miércoles, 22 de septiembre de 2010

un poema de Eduardo Lizalde

El tigre real, el amo, el solo, el sol
de los carnívoros, espera,
está herido y hambriento,
tiene sed de carne,
hambre de agua.
Acecha fijo, suspenso en su materia,
como detenido por el lápiz
que lo está dibujando,
trastornada su pinta majestuosa
por la extrema quietud.
Es una roca amarilla:
se fragua el aire mismo de su aliento
y el fulgor cortante de sus ojos
cuaja y cesa al punto de la hulla.
Veteado por las sombras,
doblemente rayado,
doblemente asesino,
sueña en su presa improbable,
la paladea de lejos, la inventa
como el artista que concibe un crimen
de pulpas deliciosas.
Escucha, huele, palpa y adivina
los menores espasmos, los supuestos crujidos,
los vientos más delgados.
Al fin, la víctima se acerca,
estruendosa y sinfónica.
El tigre se incorpora, otea, apercibe
sus veloces navajas y colmillos,
desamarra
la encordadura recia de sus músculos.
Pero la bestia, lo que se avecina
es demasiado grande
-el tigre de los tigres-.
Es la muerte
y el gran tigre es la presa.









[de El tigre en la casa, 1970]

5 comentarios:

Az dijo...

Impresiona el texto, muy gráfico. Yo me enfrenté una vez a una leona, bastante fea y gorda e influyente, y me parece que he quedado herido, pero a cambio cambie las cosas. Le dí dos o tres "puñaladas" que se lo pensó y le hizo cambiar, en el sentido de domarla, y ahora, para beneficio de todos, comunica bastante bien.

Az dijo...

Cambiando de tema. Si no es molestia, ¿podrías poner un post de esas obras deternillantes que comentastes?.

La casualidad, en bilbao hay una semana de literatura y humor: La risa de bilbao.

http://www.larisadebilbao.com/

gracias

raúl quinto dijo...

pues no descarto subir alguna vez alguna obra que lleve a la risa, aunque la mejor risa es la que dan las cosas que se toman en serio....

javi dijo...

Ahí un poema impresionante de Lizalde; una maravilla como se alían en él el pensamiento y la sensualidad.


Gatos II

Grün ist grün.

Es negro el gato.
Esta mujer es negra.
Pero no lo son de igual modo
—el agua del lenguaje es engañosa—.
Son negros este gato, esta mujer
de maneras distintas,
son diferente arreglo musical del negror.
Vistos de un modo,
desde un ángulo claro del ojo o de la lengua,
sólo la mujer es negra, el gato, blanco
—esto del negro es un decir—.

Decimos negro al gato
porque lo cubre una pelambre oscura.
Sólo sería ella negra como el gato
—y a lo mejor más seductora—,
si la cubriera poro a poro esa pelusa dulce
como al gato
—imaginemos a esta hermosa, verdadera
mujer de terciopelo,
por solazarnos sólo, en estas espesuras,
con alguna imagen arrebatadora—;
y el gato sería negro en su lugar,
como la dama,
si hórridamente rapado fuera, bajo el vello,
liso y negro y cadencioso como la mujer.
Negro no es negro.
—Eso del negro es un cantar—.
¿Qué pasa si decimos “esta bella mujer”,
“este felino bello...”?
—Eso de bello es un mirar y turbias, magras,
hondas, locas, torpes
son las aguas del habla—.

raúl quinto dijo...

gracias por el poema, Javi, nunca sobran los versos por aquí.