José de Ciria y Escalante, prosas y poemas (1919-1924) Juan Antonio González Fuentes y Alberto Santamaría (Eds).Icaria, 2010
En noviembre de 1919 un chaval de dieciséis años asiste en Santander a una conferencia de Gerardo Diego sobre la necesidad imperativa de vanguardia en España. Cinco años después muere de tifus en una lujosa habitación de hotel madrileña. En ese intervalo trascurre la escritura de José de Ciria y Escalante: es la fiebre del Ultraísmo, el hambre de modernidad dando dentelladas por los cafés y las imprentas. Una estrella fugaz, brillo intenso y breve. Una bengala. Trece poemas que parten de la imitación modernista para desatar “un collage de nombres, gestos y preguntas” ultraísta. El reino lúdico de la metáfora porque sí. Los árboles gimnastas/ que han saltado en la pista/ van recogiendo aplausos con el pico. La sombra chillona de Apollinaire. La insolencia de la juventud detenida en pleno apogeo de su descaro e inmadurez. Digamos que la literatura de Ciria no es ni mucho menos necesaria, demasiado poca, demasiado en pañales. Como aquella vanguardia ultra que se disolvió a la misma velocidad de sueño con la que brotó. Pero lo importante en la escalera son los peldaños. Lo importante es la posibilidad de soñar.
En noviembre de 1919 un chaval de dieciséis años asiste en Santander a una conferencia de Gerardo Diego sobre la necesidad imperativa de vanguardia en España. Cinco años después muere de tifus en una lujosa habitación de hotel madrileña. En ese intervalo trascurre la escritura de José de Ciria y Escalante: es la fiebre del Ultraísmo, el hambre de modernidad dando dentelladas por los cafés y las imprentas. Una estrella fugaz, brillo intenso y breve. Una bengala. Trece poemas que parten de la imitación modernista para desatar “un collage de nombres, gestos y preguntas” ultraísta. El reino lúdico de la metáfora porque sí. Los árboles gimnastas/ que han saltado en la pista/ van recogiendo aplausos con el pico. La sombra chillona de Apollinaire. La insolencia de la juventud detenida en pleno apogeo de su descaro e inmadurez. Digamos que la literatura de Ciria no es ni mucho menos necesaria, demasiado poca, demasiado en pañales. Como aquella vanguardia ultra que se disolvió a la misma velocidad de sueño con la que brotó. Pero lo importante en la escalera son los peldaños. Lo importante es la posibilidad de soñar.
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(reseña aparecida en la Revista Quimera del mes de mayo)
2 comentarios:
curioso hallazgo del giocondo de lorca, a veces estos olvidados son tan buenos como los mas grandes!besos
RAUL.
el giocondo, sí, un oculto y pequeño peldaño en verso.
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