Yo quiero ser capaz de conseguir un artefacto así. Que el poema sea como la caja que vemos al final de la secuencia, que una vez dentro todo haya cambiado para siempre. Que se anude un hilo de magia negra en nuestros ojos y vaya apretándose poco a poco hasta asfixiar todos los baremos, todas las coordenadas, todos los espejos de lo visible. Al fin y al cabo está claro que todo es una grabación.
9 comentarios:
Extraordinaria secuencia, y extraordinario, también, el deseo de hacer eso con un poema... aunque quizá has descrito muy bien el efecto que el poema recrea en el especatador: fragmentando una realidad que el lector ha de recomponer dentro de sí...
los poemas que a mí más me conmueven son los que taladran desde lo desconocido, los que tiene una lógica parecida a la del club silencio. leer con los nervios, ya sabes.
el club del silencio es el único club al que yo quisiera pertenecer
si eso significa que estarías callada, no me parece buena idea..
Raúl, el silencio de Ana (y qué decir de sus palabras) es muy elocuente, te lo puedo asegurar.
abrazos
quizá no es tanto estar callada cuánto ser la misma caja negra de la escena. en fin, la escena me encanta, para mí esta escena merecía toda la película y creo que condensa muy bien lo que david lynch es, representa y respira.
ana, yo prefiero palabras como estas que acabas de poner aquí.
Posiblemente mi escena favorita de Lynch, junto al armario de Blue Velvet y el primer encuentro con el Hombre Misterioso sin cejas en Carretera Perdida ("estoy en tu casa, quieres comprobarlo...?".
Muy grande.
grandísimo, amigo rubenal.
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