Luego no volverá a aparecer hasta el final de la película. En el Zaguán se pudo ver la secuencia del primer y extraño encuentro entre Jane y Travis, mejor no la reproduzco aquí. La segunda vez, como ya dije aquella noche, es una de las secuencias más tremendas de la historia del cine, según mi opinión. París, Texas comienza con una brutalidad visual y sonora, con Travis en el desierto, y acaba, casi, con una larga secuencia donde todos los secretos estallan, donde todo se sabe ya, y la verdad, y Jane, no pueden golpear con más fuerza. Memorable, más aún si los ojos de Natasjia Kinski están ahí. En fin que a mí tocó subir y recitar el poema que sigue sobre Jane. Después me bajé. El narrador dijo unas últimas palabras y el maestro Carmona fue dejando que el humo de la noche y el parpadeo de la pantalla fueran uno más de los acordes de su guitarra.
JANE
No está, no es. Su imagen se proyecta
parpadeante en las entrañas
de un animal herido, la luz lenta
del Súper 8 deshilacha
cada uno de sus rasgos, no es ella
la que gira en la playa,
la que besa otra sombra.
No es, siquiera un nombre susurrado
frente al espejo, voces que se hilvanan
en una sola voz. No está, no es.
Jane: el amor escribe su grito en tu iris.
El agujero negro regurgita
el fósil de una estrella,
y comienza a latir la luz, su vértigo.
Jane: una caravana ardiendo en el desierto.
Y las huellas borradas.
Y la nada creciendo.
3 comentarios:
la nada es algo que marca bastante la película, como la sensación de soledad del espectador en algunos planos...así que sí, nada mejor para darle poesía
Cojonudo
muchas gracias, amigos.
queda pendiente un poema al color de ojos de la Kinski.
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