lunes, 2 de noviembre de 2009

DE PROFUNDIS (Georg Trakl)

Hay un campo de rastrojos, cae en él la lluvia negra.
Hay un árbol castaño que está solo.
Hay un viento que silba alrededor de la choza vacía.
Qué triste es esta tarde.


Delante de la granja
la dulce huérfana aún recoge las escasas espigas.
Sus ojos muy abiertos y dorados pacen en el crepúsculo
y su seno aguarda al novio de los cielos.

De regreso al hogar
los pastores toparon con el dulce cuerpo
podrido en la zarza.

Soy una sombra, lejos de poblados oscuros.
De Dios bebí el silencio
en la fuente del bosque.

Un metal frío aparece en mi frente.
Mi corazón lo buscan las arañas.
Hay una luz que se apaga en mi boca.

De noche me encontré en un matorral,
erizado de escoria y de polvo de estrellas.
En las avellanas
sonaron de nuevo ángeles cristalinos.







[de Poemas, 1913]

7 comentarios:

rubén m. dijo...

Uf.

Uno de mis poemas favoritos de Trakl. Me pone los pelos como escarpias. Y además hoy he estado pensando repetidamente en el austriaco, calibrando la posibilidad de colgar un poema suyo en mi blog (me esperaré) antes de optar por Brossard y después recordando y releyendo esas traducciones que hice cuando estudiaba alemán.

Trakl es una forma de locura, una demencia suave pero precisamente por eso más verosímil, terrorífica y triste. La huérfana podrida en el espino, la belleza violenta del paisaje, la elipsis, el silencio de dios, el despertar "erizado de escoria y de polvo de estrellas"... dolor envuelto en aparente calma y dulzura.

No conocía esta foto, algo más joven de lo habitual, pero la misma expresión grave y la mirada absorta, fija, violenta. Siempre me ha dado un poco de miedo su rostro.

La traducción: reconozco que es la de Talens, realmente buena, un excelente gusto al escoger las palabras y sentido del ritmo. Precisamente es la primera que leí, en aquel libro de Hiperión, y la que me convirtió en trakliano a muerte durante un tiempo. Ahora soy trakliano en la intimidad.


un abrazo y gracias (por el mazazo)

raúl quinto dijo...

rubén,

conozco tu devoción por Trakl, es posiblemente uno de los autores más "presentes" en tu primer libro. A través de sus ojos y de los tuyos es más sencillo leeros a los dos. Tiene algo este Trakl que magnetiza, en muchos momentos su poesía es para mí como ese instante de calma que deviene tras el desastre. Como en este poema el sol calienta, los pájaros inundan con su trino, pese a que haya un cadáver horriblemente vejado, ambas cosas conviven y ambas cosas son "hermosas". Como escarpias se me ponen los pelos.

La traducción de Talens es la mejor que he leído, muy muy buena. Y qué bueno aquel libro de Hiperión con Stadler y Heym... ¿será posible encontrar algo de estos dos?


Por cierto nada de ser Trakliano en la intimidad, ya te quiero ver creando un club de fans en facebook.

un abrazo, por-ahora-único-trakliano-que-deja-su-cosa-aquí.

Ana Hidalgo dijo...

Trakl domina la sugerencia en este poema, y aunque el lenguaje está lleno de elementos y motivos que en principio me causarían rechazo (¿huérfana y encima dulce huérfana?, ¿pastores?, ¿fuente del bosque?, 100% modernismo) consigue posicionarme por encima de mi rechazo y decirme, expresarme.

En cuanto a mi relación previa con Trakl se limita a una breve antología (creo que de Visor) que encontré en la biblioteca de la Chana hace unos tres años (joder, cómo pasa el tiempo), supongo que habrá que intentar leer el libro de galaxia gutemberg a ver si su poder de sugerencia sigue estando por encima de todo lo demás.

Un abrazo.

rubén m. dijo...

Ana, precisamente lo que me estrecemece en Trakl es la conciencia de que ese lenguaje que mencionas es una huida imposible. Hace emerger lo oculto, lo violento, por debajo de esa idealización. El efecto es tan terrible en algunos momentos que uno no sabe hasta qué punto hay una intención literaria consciente en ello, o si en cambio Trakl vivía realmente así el paisaje y su ansia de huir de la realidad de las ciudades.

Entiendo lo que dices de la imaginería del poema. En ese aspecto Trakl me recuerda a Hölderlin: los dos parten de una retórica que hoy día parece gastada por completo -las efusiones sentimentales de Höldrlin, sus dioses griegos idealizados, de primeras me repelerían más aún que los pastores de Trakl-, pero lo superan para expresar una especie de dolor primordial y visionario.

Tengo ese libro de Galaxia Gutemberg, así que cuando quieras te lo dejo a ver si pago mi deuda con este poeta y consigo una pequeña adepta.

rubén m. dijo...

(Raúl, de Stadler y Heym por desgracia no conozco nada más que los poemas de esa antología, muy muy interesantes...)

Portinari dijo...

Antes de nada, Rubén, no es de extrañar que sea de tus poemas favoritos de Tralk.
Percibo una ventana a la melancolía que se respira sólo en ocasiones, en muchas noches oscuras, en muchas tardes de otoño, pero sólo de vez en cuando.

Me gusta eso que dices además de que el idelismo es una huída imposible en Tralk. Yo también percibo esa consolada desesperación en la absorción d ela melancolía impasible que refleja en el poema.

Todas las palabras que pueda decir se van quedando peqeñas.

Un saludo y gracias por el poema Raúl.

raúl quinto dijo...

ana,

poco puedo añadir a lo que dice rubén, Trakl es fruto de su tiempo, igual que los caballos y los lobos de Marc. Los colores intensos, el aullido rompiendo la calma, en un paraje, como dices, de inocuo modernismo sobreviene la tragedia, lo siniestro. A mí ese vocabulario me lo hace más potente si cabe.



rubén,

lástima lo de esos dos, a mí me gustaron y mucho, creo que incluso los cito en La piel del vigilante... sería una opción bucear en su obra a ver qué tal.



portinari,

gracias a ti por volver a esta tu casa, quédate a vivir si quieres en el poema de Trakl, es un sitio dulce y oscuro a un tiempo, como la vida misma.


saludos!