sábado, 28 de noviembre de 2009

MÁSCARA DE BAILARINA (Otto Steinert)

La radiación que acabará con todos, el flash que en un instante desnuda nuestro cuerpo a su desnudez absoluta. Podemos pensar en el instante cero-nagasaky, en un atolón del Pacífico. Podemos pensar en la solarización de Man Ray. En el impulso nervioso de la antimateria, su molécula negra atrevesando la carne. No sólo la manipulación del negativo, no sólo la incursión al otro lado del espejo. Quedémonos mejor con la explosión, o con una cámara de fotos que ve lo que hay dentro: posa la bailarina y la fotografía cartografía el movimiento de su danza, como un perro futurista italiano, pero desde el estatismo. Estática. Sí. También puede ser la imagen del ruido blanco que rodea y deforma el rostro de la bailarina. O no. Es sólo un truco fácil, se desdobla la imagen y punto. Vale. Pero eso no implica la belleza del rostro (sí, en el fondo eras tú), la triple mirada blanca, el eje de simetrías que busca sin compasión el centro de nuestra congoja. No es la facilidad sino la efectividad, y no es tanto la física como el misterio. Perfecto. Deja tus ojos en los suyos y que comience el baile.

2 comentarios:

rubén m. dijo...

Esta imagen me suena de algo ;)

Máscara mortuoria tal vez, el movimiento impreso a la fuerza en lo inerte, con violencia, con radioactividad. Hay algo en esta fotografía que viola las leyes de la mirada, algo que turba y obliga a mirar de nuevo.

un abrazo

raúl quinto dijo...

claro que te tiene que sonar, es una de esas imágenes obsesivas que me (nos) persiguen un tiempo, el tercer ojo, el sueño siamés, esas cosas... un placer encontrarte aquí, siempre al pie del cañón :)