jueves, 19 de junio de 2008

JANE (Raúl Quinto)

Ya toca ir cerrando el hilo de París, Texas. Como sabéis los que habéis visto el film desde el principio, desde esa extraña irrupción de Travis en la pantalla, se sabe que hay un secreto, que algo extarordinario y terrible ha pasado en la vida de esa persona, algo que ha provocado que Travis sea Travis, que Walter sea Walter, y que Hunter sea Hunter. Ese secreto es una de las líneas de fuerza más potentes de la película, y en el núcleo de ese secreto sabemos que está Jane. La mujer, la madre. Es el personaje que menos minutos aparece, pero su ausencia es tal vez el protagonista principal de la trama. La primera vez que sale, ya mediado el metraje, es una antigua grabación en Súper 8, fantasmal, elíptica, muda.





Luego no volverá a aparecer hasta el final de la película. En el Zaguán se pudo ver la secuencia del primer y extraño encuentro entre Jane y Travis, mejor no la reproduzco aquí. La segunda vez, como ya dije aquella noche, es una de las secuencias más tremendas de la historia del cine, según mi opinión. París, Texas comienza con una brutalidad visual y sonora, con Travis en el desierto, y acaba, casi, con una larga secuencia donde todos los secretos estallan, donde todo se sabe ya, y la verdad, y Jane, no pueden golpear con más fuerza. Memorable, más aún si los ojos de Natasjia Kinski están ahí. En fin que a mí tocó subir y recitar el poema que sigue sobre Jane. Después me bajé. El narrador dijo unas últimas palabras y el maestro Carmona fue dejando que el humo de la noche y el parpadeo de la pantalla fueran uno más de los acordes de su guitarra.









JANE



No está, no es. Su imagen se proyecta
parpadeante en las entrañas
de un animal herido, la luz lenta
del Súper 8 deshilacha
cada uno de sus rasgos, no es ella
la que gira en la playa,
la que besa otra sombra.

No es, siquiera un nombre susurrado
frente al espejo, voces que se hilvanan
en una sola voz. No está, no es.

Jane: el amor escribe su grito en tu iris.

El agujero negro regurgita
el fósil de una estrella,
y comienza a latir la luz, su vértigo.

Jane: una caravana ardiendo en el desierto.

Y las huellas borradas.

Y la nada creciendo.

3 comentarios:

el_hombre_que dijo...

la nada es algo que marca bastante la película, como la sensación de soledad del espectador en algunos planos...así que sí, nada mejor para darle poesía

Anónimo dijo...

Cojonudo

raúl quinto dijo...

muchas gracias, amigos.

queda pendiente un poema al color de ojos de la Kinski.