martes, 20 de octubre de 2009

MOVIMIENTO SOBRE CLARO (Fernando Zóbel)


El susurro demacrado de la escarcha. La infinita posibilidad del vacío. Aquí, frente a tus ojos. Sobre el asfalto. Esa suciedad del blanco, esa polución de la ciudad sobre la nieve recién caída. Degradación de una sombra, tonalidades del blanco, la luz del sol hiriente traspasando los párpados del hombre ciego. Un espectrograma. La radiografía de un latido. Piensa en Leonardo: ligero sfumatto. Ya, ahora lo tienes claro. Los faros de un coche adensando la hilazón de la niebla. Un no-lugar. Un espacio fuera del tiempo y del espacio. Pura ausencia. La infinita posibilidad del vacío. El absoluto y su mentira. Todo esto, frente a tus ojos. Y como ellos, sucumbiendo al arañazo, a la violencia. Al relámpago negro que quiebra como un cristal la exactitud. A esa nervadura o raíz o élitro de suma oscuridad. Movimiento en la claridad. Convulsión de alas negras. Esto es un estado del ánimo, un suceso interior, un acontecimiento intraducible a palabras pero exacto a su correlato en tu pecho. Lo que ves es tu reflejo. ¿No has sentido antes dentro de ti lo que está frente a tus ojos?

11 comentarios:

Esther Cabrales dijo...

Me gusta élitro absoluto y sfumatto; también hilazón e incluso, violencia, ausencia y combulsión.

Normalmente no veo lo que tengo frente a mis ojos, qué decir sentirlo.

moodi

Stalker dijo...

Zóbel me araña sin piedad, y le agradezco esa forma atroz de interrogarme que también se traduce en tu texto. No sé lo que veo más allá del zarpazo, quizá un instante de lucidez antes de la demolición.

Texto e imagen nos paran en seco. Es bueno caer y luego, si es posible, levantarse. La herida se cerrará en el movimiento, quizá...

Buena estocada.

Lola Torres Bañuls dijo...

Raúl.
Destaco estas palabras tuyas y luego me voy y miro el cuadro. Esos arañazos.

"Todo esto, frente a tus ojos. Y como ellos, sucumbiendo al arañazo, a la violencia. Al relámpago negro que quiebra como un cristal la exactitud. A esa nervadura o raíz o élitro de suma oscuridad. Movimiento en la claridad. Convulsión..."

Es una entrada preciosa. Gracias.

Un abrazo.

emisor dijo...

Eso es la pintura abstracta. Ante cuadros como éste de zóbel siento, como tú dices, algo en el pecho, no es una metáfora ese sentir en el pecho, es realmente algo físico, puedo tocar exactamente el lugar en el que lo siento igual que se puede tocar exactamente el lugar donde te duele algo.

y qué bien me hizo ayer zóbel antes de dormir.

rubén m. dijo...

Magnífica entrada, sí, y me toca especialmente pues desde una semana tengo un libro con pinturas de Zóbel en la mesa del salón de mi casa, y me demoro en ellas con frecuencia. Este Zóbel en concreto es de los más intensos, tiene una especie de violencia desprendida y generosa, frente a la calma de otros de sus cuadros aquí hay una explosión, un zarpazo, araña la retina al mismo tiempo que la cura, destruye y genera al mismo tiempo.

un fuerte abrazo

Arturo Borra dijo...

Me choqué con Zóbel en Huelva. Me dejó estaqueado. Esas trazas delicadas, esos movimientos de alas en la “infinita posibilidad del vacío”. Pero son alas heridas. Y la “nieve recién caída” está también marcada.

Preciosa prosa la que compartís. Delicada como Zóbel. Una extraña hermandad traza, también, con la prosa de Ana. O un diálogo, de esos que discurren en la dinámica de los cuadros, de sus violencias íntimas, de esa claridad hirienteo su traza desgarrada.

Un placer este retorno a Zóbel.

Un abrazo,
Arturo

raúl quinto dijo...

Esther,

¿te das cuenta cuántas palabras necesito para no terminar de decir lo que el cuadro dice? esa es la magia de este arte.


Stalker,

un instante de luz antes de la demolición, la anticipación de la grieta. Eso mismo.


Lola,

espero que Zóbel haya abierto una puerta para ti por la que sólo puedan pasar tus propias emociones.




Ana,

la pintura abstracta (también alguna figurativa) y la buena poesía produce, como dices, efectos físicos. Ataca a las entrañas más que al mismo intelecto. Nos dicen sin nombrarnos. Y eso es lo grande y lo que hace que nos atraigan estas manifestaciones.


Rubén,

ese libro de Zóbel tiene que ser una delicia, si lo conservas, espero echarle un vistazo en noviembre. Zarpazo en la retina, sobre el fondo apacible más habitual en su pintura. A mí me encanta este cuadro.



Arturo,

nuestra amiga Ana es una gran aficionada a Zóbel, de ahí tal vez el vínculo invisible que nos una. Donde hay muchos Zóbel y más cosas geniales es en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, es un lugar maravilloso que hay que visitar alguna vez. ¿Dónde en Huelva viste a Zóbel? me pilla lejos pero siempre es bueno saberlo por si se puede ir...





abrazos a todos!!!

Arturo Borra dijo...

Es obvio que hice un salto geográfico de no sé cuántos kilómetros... El único lugar donde ví a Zóbel es en el Museo de arte abstracto de Cuenca... (Fue el año pasado, de regreso de un encuentro poético de Priego).
Sucede que además de extranjero, soy despistado...

raúl quinto dijo...

la rima asonante nos traiciona a veces, no te preocupes.

Laura Giordani dijo...

Un texto que acompaña como merece ese cuadro de Zobel. Intenso, vertiginoso en el blanco. Me trae cierta resonancia de ese texto que escribiste para el cuadro de Brueguel ¿Te acuerdas? Tienes una facilidad especial para conectar con todos los matices del blanco y convertirlos en peldaños al abismo.

Me encantó, Raúl.

Un abrazo.

Laura.

raúl quinto dijo...

laura,

has dado en el clavo. Cazadores en la nieve era el cuadro de Brueghel. Y es de la misma sangre blanca que este Zóbel. Así que sí, no es casual; y mi declarada querencia por el blanco está determinada por ese Brueghel y por Malevitch... llámame blancoadicto si quieres ;)