Como contagio, como calma, la forma era
forma hacia abajo, la forma era el peso de la forma, como alojamiento, como
calma, como la capacidad de creer y de repente sentir dolor, la forma era la
forma presionando la superficie sobre la que se extendía, la forma era la forma
vertical y antepenúltima transmitiéndose en la superficie, la yuxtaposición del
organismo, la calma, la enfermedad. A veces la ciencia médica y nuestros dos
sexos, a veces lo sagrado, el olor, como observarte quieto y las sangres
nivelándose, como participación, como calma, tu quietud y tu peso presionando
la superficie sobre la que estabas quieto, tú siendo hacia abajo como
alojamiento, como consecuencia, las sangres nivelándose, el inicio de la
enfermedad, nuestra quietud, la forma. Porque no era sólo el ruego que cada
dolor extendía, como la ciencia, como lo inmediato, como la postura que
nuestros cuerpos adoptaban para estar sentados o nacidos, hacia abajo, la
tensión vertical y antepenúltima de la quietud, lo que no podíamos comprender
de la superficie, nuestros dos sexos, la súplica, los sedimentos, como calma,
como contagio, como el rechazo al intento por no comprender.
[de Hallar una hendidura, 2011]
4 comentarios:
celebro que te hayas decidido a subir un fragmento de este libro, para mí uno de los mejores publicados el año pasado... esa forma de entrar en el lenguaje jugando con la repetición estructural (que genera una cadena de pulsos, sensaciones, significados diferidos) lao convierte en un poema tectónico que aspira a un nuevo ensamblaje en cada lectura. Composición y descomposición. Repetición y diferencia. Tocar la lengua y desmenuzarla con firmezas (pero delicadamente) para generar sedimentos, capas de sentido, en un palimpsesto dinámico que tiene en su propio movimiento su ley interna, secreta, apenas desvelada y vuelta a velar, sometida a su propio vértigo de aniquilación y renacimiento sucesivo...
en fin, un texto que ofrece su fuego vivo y lo impronunciable mismo
salud
El libro es una pasada, aunque hay que admitir que son rastreables las huellas que han generado ese estilo, pero ¡ojalá hubiera más primeros libros como este!
Me acordé de estos poemas por la revista Kokoro y por el blog de Jorge Díaz Martínez, que la nombra en su última entrada.
También me pregunto qué habrá sido de ella, que tanto visitaba y comentaba este blog.
ya sabes que soy curioso y me gustaría saber más de las huellas que has rastreado en el libro...
Ana se retiró completamente del mundo virtual y la imagino siempre en una madriguera, te lo juro, una topera o algo así. Hibernada, calentita y hacia adentro. Así la imagino.
salud
es sencillo, son influencias muy bien metabolizadas y, lo que habla muy bien de ella también, poco o nada transitadas en la poesía española de ahora. Yo veo bastante de Chantal Maillard y en otro sentido de Clarice Lispector, por ejmplo. Una cantera de diamantes, claro. Pero vamos, que espero su evolución porque creo que puede ser una de las voces más a tener en cuenta de la poesía que viene: si ella quiere.
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