Sara Castelar Lorca me ha hecho llegar esta reseña de aquel libro de poemas que publiqué en 2008. La crítica fue radiada en su momento para una emisora granadina. Dos libros después resulta extrañamente agradable comprobar que estos poemas siguen dando qué decir.
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La
poesía de Raúl Quinto ha sido galardonada en varias ocasiones, obtuvo el premio
Andalucía Joven en el año 2004 con su libro “La piel del vigilante”, un libro
que en su naturaleza resulta curioso por estar basado en los personajes de Watchmen, un
comic de los años ochenta considerado por los expertos en esta materia como el
mejor de la historia. Raúl Quinto camina en la búsqueda de una poesía completa,
donde no se marquen límites en cuanto a la temática ni las fuentes de las que
parte la belleza, o en palabras del mismo autor:
“Las
raíces de mi discurso se enredan en una multiplicidad de géneros, artes y realidades,
de la literatura al arte conceptual, del cómic a la música rock, del cine a la
Historia... en ese sentido mi tradición es mutante, y si quisiera inscribirme
en alguna sería en aquella que potencie las posibilidades físicas de la
palabra: si el poema arde debemos sentir el calor en nuestro propio cuerpo”
La
poesía Raúl Quinto se vale de la técnica y de las formas tradicionales para
crear un lenguaje y una unidad estética particular, propia y tremendamente
actual. Observamos un predominio de versos polimétricos y de figuras literarias
tradicionales, con una atención especial al verso eneasílabo, endecasílabo y
heptasílabo, entre otros no reglados, combinaciones que generan ritmos muy
musicales y acertados en lo sonoro, a lo que une el uso de un léxico escogido
precisamente en la búsqueda de una sonoridad rotunda, todo esto enfocado a que
la composición global del poema produzca un quiebre en el lector, una sacudida
o quizás abrir esas Grietas que la
palabra produce cuando se utiliza como un bisturí, lo terrible produce una
sección que nos conduce a lo irremediablemente hermoso:”Para que no
se escape ni un dolor,/para que todos queden/atados a sí mismos/como una escala
sin origen vivo,/donde nunca se sabe cuánto tiempo/se lleva descendiendo ni por
qué.”
Esta
búsqueda de la belleza en lo terrible se materializa de forma más contundente
en su último libro “La flor de la tortura”, premio de poesía Francisco
Villaespesa, donde Quinto avanza un paso más en
esta línea y construye una poesía valiente, que no ve coartado su
lucimiento estético por el empleo de elementos no asociados a la belleza en un
contexto coloquial, aquí la belleza no está limitada por los prejuicios que
implica la asimilación de conceptos a determinadas emociones y el lenguaje
construye un nuevo significado que genera esa belleza alternativa e impactante,
la palabra se convierte en un elemento
constructivo que a la vez deconstruye
lo que entendemos por real para crear otra realidad, lo que supone una
llamada de atención, una denuncia, una revelación que nos viene dada
precisamente por el choque que produce en el lector y por el universo con
entidad propia que es capaz de generar. Atendiendo a estos planteamientos recordamos
las palabras de Baudelaire que afirmaba ” el Mal que se conoce es menos
terrible y está más cerca de la curación que el Mal que se ignora", en el
caso de Quinto podemos decir que desnuda de prejuicios los conceptos asociados
al mal y se vale de ellos para generar una belleza nueva: “La música es materia:/el canto del arpón/atravesando el pecho de la
sirena;/La partitura ciega/de las arañas/tejiendo en nuestros labios,/el uno
contra el otro,/como en un beso/donde no hubiera más salida/que respirar a
dentelladas”
El
uso de la imagen destaca en la totalidad de “La flor de la tortura”, la
contraposición de sustantivos fuertes con radicales connotaciones negativas acompañan o se asocian a otros que en la comunicación normal serían
absolutamente incompatibles, conformando un lenguaje sin limitaciones que se
abre a nuevos conceptos y también a nuevos efectos en el lector, es
precisamente de esa confrontación de la que parte una comunicación que obliga a
generar un pensamiento distinto a través de la lectura: “Existe un puente entre el dolor /y la belleza, una flor de óxido/que
entierra sus raíces /en las agujas hipodérmicas./Las correas que atan./El
brillo en las hebillas./La inyección./Y tú. La crisálida ya rota”.
Esto provoca un disentir de los prejuicios heredados
a través del lenguaje y en consecuencia genera un pensamiento libre,
distinto y desligado completamente de
ataduras e imposiciones, digamos que aquí la poesía se rebela contra lo
establecido y hace una llamada de atención importante a cualquier forma de
conducción del pensamiento, esto lo definiría Walter Benjamin en alusión a la
obra de Baudelaire pero que es perfectamente aplicable al caso que nos ocupa: " El poema es para él, el único ámbito
donde puede decir 'quiero' o 'no quiero'.” o en palabras del propio Raúl
Quinto: “En
la primera de sus Elegías de Duino,
Rilke escribe que "lo bello no es
sino el comienzo de lo terrible", justo en ese límite es donde deseo
situar mi poesía, transitando por el límite entre la belleza y el horror. Las
zonas menos gratas, los ángulos más oscuros de la existencia mostrados al
lector con voluntad de choque, para que la colisión les abra los ojos a una
realidad velada por las luces y el ruido de la sociedad post-industrial.”
La alusión Rilke es muy significativa en relación a la poesía de
Quinto, este referente nos indica de forma clara su posicionamiento en cuanto a
la concepción del verbo o la palabra en relación a la construcción del
lenguaje, decía Rilke que el verdadero poeta debía asumir la muerte del verbo,
pero esa muerte alberga un sentido que trasciende el concepto de fin y lo
posiciona en el concepto de cambio, en el caso de Rilke el cambio de produce
desde el germen de la emoción propia que se genera en la soledad y en lo
terrores propios asumidos en el marco de la noche y la incomunicación
deliberada del entorno, y aunque encontremos esta conexión que nos lleva quizás
al mismo fin, en el caso de Raúl Quinto
la posición es externa, él mismo nos indica: “no
creo que haya una equivalencia entre el estado de ánimo y la escritura ni que
haya que establecer ningún vínculo, como si uno fuera reflejo del otro. Es más,
mi opción es la de una total asepsia emocional a la hora de sentarse a
escribir, para evitar precisamente que pueda haber contaminaciones en el
proceso creador”
Estamos
ante dos arterias que confluyen en pulsos parecidos, pero logradas desde dos
ángulos distintos, diferencia que posiblemente nos venga dada, entre otras
muchas cosas, por el contexto tan
sociocultural tan extremadamente distinto en el que los dos autores desarrollan
su obra.
En el poema “Cámara oscura”, Raúl Quinto termina con este verso
sentenciador:
“La belleza es la muerte”, un planteamiento que ya apuntaba en
el S.XIX un poeta alemán prácticamente desconocido llamado August Von Platen, poeta en el cual se inspiró Thomas Mann para la
construcción del personaje central de La muerte en Venecia, él lo definía así:
"Quién con sus ojos la belleza ha
visto está ya entregado a los brazos de la muerte". El estilo de ambos
poetas se sustenta en parecidos pilares, ambos usan las formas clásicas,
conocen la métrica y los recursos literarios tradicionales y además están
altamente influenciados por las artes visuales, Von Platen comienza escribir deslumbrado
por la pintura de Tiziano, Tintoretto o Veronés, en el caso de Raúl Quinto él
mismo manifiesta su cercanía con la pintura u
otras artes visuales, además de su condición de historiador del arte,
que ineludiblemente imprime una visión multidireccional del texto y al mismo
tiempo enriquecedora.
Este es un fragmento del
poema Tristán de Von Platen:
“Aquél
que ha alcanzado el dardo de hermosura
entre
cuitas de amor arderá para siempre.
Ah,
deseará secarse como los manantiales,
aspirar
un veneno en cada soplo de aire
y
la muerte adorar en cada flor,
aquél
que con sus ojos ha visto la hermosura
deseará
secarse como los manantiales.”
Este es un fragmento del poema Cámara oscura
de Raúl Quinto:
“son
las mismas pupilas
descendiendo
hasta
el no más allá
de
tu aliento,
el
mismo corazón decapitado
latiendo
sin sentido
sobre
la mesa del quirófano,
pero
tú eres otro.
En
la frontera de ti mismo
Te
acercas y me dices:
Es
la caligrafía del dolor quien
nos escribe,
mira
mis ojos y encontrarás un túnel para e odio.
Miro
tus ojos y comprendo.
La
belleza es la muerte.”
Encontramos
las mismas conclusiones dos siglos más tarde, la muerte como manifestación
absoluta de la belleza, el abandono de lo detestable, de lo asumido, en
definitiva, una lucha por la libertad de crear y recrear desde las mismas
entrañas de lo que nos asusta.
El
último poema de libro llamado “La ebriedad de Houdini” nos lleva al
ilusionismo, al escape, a esa forma de evadir el ser en las sensaciones
llevadas al extremo, a la recreación de un espectáculo en donde el observador
es partícipe en la misma medida que el escapista y cada uno tiene la libertad
de sostener su miedo y su belleza propia, poesía que desmiente los tópicos y
crea lugares en los que ser otro dentro de uno mismo.
Sara Castelar Lorca
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