miércoles, 26 de mayo de 2010

LA CAÍDA DE ÍCARO (Pieter Bruegel el viejo)


Alguien me habló el otro día de este cuadro. Hablábamos de arte, de que el arte puede tener un componente nuclear, desconocido, sí, pero que existe. Me contaba que había escuelas que unían la neurología y la crítica literaria. Seguramente la maravilla sea que el corazón de lo poético no necesita relato, no necesita ser contado o explicado, simplemente es algo que sucede: un acontecimiento a nivel fisiológico. No más. Yo estoy con él. Podíamos reducirlo todo a una teoría de la recepción y los sentidos, pero tampoco es eso. Algo hay de jungiano en todo esto. O seguramente nada. El caso es que hablamos de arte, y salieron los nombres de Goya, y de Bruegel el viejo, por supuesto, y me dijo que su cuadro favorito del flamenco era esta Caída de Ícaro. Y sí, en el fondo eso terminaba de resumirlo todo. Ícaro cae y nadie se da por aludido, ni siquiera el pintor. Casi. El arte asciende hasta el sol y puede caer en picado hasta destrozarse, pero la vida, que es más poderosa, apenas se inmuta tras el suceso. El acontecimiento es sólo un chapoteo ante la vastedad del paisaje, y del mundo. Bruegel nos deja mudos, y sonreímos: cuando se extingue una estrella en el cielo puede que hayan desaparecido decenas de mundos con ella, sucede todas las noches, y nuestros sueños persisten. Hablábamos de Ícaro en un bar mientras sonaba Blur, alguien ofreció un cigarrillo y del mito sólo quedó una pierna, como un testigo absurdo de la nada.

9 comentarios:

Marco Antonio Raya dijo...

uf... maldita perfección. es que, incluso a mi orgullo mitológico le duele la mirada de ese pastor (pastor,¡ imbuido y entrenado en la detección de ruidos!), justo en el lado contrario,

GERMÁN GUIRADO dijo...

Creo que había dudas sobre si el cuadro que está en un museo de Bruselas era el original o una copia hecha a posteriori, por otro flamenco, ante el extravío del primero. Sea como fuere me parece una pintura fascinante. Casi tan fascinante como El triunfo de la muerte que tuve la suerte de presenciar en el Prado.
Saludos

Miguel Gallego dijo...

Perfecta tu historia idiota, Raúl. Ahora recuerdo el chapoteo de Ícaro y cómo éramos pastores, labradores, navegantes. José Emilio Pacheco tradujó así un poema de Auden, escrito en 1939, titulado "Musée des Beuax Arts":


Acerca del dolor jamás se equivocaron]
Los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron]
Su función en el mundo. Cómo llega
Mientras alguno cena o abre la ventana]
O nada más camina sin objeto.
Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes]
El milagroso Nacimiento, habrá siempre]
Niños sin mayor interés en lo que ocurre,]
Patinando
En el estanque helado a la orilla del bosque.]

No olvidaron jamás
Que el eterno martirio ha de seguir su curso,]
Irremediablemente, en sórdidos rincones,]
Donde viven los perros su perra vida]
Y la yegua del verdugo se rasca
Las inocentes grupas contra un árbol.]

Por ejemplo, en el Icaro de Brueghel:]
Con qué serenidad
Todo parece lejos del desastre.
El labrador oyó seguramente
El rumor de las aguas y el grito inconsolable.]
Pero el fracaso no lo conmovió:
Brillaba el sol como brilló en el cuerpo blanco]
Al hundirse en las aguas verdes.

Y la elegante y delicada nave
Debió haber visto lo inaudito:
La caída de un niño que volaba.
Pero el barco tenía un destino
Y siguió navegando en calma.


Feliz tragedia, feliz travesía. Un abrazo. Miguel

raúl quinto dijo...

Marco,

así es como acaba todo no con un gran estruendo sino con un susurro, que venía a decir el bueno de Eliot. Lo pequeño. :)




Germán,

hay muchas historias sobre Bruegel y sus cuadros, alguna que otra la he tratado en Idioteca, y bueno, hace un año me preguntaron que cuál era mi pintor favorito y dije este, luego me quedé pensando si era verdad y no termino de saberlo, lo que tengo claro es que mentira no es.






Miguel,

bienvenido aquí, a este vértigo compartido. Tú eres el personaje real que habla en el post, y ahora vuelves a aparecer para echar más leña al fuego. Gracias por el poema de Auden... también podríamos añadir este de William Carlos William sobre lo mismo:



PAISAJE CON LA CAÍDA DE ÍCARO

Según Brueghel
cuando Ícaro cayó
era primavera

un labrador araba
su campo
todo el esplendor

del año estaba
despierto
hormigueando

al borde del mar
ocupado
en sus asuntos

sudando al sol
que derritió
la cera de las alas

algo insignificante
cerca de la costa
hubo

un chapoteo casi inadvertido
era
Ícaro ahogándose.


(William Carlos Williams)

Anónimo dijo...

Bella historia la de Ícaro, siempre me ha fascinado esa mezcla de conocimiento, poder y castigo que envuelve su figura. Y como bien dices, tras la caida, a veces sólo quedan cenizas, todo continua. Nada se inmuta. Nadie.

besos
luci

raúl quinto dijo...

Luci,

el mito de Ícaro es fundamental, tiene muchas y poderosas lecturas, me viene a la memoria un poema de Valente que quita el aliento... aunque es cierto que como Bruegel lo representa es mucho más inquietante, por su pequeñez, por la indignificancia frente al paisaje y la vida. Eso somos.

Anónimo dijo...

"...caer fue solo
la ascención a lo hondo..."

;D

disfruta del fin de semana, Raúl.
Besos

raúl quinto dijo...

ese era el poema, ese mismo.

un beso.

Anónimo dijo...

Recuerdo bien este poema porque lo trabajé con unos niños en un taller de poesía en un instituo. Se quedó grabado en mi memoria.
Magnifico. Si Señor.

Mas besos.