La revista digital Obituario acaba de sacar su número 17, dedicado esta vez a la figura de Charles Baudelaire. Me pidieron colaborar y escribí este poema que sigue.
Baudelaire abre un
animal
como si fuera un fruto,
los insectos
entran y salen del
tejido roto,
como una música.
Baudelaire hunde su
cabeza
y mastica la carne aún
caliente.
Ahora es una mancha
de sangre negra que
respira,
sólo sus ojos y su boca
delatan que es humano
y que lo humano es sólo
eso.
1 comentario:
No, en realidad Baudelaire érase un hombre a una nariz pegado. Véase "Un hemisferio en una cabellera" el 17 de los pequeños poemas en prosa.
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