viernes, 29 de abril de 2011

DECISIÓN (Edith Södegran)

Soy una persona muy madura,

pero nadie me conoce.

Mis amigos se hacen una falsa imagen de mí.

No soy mansa.

He sopesado la mansedumbre en mis garras de águila y la conozco bien.

¡Oh, águila! ¡Qué dulzura hay en el vuelo de tus alas!

¿Vas a guardar silencio como todo?

¿Quieres quizá escribir? Tú ya no escribas más.

Cada poema será el desgarramiento de un poema,

no poemas, sino huellas de garras.









[1920]

domingo, 24 de abril de 2011

Fatena Al-Gurra y los bordes quemados de los mapas

El pasado viernes salió publicada en La Voz de Almería mi presentación de la conferencia Poesía y Exilio, que dio Fatena Al-Gurra en la Universidad de Almería el pasado 5 de abril. Fatena ha sido un vendaval que ha pasado por España durante el mes de abril, un viento fresco del desierto y la carne: Almería, Málaga, Córdoba, Madrid. Por ahí han ido rebotando sus versos y sus bailes. Recuerdo que la tarde que la recogimos del aeropuerto no paraba de decir que todo le resultaba un sueño. Qué bien que haya gente que sea capaz de hacer realidad los sueños. Desde aquí mi cariñoso aplauso para Ana Santos y Pedro Miguel, editores, trastornados y hacedores de sueños.
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Fatena Al-Gurra y los bordes quemados de los mapas


"Lo que vemos. Lo mismo que hay dentro de nuestros bolsillos, también dentro de nosotros: el mundo del que formamos parte, el mundo que somos. Un mundo cuyo mapa tiene los bordes quemados. Sabemos que a pesar de los rigores de la crisis nuestro mundo no deja de ser una excepción. Que la parte más amplia del mapa es la que se convirtió en ceniza. Somos una isla fértil rodeada por mares inabarcables de decepción, pobreza, violencia, miedo. La realidad y sus aristas desolladas. Sabemos las palabras pero no muy bien su significado. No podemos conocer la realidad fuera de este cercado de lujo que nos engorda y nos ensordece. Solo imágenes, palabras y cifras, y el hueco que deja la voz al decirlas. Palabras como Gaza, conflicto palestino, ocupación. O exilio.

Fatena Algurra no es solo una palabra, es una mujer. Yo la conocí en 2005 en uno de esos viajes que le cambian a uno por dentro. Un intercambio entre poetas andaluces y palestinos, primero allí y unos meses más tarde aquí. A aquella zona muchos la llaman Tierra Santa, otros el ombligo del mundo. Nunca un lugar tan breve fue tan pródigo en acontecimientos. Por mi parte fueron cinco días para conocer de la mano de los palestinos cuál era su mundo, toda su luz y toda su sombra en los ojos. Uno de esos días llegamos a Gaza, tras pasar incómodos controles y ariscas alambradas, incluso uno de nosotros fue retenido por los militares sin una explicación coherente, al ser invitados de la Autoridad Palestina todos éramos sospechosos. Acabábamos de trazar un camino desde la Jerusalén judía, con su lujo occidental y su rigor de piedra, atravesando el desierto hasta llegar al subdesarrollo. A pocos kilómetros. No eran ya palabras. El camino estaba minado de paranoia. Porque es verdad que el miedo y la rabia se reparten a un lado y al otro de la frontera, como también es cierto que la pobreza solo tiene rostro palestino.

Una vez en Gaza conocimos a los poetas que ya habíamos leído. Poesía entre el grito rebelde juvenil contra la opresión y el largo poema discursivo al amparo del magisterio de Darwish. No deslumbran. No hace falta. Son poetas, eso debe bastar. Ya es suficiente alimentar la llama de la poesía entre escombros y alambre de espino. Tal vez aquí es cuando se hace necesaria. Ese día leemos en un centro escolar, los alumnos nos muestran sus cicatrices de bala, pero también notamos que están vivos y que sueñan con intensidad. Yo noto que mis poemas se deslíen, que pierden sentido ante tanta realidad. Entonces aparece Fatena, como un cristal destellando entre las ruinas. Dos poemas, como dos golpes bien dentro de lo que somos. Al oírlos noto cómo se activan los mecanismos de la poesía que conmueve por sí misma, sin añadidos. Mis compañeros de viaje también han sufrido el alud. Sin aviso. Hay una poeta gigante en la pequeña Gaza.

Y descubrimos que tras los versos hay una mujer hermosa con un brillo negro en la mirada. Es una mujer fuerte, quiere beberse cada gramo de conversación, aprehender cualquier cosa que salga de esos visitantes. Estoy conociendo a un ser excepcional. Después comemos en un restaurante frente al puerto que la UE ha construido dos veces, las mismas que Israel lo ha bombardeado. Cuando el sol amenaza con irse Fatena se excusa y desaparece: su familia no permite que ande en la calle con la noche vencida. Tampoco la dejaron participar en el intercambio: solo hoy se cobra esta deuda de venir a España. Se había ido la mujer magnética. Ex-presentadora de radio y TV, activista por los derechos de la mujer. Doblemente sometida, por el integrismo islámico y por Israel. Meses después la llegada del islamismo radical de Hamash al poder en Gaza la sentenciará al ostracismo total. Y allí es cuando comienza su particular travesía del desierto. El exilio. Primero en Egipto, después en Bélgica, malviviendo en centros para refugiados. Y ahora está aquí para contarnos con palabras vivas su vida. Aunque antes que su cuerpo sus versos llegaron a España de la mano del Gaviero. Hoy Fatena nos va enseñar lo que hay tras las palabras, lo que hay más allá de los bordes quemados de nuestros mapas. Hoy espero continuar con ella aquella conversación que la puesta de sol impidió. Hoy que, al menos aquí, la noche es imposible."

sábado, 16 de abril de 2011

EL INCENDIO DEL PARLAMENTO (Joseph Turner)


1- Un parlamento en llamas. El otro día se cumplieron 80 años del comienzo de la II República. Hoy sale en prensa que Gadafi usa bombas de racimo fabricadas en España. No tengo ni idea de cuál es la respuesta al acertijo que propone tanta cara estúpida, tanta mentira calculada y tanto muro en el corazón. En esta imagen hay unparlamento en llamas, o al menos las casas cercanas. Habrá quien piense en V de Vendetta, pero no es momento de guiños pop ni de intertextos más allá de la necesaria mirada al fondo del contenedor de basura: donde están las ideas. Insisto en que no tengo la respuesta, en que sólo tengo la indignación, y a veces eso ya es suficiente. 2- El agua refleja el fuego, uno de las dos imágenes quema de verdad. Podemos hablar de querencia romántica por los desastres, podemos hablar de lo sublime y el ojo borroso de Turner. Podemos traducir el color y quedarnos en blanco. Podemos buscar el incendio, en la calle, dentro, en el pecho. 3- Londres se me presenta como la candidata idónea para mi próximo crimen. Desde allí escribiré cartas como Jack the Ripper, ¿desde el infierno? ¿sobre?¿contra?¿hacia?

martes, 12 de abril de 2011

un poema de Javier Egea

- ¿Sabe quién mató al Sr.Egea?

- Lo sé.

- ¡Pues dígalo inmediatamente!

- Yo me arrojé al vacío
desde la estrella muerta
y ya no tengo miedo a morir.






[de Paseo de los tristes, 1982]

miércoles, 6 de abril de 2011

El Romanticismo Sucio de Georg Trakl

. EL ROMANTICISMO SUCIO DE GEORG TRAKL. Poesía completa . Georg Trakl (trad. José Luis Reina Palazón) Trotta, 2010.





Estrellas muertas: Morir a los veintisiete años de sobredosis de cocaína. A la misma edad que Jim Morrison o Kurt Cobain. Parece que el suicidio a esa edad es un salvoconducto al mito. Georg Trakl (1887-1914) responde a ese perfil de artista cuya vida puede acabar por desfigurar o devorar su obra. Drogadicto, atrapado en una relación incestuosa con su hermana pequeña, testigo de los horrores de la Gran Guerra y los terrores de sus batallas interiores. Suicida. Parece complicado leer a Trakl sin el filtro deforme del malditismo. Leerlo en tanto que maldito, su obra como correlato exclusivo de su azarosa vida. Y sin embargo, su poesía no necesita de esa intensa puesta en escena exterior, por mucho que para alguno la extrema biografía pueda suponer un estímulo para asomarse al vacío como aquella figura del cuadro de Friedrich. En este caso el abismo está más bien dentro de los poemas. Es cierto que dicen que la diferencia entre Trakl y otros contemporáneos que escribieron sobre la turbulencia y el límite es que Trakl sí que vivió aquello que escribía. Puede ser. La pregunta es si eso realmente importa. La biografía es una música que puede confundir y distraer, en Trakl la letra es ya de por sí apabullante .


Trakl de bolsillo: En menos de 250 páginas caben todos los poemas de una vida. Posiblemente habría sido preferible una edición bilingüe, sobre todo si se quiere que este libro sea el libro de referencia sobre el autor. El esfuerzo de reunir en un volumen toda la obra (libros, colaboraciones en revistas, poesía póstuma, versiones y fragmentos) era considerable y necesario. No obstante, algo nos dice que esta no va a ser la edición definitiva y canónica de la poesía de Trakl, que también ha pasado por manos de traductores como Jesús Munárriz y sobre todo Jenaro Talens, cuya edición de 2006 de Sebastián en sueños y otros poemas en Galaxia Gutenberg sigo entendiendo como el acercamiento más logrado hasta la fecha (Trakl es más potente y sus poemas no son sólo la intuición de un original inmenso sino textos que funcionan con amplia solvencia en castellano). Reina Palazón, como decíamos, ha acometido una empresa meritoria, como ya hizo por ejemplo con Paul Celan, y hay que valorarla en su justa medida, ahora bien, decisiones estratégicas globales como la de mantener la rima consonante provoca alguna deformación y algún ripio totalmente evitable. Por otro lado el prólogo establece una serie de comparaciones del poeta con sus contemporáneos más cercanos (Hugo von Hofmannsthal, Adolf Loos, Oskar Kokoschka y Karl Kraus fundamentalmente) bastante interesantes y oportunas para contextualizar a Trakl en la Austria de su tiempo, presa de las tensiones entre la incipiente vanguardia, el conservadurismo y la decadencia del Imperio. Trakl es fruto de su tierra y de su tiempo, pero claramente es un fruto extemporáneo. Trakl es una rareza tan moderna como anacrónica.





Etiquetado: No lo entiendo, pero sé que es genial, dijo Wittgenstein. Se habla de que Trakl sometía al lenguaje y a la vida a “una idealización por el sufrimiento”, que le daba la razón a Freud enhebrando al Eros en la aguja del Tánatos, que, como decía Rilke, en él: la caída es la excusa para la ascensión imparable. Por su parte el propio Trakl puede también hablar de sí mismo pero su yo se disuelve en la contemplación de un paisaje absolutamente connotado. Correspondencias simbolistas a lo Baudelaire, tal vez junto a Hördelin la referencia más evidente. Paisajes emocionales, mapas de la turbulencia y de la calma con el mismo mecanismo que las pinturas de un Meidner o un Kirchner. Ya nos van sonando las etiquetas: malditismo, simbolismo, expresionismo. Pero claro, esas etiquetas si se sumergen en la ciénaga acaban borrándose. Hablamos de los pilares de la modernidad y también de la carcoma que los pudre. Hablamos de Romanticismo Sucio.

Insisto en esa idea. En los poemas póstumos abunda una primera persona del singular que está casi ausente en sus publicaciones voluntarias en libros y en revistas. El yo evidente es un tema íntimo y en bocetos, ejercicios y experimentos asoma sin pudor, sin embargo en los libros el sujeto se transparenta en el paisaje hasta desaparecer, es la escena, es el poema. Los cuervos, las ratas, el humo de las tabernas, las aldeas cenicientas, las trincheras de Grodeck. Un sistema de referencias emocionales y físicas que comienzan siempre en la hora violeta del crepúsculo y crece como una mancha a lo largo de la noche. Ese es su mundo. El camino turbio entre el umbral y el interior, Sabe que en medio de un apacible prado de arroyos claros y hierba fresca se puede esconder la atrocidad y el crimen. Comprende que la enfermedad y la podredumbre acaba con arrasarlo todo. Que tal vez la vida no sea sino una lenta putrefacción.

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Poemas al óleo, canciones que sangran: El volumen incluye sus dos colecciones de poemas (Poesía, de 1913, y Sebastián en sueño de 1915), los textos aparecidos en revistas como Der Brenner y una (des)ordenada secuencia cronológica de poemas inéditos a su muerte que incluye primeras versiones y esbozos de muchos de las obras mayores de Trakl. Esta segunda parte tiene un indudable valor arqueológico pero también nos ofrece algunas gemas ocultas que bien merecen el rescate por sí mismas. Valga como ejemplo esta segunda versión de un homenaje a Novalis (página 179): "En oscura tierra reposa el santo extranjero./ De oscura boca le tomó un dios la queja,/ cuando cayó en la flor de sus años./ Una flor azul / sobrevive su canto en la nocturna casa del dolor. " Poemas sobresalientes en un conjunto que debe ser leído más como tentativas y aproximaciones a la obra ya depurada por el autor para su publicación. Trakl es todo, ciertamente, pero Trakl es sobre todo lo que Trakl quiso que se publicara de Trakl. Y es allí donde encontramos desarrollado un estilo inconfundible donde Baudelaire acaba revolcado en el fango de la ciénaga y Hörderlin pudriéndose en una noche más tranquila y terrible. Donde se comienza apegado a la estrofa tradicional para terminar deshaciendo rima y metro en largos poemas en prosa como el magistral Sueño y entenebrecimiento (pag. 95) en cuyas líneas encontramos indicaciones para ahuyentar a los ángeles a pedradas. Sintomático: hay en toda su poesía una problemática relación con lo sagrado en sus múltiples formas: el ángel, los santos, la hermana. Es la misma inestabilidad de los paisajes interno-exteriores, probablemente la misma inestabilidad de un mundo moderno que va de cabeza a la barbarie, que no puede dejar de cuestionar los cimientos sobre los que ha sido construido. Lo hemos dicho, el mundo descrito por Trakl es un mundo enfermo que se desmorona, es el manso azul del lago tachado por la sangre roja de un ciervo degollado. Contrastes. Colores. Un ojo descarnado que ve el tuétano de las cosas. Leemos en estos poemas el trazo salvaje de los pintores de El Puente o los agresivos colores de El Jinete Azul. Porque Georg Trakl es quizás más un pintor que un poeta expresionista, porque aquí el color grita indecentemente y no hay matices, hay sólo “una canción que sangra”. Como esta al muchacho Elis (página 62) que puede dejar bien claro que no estamos ante un mito vacío del malditismo, sino ante un poeta mayor, necesario más que nunca en estos tiempos de penuria: "Elis, cuando el mirlo en el negro bosque llama,/ es tu declinar. / Tus labios beben el frescor de la fuente azul de las rocas. // Deja si tu frente sangra suave/ antiguas leyendas / y el oscuro sentido del vuelo de las aves. // Pero tú entras con tiernos pasos en la noche/ que cuelga cargada de uvas purpúreas, / y más bellos mueves los brazos en el azul. // Un espino suena / donde están tus ojos lunares. / Oh, hace tanto tiempo, Elis, que has muerto. // Tu cuerpo es un jacinto / en el que el monje hunde los céreos dedos. / Una negra gruta es nuestro silencio // de la que sale a veces un manso animal/ y deja caer lentos los pesados párpados./ Sobre tus sienes gotea negro rocío,/ el último oro de estrellas declinantes."


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(reseña aparecida en la revista Quimera del mes de marzo)