miércoles, 23 de abril de 2014

La semilla milagrosa.

Hoy es el Día del Libro y La Voz de Almería lo ha celebrado conmemorando a doble página la figura de Ana Santos Payán. Ocho personas (Carmen Fernández Agudo, Ana Amezcua, Laia Arqueros, Óscar Santos Payán, Isabel Giménez Caro, Juan Manuel Gil, Juan Pardo Vidal y yo) hemos querido dejar constancia de lo mucho que significó para nosotros y para tantos, ha sido difícil pues la herida está reciente, pero creo que se ha conseguido expresar algo del mucho cariño, del infinito respeto y de la mayor de las gratitudes hacia esa Gaviera sin la que la mayoría no seríamos, ni de lejos, lo que somos. Gracias a Evaristo Martínez y Marta Rodríguez por todo el calor y la dedicación que le han puesto a este trabajo.


La semilla milagrosa

Hablar de Ana Santos es hablar de milagro y compromiso. Milagro porque un día decidió plantar semillas en este desierto y acabaron brotando en forma de modernidad, y decir vanguardia y Almería se empezó a decir por todas partes Ana Gaviera. Milagros teñidos de compromiso, el primero, siempre, con la literatura y el riesgo, y por eso se atrevió con libros como los de un  mejicano, David Meza, desconocido incluso en sus país pero dueño del secreto de la poesía, o con el libro más extraño que nunca he escrito; pero también con los que luchan, sufren y aspiran a un mundo mejor, porque un milagro fue publicar a Fatena Al-Gurra, una poeta palestina que vivía exiliada en Bélgica entre casa de acogida y casa de acogida: la publicó y consiguió que cumpliera su sueño de venir a España. Por cosas así había que admirar a Ana, a su entusiasmo milagroso. Por su compromiso, y por su lucha. Cuando en mayo de 2011 se llenaron las plazas del país para reclamar democracia real y dignidad en la política Ana fue una de las primeras personas en pisar la Plaza del Educador y no precisamente como espectadora. Yo llegué al 15M a través de ella. Fueron muchas lecciones, y sobre todo un orgullo: haber aprendido y luchado al lado de una mujer extraordinaria. Tuvimos tanta suerte de tenerla. Ana Santos Payán hizo de esta ciudad un sitio mejor, empezando por las personas que tuvimos el privilegio de crecer a la sombra de sus milagros. Por eso este texto debería titularse simplemente gracias.

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