
sábado, 28 de febrero de 2009
AUTORRETRATO (Francis Bacon)

martes, 24 de febrero de 2009
La flor de la tortura en Minotauro Digital (Carmen G. de la Cueva) y presentación en Madrid
Lo siniestro es aquello que,debiendo permanecer oculto, se ha revelado.SCHELLING
Voy a cerrar los ojos antes de empezar a leer. Palpita la sombra y la carne cicatriza verso a verso. Laten las palabras con violencia en las páginas de La Flor de la Tortura, y la belleza estética se confunde con las siniestras imágenes que el poeta crea para nuestro deleite. Raúl Quinto (Cartagena, 1978) busca asilo con cada poema en el umbral que separa la cicatriz de la herida. En 2004 fue merecedor del Premio Andalucía Joven por La piel del vigilante y ahora, con La Flor de la Tortura, ha obtenido el I Premio Internacional de Poesía Francisco Villaespesa.
Mi mirada se ha cruzado con la mirada del adiós y ahora sangran mis pupilas. “Miro tus ojos y comprendo. / La belleza es la muerte”. Y me asomo a través de la grieta para ver el dolor que describe tu lenguaje descarnado. Los versos se sostienen en un tú que tientan a mis dedos a seguir “la sangre / recorriendo las líneas de la mano”. Esta flor me retiene y es mi límite desde que la arranqué de un anaquel cualquiera. Poesía que pregunta qué es la nada y renuncia a lo innecesario, lanza a los ojos del lector –voyeur cómplice- el aderezo sangriento de la destrucción, y no inhibe el lecho interior de la memoria colectiva; “el exterminio es una danza hermosa / ofreciendo sus labios”. La conmoción se difumina en las fronteras del miedo y la distancia. Son poemas siniestros porque habitan el caos bajo el velo – y límite- de la belleza.
El lenguaje muta sonoro cuando se encuentran referencias a artistas como The Velvet Underground, Sonic Youth o Joy Divison. En un instante se frena la lengua, los ojos detienen el verso y puede oírse en el espacio “un idioma nocturno, sin nombres, sin respuestas” y la danza de los dedos que firmemente pasan la página. Se revelan los pétalos de esta flor como un espejo deformante y simbólico de la realidad, encarnación que ilumina la conciencia del que camina por los versos entre los límites del cuerpo y el espacio, porque “existe un puente entre el dolor / y la belleza”. Eres tú, quien observa atento, quien recorre los vértices de estas líneas y “decide de qué parte / de la alambrada estás”. No hay temor porque hay distancia, pero se intuye el frío “en la voz que en penumbra / repite nuestros nombres / una vez / y otra”; el objeto de este miedo, que se siente en cada letra, no es más que algo que resiste la contemplación del que busca – alejado e inmóvil- la herida cuando sólo queda cicatriz y reflejo.
Y la flor no es menos hermosa porque dure tan sólo una noche. Es la vida y es la muerte y “hubo quien se arrancó / los dos ojos / para no ver los bordes de la luz” a través de la ventana. Es demolición y lucha, la llama que se extiende por el interior del cuerpo y nos obliga a ver “el miedo frente / a frente”. Es tortura y es poema, y “puedes verte a ti mismo / escrito para siempre / en el silencio de este verso”, como si las manos fueran no más que una prolongación de un poema que no acaba, y se vierte, y estremece, escalofrío de chucillo sobre la piel en una madrugada consumida. Se quiebra el jardín de la tortura y el vacío es “como el grito en el vientre del silencio”; el horror o la nada. Y el poeta muda la piel con cada verso –golpes secos contra su propio cuerpo. Autoconciencia. Dualidad. Trasgresión del lenguaje a los sentidos. Palabras sumergidas en otra hora, rastrean las sombras y la luz de la historia; charco de sangre que florece entre espinas. Silencio sepultado. Límite entre la belleza y la muerte. Coagula la rosa –herida- y la violencia no es sólo metáfora en estos poemas sino “despedida en el umbral” y sentencia; víctima o verdugo.
Déjate caer hasta el final de esta página. Calma. Sé carne y sé palabra. Aliento y gesto. Belleza nacida del lecho de la muerte."
domingo, 22 de febrero de 2009
un poema de Anna Ajmátova
Hombro con hombro, seguimos caminando.
Ya empieza a caer la noche.
Yo, silenciosa; tú pensativo.
Entramos en la iglesia, vemos
bodas, funerales, bautizos.
Sin mirarnos, salimos: ¿por qué
somos tan distintos de los otros?
O nos sentamos sobre la nieve pisada,
en el cementerio, y suspiramos dulcemente.
Con un palito dibujas palacios
donde estaremos juntos siempre.
[1917]
viernes, 20 de febrero de 2009
el reverendo Powell explica la lucha entre el Amor y el Odio, de LA NOCHE DEL CAZADOR (Charles Laughton)
miércoles, 18 de febrero de 2009
LA MADONNA DEL HUEVO (Piero della Francesca)

lunes, 16 de febrero de 2009
OTROS (Mario Cuenca Sandoval) y presentación de Guerra del fin del sueño
Mañana martes a las 19:30h en la librería Picasso de la calle Reyes Católicos los que vivís en Almería o alrededores tenéis una cita con la buena poesía. Viene Mario Cuenca Sandoval a presentar su último poemario: Guerra del fin del sueño, que editamos el año pasado en La Garúa. Yo oficiaré de presentador. De Mario ya hablamos aquí con relación a su novela Boxeo sobre hielo, en ese momento dije, y ahora lo corroboro, que estábamos ante uno de los miembros más notables de la tan nombrada Generación Nocilla (ya saben, los Fernádez Mallo y cía). Como poeta tampoco está nada mal, si no lo conocéis os dejo el primer poema del libro a presentar para que os vayan entrando ganitas de venir mañana. Apuntaré en mi libreta los nombres y apellidos de todos los que asistáis, no hace falta venir de etiqueta.
01.OTROS
Siempre pensé
que cuando Lady Macbeth
decía que la vida era una fábula
llena de ruido y furia
contada por un tonto
Lady Macbeth hablaba de la vida de los otros
Y cuando Radiohead lloraba la existencia
de gente con las alas arrancadas
muriendo en una cárcel de antibióticos
lo decía por otros
Y cuando Nabokov aseguraba
que siempre en el placer hay algo triste
que nos puede arrastrar tisteza arriba
yo creía que hablaba del placer de los otros
Y cuando CS Lewis
exploraba las fuentes del dolor
tiraba de ese hilo que forman las preguntas
para saber si hay algo al otro lado de estar solo
para saber si hay algo
al otro extremo de la soledad
cuando Lewis lloraba
el silencio de Dios
y la ausencia de Dios ante el dolor
era siempre el dolor de otros nunca el mío
Pero ahora
[de Guerra del fin del sueño, 2008]