos días fui a ver la exposición Obra-Colección que hay en el Centro Andaluz de la Fotografía de Almería, y no he tenido más remedio que escribir la siguiente reflexión que hoy sale en el periódico. La exposición sigue unas semanas más, aprovechad, que merece la pena.

Un espejo lleno de ruido (en el CAF)

En la primera planta del CAF hay ahora mismo una exposición que bien podría ser un espejo. Uno lee que el comisario es Joan Fontcuberta y como ha leído a Fontcuberta sabe de antemano que se va a encontrar reflexiones de gran calado sobre la mirada y las máquinas de mirar. Reflexiones: reflejos. Vamos y vemos las paredes empapeladas con imágenes que nosotros mismos creamos, fuera del museo, con la esperanza cotidiana de estar generando una serie de huellas únicas que describan nuestras vidas, que digan que nuestras vidas son únicas, especiales, como dicen que son las obras de arte. Pero el registro de nuestra vida y nuestra mirada diseminada en las fotografías que no paramos de hacer desde nuestros móviles o nuestras cámaras digitales demuestra que eso único y especial es simplemente la copia de una copia: un producto repetido, una nada simbólica igual a miles. 

En una pared del CAF hay una obra de Penélope Umbrico que consiste en las 1200 fotografías que se subieron al portal Flickr el 1-7-13 con el tema de la puesta de Sol. Una amalgama de ruidos repetidos. Tu momento especial y único, esa luz y ese espíritu que quieres compartir en la red, como un reflejo repetido y apagado. Consumimos sentimientos, y su elaboración simbólica, hechos en serie como productos fabriles. Es lo que tiene la sociedad de masas, es lo que ha facilitado Internet. Nuestra individualidad como un algo más de lo mismo. Richard Simpkin expone una cronología con decenas de fotos desde 1985 a este año acompañado por un famoso. El trofeo que nos hace únicos es sólo la copia de lo que todo el mundo hace. El artista rescata esto a la mirada cotidiana y demuestra que vivimos en medio del ruido visual. Más de 500 millones de imágenes se suben diariamente a Facebook, vidas, repeticiones, rituales que se creen únicos pero que delatan la clonación de la vida, la copia como ritual de estar vivo y contarlo. Hay otra obra: Dies Irae, de Jean Gabriel Périot, que muestra en una pantalla una sucesión de imágenes sacadas del buscador de Google, que se van sucediendo a un ritmo frenético: carreteras, calles, interiores de casas o cárceles. Cientos, sin apenas tiempo de fijarse en tu retina. Puro ruido. El mundo que hemos creado pasa así ante nuestros ojos. Ahora que podemos verlo todo, que lo fotografiamos todo, que compartimos todo lo que vemos todos; ahora resulta que no podemos ver nada. Que todo parece lo mismo y acabamos emulando esa simplificación en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Todo eso dice la exposición. Asómate a ese espejo y, por qué no, comienza a quebrarlo.   



1 comentario:

Jaime dijo...

En la obra de Penélope Umbrico y la de Richard Simpkin, no me parece, (al menos por lo que leí en esta nota) que estén realmente pensando y sensibilizándose con ese tipo de imágenes, no se toman y se suben para ser únicos, sino al contrario, para pertenecer y compartir, una fotografía de presenciar y capturar un amanecer es una invitación que alguien te hizo a través de una fotografía y que ahora tú le haces a otra persona.