fútbol es fútbol

Una de mis pasiones más reconocidas es el fútbol. Hace poco Antonio Agredano y otros tipos de Córdoba crearon una página web donde la gente de letras se dedica a hablar de sus inquietudes balompédicas. La web es esta: Centrocampismo. El texto que agrego es mi primera contribución al proyecto y un pequeño homenaje a Unay Émery y la UD Almería que este año nos ha vuelto locos a aficionados y rivales.

TEOREMA DE LA NUEVA CIENCIA (Émery Lab)

18:43 horas, la luz del domingo se filtra por los focos del estadio, cae a jirones el tiempo. Cero a cero. Ha habido rachas de viento, vuelos imposibles, geometrías difuminadas, momentos en los que el gol parecía inminente pero sólo era la inminencia de más ansiedad, de más miedo.

Cero a cero, un último balón cruzado a la espalda del defensa, buscando la línea de fondo; la cobertura del central desbarata en córner la intentona. Saque de esquina. Un murmullo se propaga por toda a grada, como una cerilla en un charco de gasolina. Se escucha dentro de la hierba un mecanismo de relojería. El corazón de los defensas late un contrapunto de desconcierto, se ve en sus rostros: un córner en este estadio puede ser un artefacto nanotecnológico, un Kandinsky de líneas centrípetas colisionando, una lluvia de nereidas, el fuego de San Telmo esculpiendo arabescos de milimétrica precisión.

La matemática abrasiva del fútbol, la matriz del caos diseccionada sobre el área grande. Sacan en corto, el extremo avanza hacia el vértice del área, centra al segundo palo, un jugador cabecea hacia el centro, recibe el delantero de espaldas a la portería, pasa el balón a la frontal donde el lateral izquierdo está totalmente solo tras beneficiarse de un bloqueo por parte de su medio centro. Dispara. Velocidad. Varios jugadores hacen de pantalla. Deforma la red. 18:46. Gol. Giran las bufandas igual que las hélices de un motor inmenso. Finaliza el encuentro, un teorema más de la nueva ciencia.