Dentro del sueño uno no tiene rostro, carece de identidad, es uno mismo y al mismo tiempo no es nadie. No ve, no puede ser visto. Sin embargo siente cada uno de los átomos del aire colisionando contra su piel desnuda, la fresca presencia de la sombra donde la luz no existe. Dentro del adentro. No ver. No poder ser visto. Querer por todos los medios comunicarse con alguien y no poder. En el sueño la mano derecha empuña el teléfono y la izquierda un instrumento afilado que cortará el cable. Sí, en la imagen la derecha es la izquierda y viceversa, como en un espejo, porque es un sueño. Entonces gritar más alto y que no haya nadie al otro lado. Y no saber si es uno mismo quien está cortando el cable del teléfono. Todo eso. Y después intentar ilustrarlo, o contarlo. O interpretarlo. O simplemente soñarlo una vez despierto.
10 comentarios:
Muy buen texto, en serio. Me gusta sobre todo el ritmo y la idea "dentro del adentro". De vértigo.
Un saludo,
Martha
gracias, martha, si hay algún mérito es el de la Medkova por ocurrírsele esta imagen surreal y plasmarla.
saludos
como un calcetín girado, volteado, dentro del adentro.
hougs
interesante la imagen, he estado buscando información de la fotógrafa pero apenas encuentro nada. en cierto modo hay algo placentero en el hecho de que google a veces no nos satisfaga en nuestras búsquedas, pero bueno, ¿podrías contarme tú algo de ella? :)
pienso en tu texto, pienso en la identidad dentro del sueño. a mí hay algo en los sueños que me resulta muy curioso, y es cuando en alguna ocasión dentro del sueño mi cuerpo y mi cara no son los mismos que en la vigilia. a veces tengo la cara y el cuerpo de otras mujeres, pero lo más sorprendente ha sido alguna vez soñarme como hombre. luego al despertar ya con el cuerpo, la cara y el sexo habitual pienso siempre en la extraña y familiar casualidad que soy.
Este verano estás que te sales, compay. De lleno en la diana.
Te encuentras en forma y se nota.
Abrazos
(pásate por el blog de Ana, ha actualizado en su línea espléndida...)
esther,
como una prenda que dada la vuelta deja a la vista las costuras que la unen, siempre me ha gustado esa imagen, tan elocuente.
ana,
emila medkova es uno de los descubrimientos que hice en mi visita a Praga, trabajó el registro surrealista en sus comienzos y después pasó a registros más "esencialistas", poco más te puedo decir de su biografía que no veas en google salvo que las fotografías suyas que vi tiraron fuertemente de mis ojos por razones evidentes.
Lo que cuentas es curioso, sí, nunca he soñado que era una chica, creo, aunque sí he sentido esa despersonalización de la que hablo en el texto o he indagado en el cuestionamiento de mi propio yo perplejo en el sueño. Los sueños son arenas movedizas muchas veces, donde nos hundimos para ver qué hay debajo de nuestro fango, o no, lo mismo no son más que pequeñas interferencis de un cerebro cansado.
stalker,
en forma? debe ser el alimento intensivo al que estoy sometiendo a mi cerebro todo este itinerante verano. Quien recibe estímulos positivos genera un eco siempre. Me pasaré por el territorio woolf a ver qué se le ha ocurrido a la niña ;)
saludos a todos. Ya estoy en Ehpaña otra vez, olé.
Ejpaña, maestro. A ver si usamos con propiedad el román paladino...
A veces he soñado que era un animal. Una vez soñé que era una piedra. También me he soñado siendo varios a la vez. Y lo mejor es el sueño en que pierdo el cuerpo y soy sólo un punto de vista volante, que atraviesa praderas y caminos a una gran velocidad.
saludos
digo Ehpaña pq soy andalú.
El caso más raro que tuve en mi vida de soñar que era otra cosa fue una vez que soñé que era un pelo sosteniendo en equilibrio un enorme vídeo vhs, ni que decir tiene que fue una pesadilla angustiosa.
Jojojo, qué fuerte la pesadilla del pelo y el VHS. Y qué metáfora de la evolución tecnológica...
El texto me ha gustado mucho como reflexión sobre la naturaleza sin rostro de los sueños, ese nivel de impersonalidad en el que se adentra uno como si nada. Los mejores sueños son siempre los más impersonales, aquéllos en los que no hay ni rastro de la vida cotidiana de uno o donde los rostros y personas que conoces adoptan roles absurdos, y lo asumes como si fuera lo más normal del mundo. Yo sí he soñado que era una mujer (una vez, que recuerde), en concreto era rubia y tocaba el violín. Tenía los pechos pequeños. Lo sorprendente es que el violín sonaba muy alto y con una melodía preciosa; digo sorprendente porque nunca sueño con música.
La foto me ha recordado la enfermedad llamada "síndrome de la mano extraña", en la que una mano hace lo que quiere al margen de la voluntad del enfermo, y suele hacer lo contrario que la mano "propia".
Bienvenido a Ejpaña, Bono.
rubén,
mi vídeo vhs de aquellos años era un armatoste enorme, imagina la tensión extrema del pobre pelo-yo por mantenerse erguido bajo ese peso, de lo más atroz y extraño que he soñado nunca.
Te imagino de rubia violinista, sin duda das el perfil pese a la barba y las gónadas.
Y sí que es verdad que la foto también se puede sacar del contexto de lo onírico, (aunque el título nos lleve irremisiblemente allí) y una vez fuera es angustiosa e inquietante como poco, la venda, la mano, el arma, la desnudez del torso. da un poco de miedo pensar qué ocurre allí si no es un sueño o una metáfora.
gracias por la bienvenida, amigo.
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