. EL ROMANTICISMO SUCIO DE GEORG TRAKL. Poesía completa . Georg Trakl (trad. José Luis Reina Palazón) Trotta, 2010.
Estrellas muertas: Morir a los veintisiete años de sobredosis de cocaína. A la misma edad que Jim Morrison o Kurt Cobain. Parece que el suicidio a esa edad es un salvoconducto al mito. Georg Trakl (1887-1914) responde a ese perfil de artista cuya vida puede acabar por desfigurar o devorar su obra. Drogadicto, atrapado en una relación incestuosa con su hermana pequeña, testigo de los horrores de la Gran Guerra y los terrores de sus batallas interiores. Suicida. Parece complicado leer a Trakl sin el filtro deforme del malditismo. Leerlo en tanto que maldito, su obra como correlato exclusivo de su azarosa vida. Y sin embargo, su poesía no necesita de esa intensa puesta en escena exterior, por mucho que para alguno la extrema biografía pueda suponer un estímulo para asomarse al vacío como aquella figura del cuadro de Friedrich. En este caso el abismo está más bien dentro de los poemas. Es cierto que dicen que la diferencia entre Trakl y otros contemporáneos que escribieron sobre la turbulencia y el límite es que Trakl sí que vivió aquello que escribía. Puede ser. La pregunta es si eso realmente importa. La biografía es una música que puede confundir y distraer, en Trakl la letra es ya de por sí apabullante .
Trakl de bolsillo: En menos de 250 páginas caben todos los poemas de una vida. Posiblemente habría sido preferible una edición bilingüe, sobre todo si se quiere que este libro sea el libro de referencia sobre el autor. El esfuerzo de reunir en un volumen toda la obra (libros, colaboraciones en revistas, poesía póstuma, versiones y fragmentos) era considerable y necesario. No obstante, algo nos dice que esta no va a ser la edición definitiva y canónica de la poesía de Trakl, que también ha pasado por manos de traductores como Jesús Munárriz y sobre todo Jenaro Talens, cuya edición de 2006 de Sebastián en sueños y otros poemas en Galaxia Gutenberg sigo entendiendo como el acercamiento más logrado hasta la fecha (Trakl es más potente y sus poemas no son sólo la intuición de un original inmenso sino textos que funcionan con amplia solvencia en castellano). Reina Palazón, como decíamos, ha acometido una empresa meritoria, como ya hizo por ejemplo con Paul Celan, y hay que valorarla en su justa medida, ahora bien, decisiones estratégicas globales como la de mantener la rima consonante provoca alguna deformación y algún ripio totalmente evitable. Por otro lado el prólogo establece una serie de comparaciones del poeta con sus contemporáneos más cercanos (Hugo von Hofmannsthal, Adolf Loos, Oskar Kokoschka y Karl Kraus fundamentalmente) bastante interesantes y oportunas para contextualizar a Trakl en la Austria de su tiempo, presa de las tensiones entre la incipiente vanguardia, el conservadurismo y la decadencia del Imperio. Trakl es fruto de su tierra y de su tiempo, pero claramente es un fruto extemporáneo. Trakl es una rareza tan moderna como anacrónica.
Etiquetado: No lo entiendo, pero sé que es genial, dijo Wittgenstein. Se habla de que Trakl sometía al lenguaje y a la vida a “una idealización por el sufrimiento”, que le daba la razón a Freud enhebrando al Eros en la aguja del Tánatos, que, como decía Rilke, en él: la caída es la excusa para la ascensión imparable. Por su parte el propio Trakl puede también hablar de sí mismo pero su yo se disuelve en la contemplación de un paisaje absolutamente connotado. Correspondencias simbolistas a lo Baudelaire, tal vez junto a Hördelin la referencia más evidente. Paisajes emocionales, mapas de la turbulencia y de la calma con el mismo mecanismo que las pinturas de un Meidner o un Kirchner. Ya nos van sonando las etiquetas: malditismo, simbolismo, expresionismo. Pero claro, esas etiquetas si se sumergen en la ciénaga acaban borrándose. Hablamos de los pilares de la modernidad y también de la carcoma que los pudre. Hablamos de Romanticismo Sucio.
Insisto en esa idea. En los poemas póstumos abunda una primera persona del singular que está casi ausente en sus publicaciones voluntarias en libros y en revistas. El yo evidente es un tema íntimo y en bocetos, ejercicios y experimentos asoma sin pudor, sin embargo en los libros el sujeto se transparenta en el paisaje hasta desaparecer, es la escena, es el poema. Los cuervos, las ratas, el humo de las tabernas, las aldeas cenicientas, las trincheras de Grodeck. Un sistema de referencias emocionales y físicas que comienzan siempre en la hora violeta del crepúsculo y crece como una mancha a lo largo de la noche. Ese es su mundo. El camino turbio entre el umbral y el interior, Sabe que en medio de un apacible prado de arroyos claros y hierba fresca se puede esconder la atrocidad y el crimen. Comprende que la enfermedad y la podredumbre acaba con arrasarlo todo. Que tal vez la vida no sea sino una lenta putrefacción.
Poemas al óleo, canciones que sangran: El volumen incluye sus dos colecciones de poemas (Poesía, de 1913, y Sebastián en sueño de 1915), los textos aparecidos en revistas como Der Brenner y una (des)ordenada secuencia cronológica de poemas inéditos a su muerte que incluye primeras versiones y esbozos de muchos de las obras mayores de Trakl. Esta segunda parte tiene un indudable valor arqueológico pero también nos ofrece algunas gemas ocultas que bien merecen el rescate por sí mismas. Valga como ejemplo esta segunda versión de un homenaje a Novalis (página 179): "En oscura tierra reposa el santo extranjero./ De oscura boca le tomó un dios la queja,/ cuando cayó en la flor de sus años./ Una flor azul / sobrevive su canto en la nocturna casa del dolor. " Poemas sobresalientes en un conjunto que debe ser leído más como tentativas y aproximaciones a la obra ya depurada por el autor para su publicación. Trakl es todo, ciertamente, pero Trakl es sobre todo lo que Trakl quiso que se publicara de Trakl. Y es allí donde encontramos desarrollado un estilo inconfundible donde Baudelaire acaba revolcado en el fango de la ciénaga y Hörderlin pudriéndose en una noche más tranquila y terrible. Donde se comienza apegado a la estrofa tradicional para terminar deshaciendo rima y metro en largos poemas en prosa como el magistral Sueño y entenebrecimiento (pag. 95) en cuyas líneas encontramos indicaciones para ahuyentar a los ángeles a pedradas. Sintomático: hay en toda su poesía una problemática relación con lo sagrado en sus múltiples formas: el ángel, los santos, la hermana. Es la misma inestabilidad de los paisajes interno-exteriores, probablemente la misma inestabilidad de un mundo moderno que va de cabeza a la barbarie, que no puede dejar de cuestionar los cimientos sobre los que ha sido construido. Lo hemos dicho, el mundo descrito por Trakl es un mundo enfermo que se desmorona, es el manso azul del lago tachado por la sangre roja de un ciervo degollado. Contrastes. Colores. Un ojo descarnado que ve el tuétano de las cosas. Leemos en estos poemas el trazo salvaje de los pintores de El Puente o los agresivos colores de El Jinete Azul. Porque Georg Trakl es quizás más un pintor que un poeta expresionista, porque aquí el color grita indecentemente y no hay matices, hay sólo “una canción que sangra”. Como esta al muchacho Elis (página 62) que puede dejar bien claro que no estamos ante un mito vacío del malditismo, sino ante un poeta mayor, necesario más que nunca en estos tiempos de penuria: "Elis, cuando el mirlo en el negro bosque llama,/ es tu declinar. / Tus labios beben el frescor de la fuente azul de las rocas. // Deja si tu frente sangra suave/ antiguas leyendas / y el oscuro sentido del vuelo de las aves. // Pero tú entras con tiernos pasos en la noche/ que cuelga cargada de uvas purpúreas, / y más bellos mueves los brazos en el azul. // Un espino suena / donde están tus ojos lunares. / Oh, hace tanto tiempo, Elis, que has muerto. // Tu cuerpo es un jacinto / en el que el monje hunde los céreos dedos. / Una negra gruta es nuestro silencio // de la que sale a veces un manso animal/ y deja caer lentos los pesados párpados./ Sobre tus sienes gotea negro rocío,/ el último oro de estrellas declinantes."
.
.
.
.
(reseña aparecida en la revista Quimera del mes de marzo)
6 comentarios:
No sabía que te habían dado el carnet moderniki-gafapasta (requisito imprescindible para escribir en Quimera) ;)
Interesante reseña, Raúl, pero me surge una inevitable pregunta: ¿qué tipo de esquizofrenia creativa se despierta cuando se pasa de reseñar partidos de fútbol a escribir sobre poetas? ¿Es posible el encaje bárbaro-ortopédico entre ambas líneas del conocimiento humano? ¿O no hay diferencia entre gol y metáfora, pues todo es bípedo, ímplume e irracional?
Desmelénate un poco en la respuesta...
Stalker,
obviaré tu desafortunado comentario sobre la revista, porque sé que en tu ánimo está la provocación, sana o insana, pero muy stalkeriana. Así eres, qué remedio, y habrá que quererte igual.
Sobre tu pregunta está claro que la respuesta más afortunada es la cita de Vallejo. Pero tiene incluso respuestas más sencillas: por ejemplo: las cosas se hacen en momentos diferentes, cuando reseño un partido de fútbol estoy en eso, cuando reseño un libro o la figura de un santo oscuro como en este caso estoy en eso sólamente.
Eso sí, la mirada es la misma, son mis mismos ojos los que ven el partido y los que leen el libro. Por eso mis crónicas de fútbol son un poco marcianas y a veces me pregunto qué es lo que pasará por la mente del aficionado medio cuando las lea. Qué misterio.
El caso es que soy un tipo al que le gustan el fútbol y la poesía, y que me veo capaz, porque lo compruebo, de encontrar la poesía que hay, y mucha, en los campos de fútbol.
En fin, tú has leído Idioteca y has visto como no me paro en barras a la hora de mezclar todo lo que cate mi paladar, sea cine gore con Rilke o Goya con los Sonic Youth. Digamos que en mi cabeza hay pocos compartimentos estancos y fluye un delicioso caos.
Hay cosas similares, escribo sobre poetas suicidas y sobre equipos que bajan a segunda división. En el fondo lo mío es perder.
Más que una reseña, es todo un artículo, un señor artículo, y de los mejores que he leído sobre Trakl: completo, poliédrico, complejo, afilado. Leerlo me ayuda a explicarme la conmoción que siempre me ha producido los poemas del austríaco, que ya conoces...
un abrazo
muchas gracias, Rubén. Trakl es uno de esas enfermedades que me contagiaste hace ya tela de años, como puedes comprobar la cosa ha ido a peor.
un abrazo.
Raúl:
aparte de que en lo sucesivo habrá que enmarcar en rótulos bien claros cuando uno bromea para que no haya malentendidos ni me perdones la vida con tu habitual condescendencia, permíteme un pequeño comentario sobre la "fortuna":
algunos tenemos que ser desafortunados en un mundo donde hay tantos afortunados, tanto discurso políticamente correcto y profiláctico ante las instancias que tutelan nuestra fortuna (en este caso, la revista Quimera).
Ocurre que una revista con un claro perfil editorial que privilegia un continente presuntamente rutilante en detrimento del contenido, el culto egoico de ciertas construcciones retórico-mercantiles (Nocilla, Pola Oloixarac, joven narrativa norteamericana)a la calidad, a algunos nos desalienta, porque nos parece falta de rigor y vendida a las listas de ventas. No todo es así, por supuesto: tu reseña de Trakl entra dentro de los contados artículos que se sustraen al mecanismo voraz.
Por lo demás, eres funcionario, te estás labrando un futuro como poeta con cierto reconocimiento, ejerces el monopolio del erotismo desenfrenado en la joven poesía española, haces footing, tienes un loro que habla arameo, escribes en Quimera... Así que cuando dices que lo tuyo es perder, perdona que mi podrida y malévola subjetividad esboce una sonrisa sarcástica, fangosa y nihilista.
Tu tampoco tienes remedio y hay que aprender a quererte como eres :)
un saludo desafortunado y en cal viva
confieso que lo del loro que habla en arameo me ha dejado tocado un rato... ¡no tengo ninguno! y voto a bríos que no cesaré en mi empeño hasta conseguir uno.
Mientras tanto leamos poemas como Grodeck, por ejemplo. Al fin y al cabo lo realmente importante son los versos, y por eso sí que somos afortunados.
un abrazo.
Publicar un comentario