viernes, 3 de enero de 2014

El poema como síntoma del vértigo.

LIMBO Y OTROS POEMAS, Ada Salas, Pre-textos, Valencia, 2013. 96 pp.




“Mi pensamiento es doble”, dice un verso de Safo que cita Ada Salas (Cáceres, 1965) en una de las páginas de este libro que también es doble. Dos libros y casi dos poetas, o al menos dos caras de lo que puede ser la poesía. Por un lado Limbo, con una serie de composiciones construidas con el andamiaje de la intensidad y el desgarro, y que llevan a la autora a alcanzar unos picos expresivos como nunca antes en su obra; en Limbo hay una voz rota pero absolutamente propia, sin apenas reflejos de aquellas deudas que sobre todo en sus primeros libros eran más obvias, y con las que ya se había iniciado un voluntario y declarado alejamiento en su anterior poemario, con el elocuente título de Esto no es el silencio (Hiperión, 2008). Una voz potente, suya, que hace mella.  Mientras la otra parte, la que genéricamente se engloba en Otros poemas, ofrece un discurso poético más reconocible y mucho más amable con el lector, como si se hubiera querido atemperar la tensión de las primeras páginas.
El limbo es el no-lugar por excelencia, la tierra de nadie en mitad de la nada, probablemente a medio camino entre cielo e infierno. Y desde ahí se escriben estos poemas, desde una caída que se antoja interminable: la de la pérdida, la del amor, o el sentido, que termina y lo asola todo por fuera y por dentro. Comienza con un epílogo, por el final del amor, cuando ya no es y la ruptura se lo come todo. Salas nos quiere hablar de ese abismo, de un pozo que, como todo lo que implica ascenso y caída, no se puede contar si no es a través del vértigo. No existe el relato del dolor, sólo sus síntomas, su exterior. La única posibilidad es la de asir los bordes de algo que se desmorona, aferrarse. El poema como síntoma del vértigo, como segregación y nunca como relato. Escribir desde los bordes de algo que se hunde hacia dentro, escribir dentro de ese dolor. Eso intenta Ada Salas, y nos arrastra al interior de ese pozo, de ese limbo, porque es fácil encontrar en estos poemas el reflejo familiar del desgarro: todo el que ha sido uno con otro y ya no. El amor como una lucha que consiste en abatir al otro, en caer ambos. Las diferentes fases de esa caída en estos poemas, el pozo como muro de contención. El poema pozo. El limbo. “Una roca molida/ entre/ las mandíbulas/ del corazón.” (p.39)
A esta primera parte sobre el desamor y la ruptura le sigue una Coda, más breve, que en realidad no es sino el prólogo (título del primer poema) de lo que en Limbo era epílogo: el amor cuando sí es. Poemas que intentan contar, en balde, el ascenso y la maravilla del amor. También su peligro. El ascenso, igual que la caída, tampoco puede ser contado ni cantado, tan sólo es síntoma y experiencia incomunicable. Porque “lo que dice/ tu cuerpo no tiene/ boca” (p.49)
Y con esto se cierra el primero de los libros, el que a mi juicio sitúa la voz de Ada Salas al lado del vértigo necesario. El otro libro, el de los otros poemas, que con buen criterio se desgajan incluso en el título del resto, es ya otra cosa. Casi podríamos decir que otro género literario. Los otros poemas transitan por un territorio lingüístico y referencial más tranquilo y más reconocible. De Limbo no se sale indemne, son poemas para y desde el desgarro mientras que estos otros están construidos como discurso estético, como comentario cultural y re-creación. Son textos que parten de una anécdota exterior para glosarla o expandirla desde una óptica oblicua; así con obras de arte, paisajes o personajes históricos con los que la poeta se vincula. De todas las series podríamos destacar, por su enfoque original, a ratos feminista y siempre perturbador, la de Anunciación, donde se mira el tópico de la visita del ángel mensajero a María desde su representación pictórica y desde el drama de una mujer condenada por su dios a una maravilla que no ha pedido. De alguna manera entronca con la primera parte del libro, pero tal vez para terminar de soltar amarras y poder adentrarse sin peso en otro libro mucho más liviano.


(reseña aparecida en el número de enero de 2014 de la revista Quimera)

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