domingo, 17 de octubre de 2010

Ladoni


Uno no sabe muy bien las formas que tiene la belleza de presentarse, a veces simplemente aparece, o te la regalan como algo clandestino, bajo manga, con la exactitud de los pequeños gestos. Hace poco alguien que sabe mucho sobre muchas cosas me regaló una película, y, por supuesto, era un regalo envenenado. Me gustaría continuar el contagio, o al menos explicar(me) la composición de ese veneno. Sucede que la película mezcla un documental naturalista sobre la pobreza extrema en Moldavia con una voz en off que ficcionaliza las imágenes desde una poesía y una mística absolutamente enferma. Sucede que no hay misericordia. Sucede Ladoni. Palmas. Una experiencia, un argumento para demostrar que existe el cine-poema. Artour Aristakisian, que es el autor unipersonal de este invento, es un tipo especialmente perturbado que se dedicó durante años a perseguir mendigos con su cámara, a colarse en sus depauperadas vidas y casas, como un entomólogo perverso, consiguiendo algunas escenas e imágenes de una belleza brutal. Terrible. En contraste su voz va contando, como pequeños relatos de un libro negro, las supuestas vidas de los personajes (los modelos, como él los llama) llegando a momentos de una intesidad lírica y dramática que hacía tiempo que no encontraba en cine. Valga como ejemplo la historia del anciano que vivía con las palomas y conocía su idioma, un hombre que acogía a las mujeres huidas de la cárcel o los hospitales y les enseñaba a comunicarse con los pájaros, el momento en que una de ellas huye saltando desde el tejado escondiendo una paloma en el regazo, cómo cae y cómo le dan la vuelta en el suelo para comprobar que de su pecho emerge extendiendo sus alas ensangrentadas una paloma en vuelo, y se eleva, y se pierde. Una intensidad desconocida. Una lectura, también, absolutamente enferma del cristianismo y su teoría del despojamiento. Si decidís verla, cosa que os recomiendo, preparaos para la belleza, el horror y el delirio fundamentalista de pensar que sólo la pobreza radical y la inacción total nos podría acercar al reino ese de los cielos. Como sea, Ladoni es necesaria.

14 comentarios:

Stalker dijo...

Raúl:

me sumo y asumo la recomendación febril, por la parte que me toca.

No es exagerado decir que esta película (re)inventa el cine, vuelve a pensar la forma de decir el cine, pero también el cuerpo, el cuerpo doliente, la vida en los márgenes y el balbuceo (lenguaje de la marginalidad) como instancia de sutura con el mundo, como construcción redentora donde salvarse, salvar el cuerpo o el alma en el cuerpo, aún sea posible.

Más adelante en el otoño me gustaría hacer una entrada larga sobre esta película, aunque no sé si estoy preparado para pensarla como se merece. Entrar en su ciénaga emocional requiere de unas palabras que no se ofrecen fácilmente. No es fácil ponerle un cuerpo de palabras a una experiencia que desborda todo lo conocido e incluso las fronteras de lo inclasificable (nada que ver con el cine-indie, alternativo o que desmonta uno u otro código; aquí no hay subversión ni inversión: hay a-versión, entrañamiento de lo infinitamente vertiginoso de la aversión, sin posibilidad de versionarse salvo en su propio e irreductible cuerpo textual (cinematográfico).

Has apuntado algunas pistas muy interesantes, y aún hay otras, otras que aún me asediarán y me romperán el eje pero que exigen una oblicuidad, una inclinación del gesto, que aún he de (saber) darme.

Me alegra esta entrada, mucho. Me alegra que disemines esto. Creo que es algo importante, que merece ser conocido.

Ya puedes imaginar el lugar que la historia del cine (o las historias del cine que conozco) reservan a una obra de este calibre:

ninguno.

Por eso es tan importante que acerquemos y adentremos esta película, que más que película es una multiplicidad de temblor, un sacrificio y una inocencia: nosotros somos los que estamos en la cruz, se crucifica la propia condición y posibilidad del espectador: se arrasa una inocencia última y la intimidad (la frontera entre el adentro y el afuera) salta en pedazos, y nos quedamos desnudos, despellejados, desnortados, infinitamente expulsados y sin centro, con la certeza del desamparo como único umbral por-vivir.

Demoledor, Raúl. Demoledora vida intensificada en la deformación y la ruina, cuerpos en ruinas que nos hablan de una vida apasionadamente brutal y despellejada en sus pligues más oscuros...

(Chanukah ha utilizado esta película como punto de fuga en su tesina, con resultados sorprendentes...)

salve

raúl quinto dijo...

a ver si poco a poco conseguimos que se extienda el aceite de Ladoni. Por descubrimientos así ya merece la pena conocer a tipos abyectos como tú...

es una película (anti-cine experimental la he llamado en FB)que te desquicia, en el buen sentido de la palabra, porque te sumerge en un bucle de contrastes: lo que ves es terrible y bello, hay belleza extrema en las ruinas humanas que nos muestra, belleza pura, si es que eso existe. Pero al mismo tiempo el discurso de Aristakisian, el verbal, es una locura, unas tesis sobre la vida y el estar en el mundo con las que difícilmente una persona cuerda puede estar de acuerdo, pero sin embargo te sumerge, y es como asistir a un delirio intenso, a las alucinaciones de un santo eremita en el umbral definitivo de la locura sagrada. Dice el autor que todo el monólogo es la voz de otro personaje ausente que siempre le habla a su hijo (¿muerto?) desaparecido, eso tal vez lo haga más comprensible pero al no haber pistas el vapuleo es inmisericorde. En fin, hay mucho que desbrozar de esta película que paradójicamente ya está en el hueso desnudo. Gracias por tu virulencia.


Y la tesis de Chanukah ya se está convirtiendo, más, en algo que quiero leer.

Portinari dijo...

Agradezco mucho esta entrada también. La película gira, exactamente, sobre ese eje de la belleza demoledora.
La belleza que decían que al contemplarla te asomaba a la muerte. De ahí, imagino, que nace el discurso de la voz en off. Alguien que se asoma al principio y al final (un útero) donde aún no hay individuo como tal, sino una potencia de hombre, y como hombre, tan errático y asomado como el que proyecta la voz en off.
El discurso desesperado de esa voz es muy doloroso, y una vez uno entra su corriente y se deja llevar por ella es como asomarse al lugar donde suena esa voz y rodea.

Raúl, no veas a Aristakisian como un perturbado persecutor de mendigos.
Me imagino a este hombre caminando con su camara, deteniéndose en el ralentí caracol-Yazundokta, viendo la cabeza. Viendo la paloma.
Verlo es el verdadero logro de esta película. A partir de esa voz cirílica uno ve, si es que consiste en ver, concibe, si es que consiste en concebir.

Admiro el detenimiento conciso de Aristakisian. Admiro que que se quede quieto así, y que lo miremos adentro.

Bashevis dijo...

:)

Conspiradores...

rubén m. dijo...

Impresionante película. Te envuelve en sus imágenes, su discurso, su tranquila demencia progresiva, hasta el punto de que no puedes concebir otra realidad que la de ese ascetismo de la desintegración, y esas vidas naufragadas, esas ruinas mentales.

Es significativo que las dos pelis que hemos visto juntos en mi casa sean Ladoni y A Serbian film. Dos películas que no tienen nada que ver salvo que ambas te fuerzan a una posición completamente desconocida como espectador, y que te dejan hecho escombros...

Stalker dijo...

Aquí un pequeño itinerario-apunte:

http://lostinmarienbad.blogspot.com/2010/08/caracol.html

Yazundokta, Yazundokta...

Espero que algún día puedes leer esa tesis. Es un trabajo que me ha impresionado vivamente: más allá de lo académico, pensamiento poético en carne viva...

Bashevis: entra en la conspiración, conjúranos...

Enrique M. dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=Nk4-DKpW2BY

Ana Hidalgo dijo...

Hay una necesidad de compartir esta película, una necesidad que va más allá de "me ha gustado y te la recomiendo", es la necesidad de seguir viendo a través de la mirada casual, cifrada y plegada de Aristakisian, de seguir dándole tiempo y rostros, personas. Esta película se alimenta de personas o más que de personas de las grietas de cada persona que ve la película, la película penetra en las grietas y produce un cambio en el organismo, en los sentidos. Yo, como otros de aquí, llegué a Ladoni gracias a Stalker, vi la película con mi pareja y con ella también vi la entrevista, tras ello hubo silencio, algunas frases que nos dijimos, y luego, al borde de la piel, esa necesidad de seguir compartiendo, extendiendo: yo hice una copia para regalársela a mi compañero de piso, un hombre que lee despacio y deprisa, gran camarada del gato Rilke porque ambos son gatos, y mi pareja hizo otra copia para su hermano, su hermano que ha recorrido centroeuropa con un libro de Cioran en la mochila, que se detuvo en Letonia para comprar un granja y cultivar la tierra. Lugares, personas, grietas, donde Ladoni seguirá tomando cuerpo y todos formaremos parte.

p.d- Blogger me pide "excetra"

raúl quinto dijo...

Portinari,

precisamente una de las cosas (de las muchas) que me fascinan de este film es el hecho de la construcción del mismo, el método experimental y desquiciado con el que Aristakisian decidió hacer algo que luego fue Ladoni; la entrevista que rula por ahí deja bastante claro que hay un punto obsceno y un tanto de insana perturbación en la propuesta. Eso ni quita ni pone calidad a la película, pero sí que me da, a mí al menos, un elemento poderoso y que hace más especial si cabe esta película. No es sólo la película de un perturbado, pero también.





Bashevis,

creo que esta conspiración está hecha a tu medida, como Ladoni.






Rubén,

es curioso lo de las dos últimas películas, como si hubiera necesidad de empujarse una al otro a vete a saber qué umbral inaccesible, como sea me alegra de haber compartido contigo tamañas experiencias. Aunque siempre con la mediación de Stalker y de JJ, quienes nos surten de buena droga.




Stalker,

le echo un ojo a ese caracol y ya te cuento...




Enrique,

veo que nos dejas un pequeño regalo, ¿algún apunte que quieras añadir a ese enlace?





Ana,

tampoco vayamos a crear ahora una secta ladoniana, no sería recomendable, pero sí que es bueno que se vaya extendiendo el arte distinto, cuanto más suceda más distintos seremos todos, y sí, claro que sí, el mundo acabará siendo mejor, de eso no me cabe duda.





saludos y besos a todos.

Enrique M. dijo...

Pictures of the old world (1972), de Dušan Hanák.

Hanák asedia una pequeña comunidad rural eslovaca y se hace con el testimonio de la arruga, la tierra y la piedra.

El planteamiento y, en determinados momentos, la puesta en escena de la obra de Aristakisian me hizo evocar Pictures of...

Vistas las cuerdas que Ladoni ha pulsado en ti, confío en que la película de Hanák te resulte igual de inquietante (puedes encontrarla por medio de eMule. También subtítulos)

Bashevis dijo...

Stalky me comento que esto estaba ocurriendo, que se estaba expandiendo la epidemia, que ladoni arrasaba cosechas...

raúl, enrique ha puesto una miguita de pan en el camino.

mi espiritu y el de stalker, que ahora me posee, te ponemos la segunda y la tercera miguita encantados de la vida...

Obrazy stareho sveta!

Stalker dijo...

"Pictures of the old world" (1972), de Dušan Hanák es otra joya impagable, un retrato minucioso de rostros en demolición. La ruina como categoría estética, carcoma-vida: salvación.

Bash: ya te dije que me estoy empleando a fondo. Y esto es sólo la punta del iceberg. "Ladoni" ha tocado el puro temblor de más de un alma candorosa y receptiva.

El desasosiego fecundo se expande en círculos concéntricos...

Enrique M.: tú pareces saber mucho del testimonio de la arruga. Pásate por Marienbad, que de arrugas va la cosa.

abrazos a todos

Enrique M. dijo...

He visto la entrada y me interesa mucho, Stalker. En cuanto encuentre un momento libre, mi voz se oira en ella.

raúl quinto dijo...

le echaré un ojo a esa película checa un día de estos, gracias, Enrique, por traer más alimento.