Vuelvo al cine, a la lista, a Rusia. En el lugar número doce ubiqué la que algunos consideran la mejor película de la Historia: El acorazado Potemkin (S. Eisenstein, 1925). Extrañamente es la única muda que se ha colado en la lista, evidentemente no es la única que ha removido silencios en mi interior. Como sea, la obra de Eisenstein está aquí. Está porque cuando la vi hubo algo que crujió dentro, y ese algo es lo mismo que cruje cuando veo una pintura abstracta que me rompe. El acorazado Potemkin no es ni mucho menos una película abstracta, pero no puedo dejar de ver en su blanco y negro algo de Malevitch o Goncharova. Hablando con exactitud esta película es un pulso preciso entre geometría y carne, matemática y voluptuosidad. También, es cierto, es una lección sobre montaje, posiblemente la primera y más importante de la historia del cine. En su teoría y praxis sobre el montaje también hay valiosas lecciones aprendidas y aplicadas para cualquier forma de escritura. Por eso también me siento en deuda. Pero hablábamos de geometría y carne, de la abstracción helada de la proa del acorazado y la revuelta de marineros, de la quietud horizontal de la escalera de Odessa y esta secuencia magistral que ya todos conocéis y que no tengo más remedio que volver a mostrar. De aquí tomaron ideas gente tan diversa como Picasso o Brian de Palma. El último fotograma de esta secuencia lo tuve años como póster en mi piso de estudiante. Ha pasado el tiempo, la conmoción sigue.
7 comentarios:
Otra obra maestra.
Sus escenas han sido copiadas hasta la saciedad.
Además tiene el mérito de abrir camino, el cine en pañales que iba creciendo de la mano de Griffith se hizo adulto con Eisenstein.
Película que hay que volver a ver.
SI RAUL TU LO HAS DICHO, MAS ALLA DE SU MENSAJE ESTA PELICULA QUE SI HE VISTO RECUERDO HABERLA VISTO EN 3ºDE BUP EN CLASE DE arte es dura pero bella
retrato de un momonto como dreyer o bergman. hace del montaje parte intrinseca de la narrativa de esta cronica doliente de un tiempo. catarsis necesaria. besos adolfo
el cine en pañales aquí empieza a patalear, es cierto.
si pera patalea para llegar muy lejos. abrazos adplfo
Raúl:
tengo que disentir respecto a que "El acorazado Potemkin" es la primera y última lección de montaje. Esto sólo puede sostenerse si se desconocen otras obras que fueron silenciadas en la propia época (por presiones políticas y por el propio Eisenstein). Busca "El hombre de la cámara", de Dziga Vertov: he ahí una lección de montaje no superada, un lenguaje tan innovador que tuvo que ser silenciado por el aparato del Partido (por ser demasiado revolucionario, evidentemente).
Incluso las obras de Yevgenii Bauer y Dmitri Kirsanoff tienen aspectos muy interesantes en este sentido, pero el canon ha privilegiado el sistema Eisenstein, lo que ha empobrecido notablemente otros po(e)sibles caminos. El régimen soviético y las sucesivas generaciones de la cinefilia occidental se encargaron de disimular otras voces (ahí tenemos a Dovzhenko, tan poco reconocido), rasgo tristemente característico del invencible etnocentrismo.
Todo esto sin restarle méritos a Eisenstein (que a mí me gusta mucho, incluso en sus obras melodramáticas posteriores, "Iván el Terrible", etc), pero, como siempre, hay vida en la cara oscura de la luna,
salute
Stalker,
cuando puse el advervio "posiblemente" antes de decir lo de la primera u última lección sobre montaje, lo hice porque desconozco la historia del cine lo suficiente como para afirmarlo tajantamente. Por eso te agradezco tu intervención, que dada tu erudición es abosolutamente pertinente. Aunque también es cierto, que como dices, el sistema Eisenstein se convirtió en canónico, en imitado, seguido, continuado; así que algo hay de verdad también en mi pseudoafirmación. Habrá que echarle un ojo, no obstante a esos filmes que comenta. Como siempre, ensanchando horizontes. Gracias por ello.
digo lo mismo gracias hno stalker
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