El próximo viernes 27 de febrero a las 19h. En la La Central del MNACRS, en Madrid, claro. Ejerciendo de anfitriona y madrina Ada Salas. Toca presentar La flor de la tortura. Si estáis por allí, acercaos, que voy a estar muy lejos del terruño y necesitaré ver caras amigas o al menos amigables.
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Y como parece que viene al caso os añado la última reseña que ha salido del libro, en la revista Minotauro Digital, que también tiene una edición en papel y en la que aparece un poco de todo. La firma Carmen G. de la Cueva, quien suele visitar este blog con otros ropajes. Las dos citas que abren el texto fueron, curiosamente, dos de los más importantes pórticos en los que me intruduje para escribir el libro.
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"LA BELLEZA ES LA MUERTE
Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía
podemos soportar.RAINER MARÍA RILKE
Lo siniestro es aquello que,debiendo permanecer oculto, se ha revelado.SCHELLING
Voy a cerrar los ojos antes de empezar a leer. Palpita la sombra y la carne cicatriza verso a verso. Laten las palabras con violencia en las páginas de La Flor de la Tortura, y la belleza estética se confunde con las siniestras imágenes que el poeta crea para nuestro deleite. Raúl Quinto (Cartagena, 1978) busca asilo con cada poema en el umbral que separa la cicatriz de la herida. En 2004 fue merecedor del Premio Andalucía Joven por La piel del vigilante y ahora, con La Flor de la Tortura, ha obtenido el I Premio Internacional de Poesía Francisco Villaespesa.
Mi mirada se ha cruzado con la mirada del adiós y ahora sangran mis pupilas. “Miro tus ojos y comprendo. / La belleza es la muerte”. Y me asomo a través de la grieta para ver el dolor que describe tu lenguaje descarnado. Los versos se sostienen en un tú que tientan a mis dedos a seguir “la sangre / recorriendo las líneas de la mano”. Esta flor me retiene y es mi límite desde que la arranqué de un anaquel cualquiera. Poesía que pregunta qué es la nada y renuncia a lo innecesario, lanza a los ojos del lector –voyeur cómplice- el aderezo sangriento de la destrucción, y no inhibe el lecho interior de la memoria colectiva; “el exterminio es una danza hermosa / ofreciendo sus labios”. La conmoción se difumina en las fronteras del miedo y la distancia. Son poemas siniestros porque habitan el caos bajo el velo – y límite- de la belleza.
El lenguaje muta sonoro cuando se encuentran referencias a artistas como The Velvet Underground, Sonic Youth o Joy Divison. En un instante se frena la lengua, los ojos detienen el verso y puede oírse en el espacio “un idioma nocturno, sin nombres, sin respuestas” y la danza de los dedos que firmemente pasan la página. Se revelan los pétalos de esta flor como un espejo deformante y simbólico de la realidad, encarnación que ilumina la conciencia del que camina por los versos entre los límites del cuerpo y el espacio, porque “existe un puente entre el dolor / y la belleza”. Eres tú, quien observa atento, quien recorre los vértices de estas líneas y “decide de qué parte / de la alambrada estás”. No hay temor porque hay distancia, pero se intuye el frío “en la voz que en penumbra / repite nuestros nombres / una vez / y otra”; el objeto de este miedo, que se siente en cada letra, no es más que algo que resiste la contemplación del que busca – alejado e inmóvil- la herida cuando sólo queda cicatriz y reflejo.
Y la flor no es menos hermosa porque dure tan sólo una noche. Es la vida y es la muerte y “hubo quien se arrancó / los dos ojos / para no ver los bordes de la luz” a través de la ventana. Es demolición y lucha, la llama que se extiende por el interior del cuerpo y nos obliga a ver “el miedo frente / a frente”. Es tortura y es poema, y “puedes verte a ti mismo / escrito para siempre / en el silencio de este verso”, como si las manos fueran no más que una prolongación de un poema que no acaba, y se vierte, y estremece, escalofrío de chucillo sobre la piel en una madrugada consumida. Se quiebra el jardín de la tortura y el vacío es “como el grito en el vientre del silencio”; el horror o la nada. Y el poeta muda la piel con cada verso –golpes secos contra su propio cuerpo. Autoconciencia. Dualidad. Trasgresión del lenguaje a los sentidos. Palabras sumergidas en otra hora, rastrean las sombras y la luz de la historia; charco de sangre que florece entre espinas. Silencio sepultado. Límite entre la belleza y la muerte. Coagula la rosa –herida- y la violencia no es sólo metáfora en estos poemas sino “despedida en el umbral” y sentencia; víctima o verdugo.
Déjate caer hasta el final de esta página. Calma. Sé carne y sé palabra. Aliento y gesto. Belleza nacida del lecho de la muerte."
Carmen G. de la Cueva.
8 comentarios:
¿Cómo te has camelado a Ada Salas para que te presente el libro, bribón?
Bromas aparte, suerte y deja crónica puntual del evento.
stalker, es cosa de mi sex-appeal... qué va... a Ada le ha gustado el libro y yo estoy muy contento e ilusionado con su presentación. a ver cómo va la cosa, si es memorable dejaremos constancia aquí ;)
El viernes por la mañana (creo) tiraremos pa los madriles, al final curro el jueves pero no el martes que viene. Así que espero que nos podamos ver allí, y al día siguiente, ese Bacon que va con todo ;)
La reseña es algo atípica, pero muy sugerente y acertada.Me gusta.
rubén, echadme el teléfono. Es curioso el tema de las reciprocidades... ya te contaré.
y para cuando la presentación en granada? :)
ana, por ahora no hay nada pensado para Granada... si surge algo serás de las primeras en enterarte... para el siguiente libro seguro que le doy una vuelta por el Albayzin.
Felicidades!
Espero que te vaya muy bien, a ver si va gente porque el libro merece mucho la pena.
Suerte en los madriles.
gracias, curri, allá vamos extendiendo la mancha almeriense allende los tomates...
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