sábado, 1 de mayo de 2010

BLANCO EN LO BLANCO (Eugenio de Andrade)

Haz una llave, aunque sea pequeña,
entra en la casa.
Consiente en la dulzura, ten piedad
de la materia de los sueños y de las aves.

Invoca el fuego, la claridad, la música
de los flancos.
No digas piedra, di ventana.
No seas como la sombra.

Di hombre, di niño, di estrella.
Repite las sílabas
donde la luz es feliz y se demora,

vuelve a decir: hombre, mujer, niño.
Donde la belleza es más nueva.

12 comentarios:

Laura Giordani dijo...

bello, bellísimo. De vuelta a tu blanco, Raúl.

un abrazo,

Laura.

raúl quinto dijo...

a veces es necesario, Laura, un punto de luz al que aferrarse.

Portinari dijo...

Como un regreso.

Abrazos.

Leonardo dijo...

Bello poema para nombrar algo, a veces tan problemático, como el hogar. Volver a la luz de las cosas.
Grata visita.
Saludo

raúl quinto dijo...

un retorno a lo mismo, a uno que es.

abrazos a ambos.

adolfo dijo...

sencillamente grandioso raul! ES UN HAZ LUMINOSO ADEMAS ME HAS TOCADO LANFIBRA COMO SIEMPRE!VIENE COMO ANILLO AL DEDO AHORA! TE QUIERE ADOLFO

Maria dijo...

qué maravilla, qué esperanza.

me encanta lo de:
"No digas piedra, di ventana"

raúl quinto dijo...

adolfo,

te mando un abrazo tan intenso como este poema.



maría,

a mí también me fascina ese verso, tanto que lo utilicé para uno de los poemas de La flor de la tortura, concretamente "Elegía". No tienes mal gusto, no.


saludos.

David Vegue dijo...

Gran poeta, gran poema, gran gusto el de sus lectores, Raúl, el tuyo, y el mío.

raúl quinto dijo...

David,

bievenido al interior del vértigo, lectores de Andrade (que imagino que es como una raza aparte) siempre son bienvenidos por aquí.

un saludo.

Anónimo dijo...

Retorno al ser. Al punto, casi, de origen.
"No digas piedra, di ventana
como quien dice herida
y abre los ojos al sonido"
Desde que lei el libro, este me ha fascinado muchisimo.
Gracias, raúl.

raúl quinto dijo...

bingo, Luci!!

has acertado con el poema, ahí demuestras que lo has leido bien. Es un préstamo, pero la fuerza del poema de Andrade, de otra luz vestida, no tiene desperdicio.


un beso.