miércoles, 26 de abril de 2017

TRADUCIR EL CUERPO

NOSTALGIA DE LA ACCIÓN, Ana Gorría, Saltadera, Oviedo, 2016, 128 pp.


Este libro de Ana Gorría (Barcelona, 1979) se construye a partir de la obra y del pensamiento de Maya Deren (Kiev, 1917- New York, 1961) en un trasvase de tonos e imágenes que nos conecta, a veces literalmente, con esa escritura de/desde el cuerpo y su hibridación con lo que el cuerpo en movimiento interviene: la naturaleza, el otro, el aire. Los textos y las películas de Deren están ahí, pero el libro funciona igualmente para un lector que la conozca poco o nada. Aunque eso sí, Nostalgia de la acción es también la puerta de entrada a un universo fascinante. Aprovechen y entren.
Ana Gorría pretende escribir palabras que sean cuerpo, palabras nostálgicas de la acción, que bailen. Un lenguaje escrito pero más allá de la palabra. Dicho quede que lo logra sin salirse del marco textual de los poemas. Pero es que además este es un libro interdisiciplinar, como ya lo fue Araña (2005), que enhebra la mirada de Gorría sobre Maya Deren con la mirada plástica de Marta Azparren. A Azparren ya la habíamos visto en otros libros mixtos de poesía como Claroscuro del bosque (2012) de José Luis Gómez Toré, y aquí contrasta los poemas con figuras en movimiento dibujadas a base de trazos ágiles y rápidos complementados con letras del alfabeto, como segregaciones corporales. Un lenguaje doble, análogo al del los poemas, cuya potencia expresiva multiplican, y que transitan a través de, valga la redundancia, diferentes variaciones del concepto del cuerpo en movimiento, que acaba rompiendo las cadenas de la identidad. Así comienza diciendo que “soy la que soy” (p.11) para a continuación ofrecer, tras los movimientos y rupturas del cuerpo y del poema, declaraciones a medio camino entre Rimbaud y Deren: “soy otra/ yo” (p.13), “esa que fui no soy/ en el espejo” (p. 19), “soy otra soy” (p.101). La condición estática del ser, tanto del cuerpo como de la palabra, se abandona inservible para cobijarse en la espacialidad del estar, única conciencia posible del cuerpo en la danza, en la disolución en los otros y en la naturaleza cuando somos un elemento más dentro de una danza gigante, más allá de la humano y por tanto más dentro. “Es lanzarnos contra el viento y/ sernos/ otros”. (p.52) a través de la palabra también. De ese otro cuerpo que aquí quiere decirse. Dibujo, música, poema e imagen cinematográfica. El lenguaje como presencia, como estar, como cuerpo: “ estoy aquí/ diciendo que/ estoy aquí”. (p.51) porque funciona como un campo gravitatorio que nos arrastra siempre a su centro o a su ausencia: “caemos/ tras la intemperie de la palabra.” (p.35).
Esa apelación continua a la transformación del cuerpo a través del movimiento se traslada también a la propia musicalidad de los textos, que funcionan como ejercicios de danza lingüística ejemplificados en el ritmo de cada poema, en la repetición de estrofas a modo de giros de derviche, en los `poemas rotos abruptamente o incluso en esa especie de haikus bastardos que jalonan el libro como pasos de una coreografía textual. Esa idea del movimiento rompiendo los límites de la identidad y de la propia palabra se aprecia también en la reiterada escritura de neologismos como “bailarinángeles” (p.85) o “dunaguarena” (p.105), que responde a la lógica de la traducción a palabras de la plasticidad del cuerpo en el baile, que exige que el lenguaje deje de ser estático y unívoco, que se retuerza y se reconfigure. Entendemos que esta traslación formal de la idea es quizá lo más conseguido del libro. Gorría entiende que la forma es contenido, y hace una inteligente demostración práctica.
Nostalgia de la acción es un libro no sólo de poesía ni de una sola autora:la conversación con los dibujos de Azparren y la sombra plástica y teórica de Deren, lo llevan un paso más allá de la literatura convencional. La poesía es sólo una estrategia más para el arte, eso que define de manera memorable como “hablar contra la muerte” (P.77). De eso van las películas de Maya Deren y los poemas de Ana Gorría. De eso va todo este negocio.

(reseña aparecida en el número de abril de 2017 de la revista Quimera)




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