Afterpost es un espacio de crítica literaria de rabiosa modernidad, tanto en los libros que reseñan como en los métodos, muchas veces vanguardistas, que utilizan para ello. Un sitio de esos necesarios y que suponen un soplo de aire fresco para el habitualmente inmovilista panorama de la crítica literaria española. Por todo eso estoy muy contento de que Pablo López Carballo haya cogido el bisturí con mi libro. En la operación, como veréis, ha llegado a profundidades muy interesantes. Aquí os pego la reseña:
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"
La realidad se volvió violenta y así ha seguido siendo
Wallace Stevens
Y en el mismo suelo, si te mueves yo también me muevo,
¿dónde acaba un beso?
[…]
Y en el mismo suelo nos hundimos, blanco sobre blanco.
Maga
El ser del lenguaje es la visible
desaparición de aquel que habla.
Foucault
FORMAS DE VIOLENCIA EN EL AIRE
“Voy a cerrar las ventanas antes de empezar a toser […] Hay demasiada violencia en esta ciudad”, dice BETTINA en Mujeres soñaron caballos de Daniel Veronese. Esta misma violencia es la que late en la corteza terrestre como una bolsa de magma y recorre el medio natural hasta la socialización de la especie humana. Estaríamos hablando de la violencia como motor, como impulso que conduce al movimiento desde el vacío y que hace nacer los versos en el poema.
DESCARNAR
En La flor de la tortura el lenguaje surge explotando en violaciones contra sí mismo, contra los signos convencionales formados con el paso del tiempo que se rompen y se moldean apoyados en el tú que sostiene todo el libro. En este apoyo se estructura y bifurca la palabra poética, al tiempo que el sujeto inicia una labor de integración ante la disformidad manifiesta que controla y sustenta el barroquismo que especula con la delgada línea entre la vida y la muerte. De este conflicto vital surge la belleza estrangulando al verso (nueva violencia) y despojándolo de todo lo innecesario; “Existe un puente entre el dolor / y la belleza”.
LA IMPORTANCIA DE DECIR TÚ
Uno de los mayores aciertos, a mi juicio, es lo bien que el poeta ha logrado manejar el tú; lo convierte en el eje de su libro y consigue que se corresponda vitalmente con el sujeto poético. En Grietas y en La piel del vigilante, sus anteriores libros, no tenía presencia; aparecía débilmente en Poemas del cabo de gata sin llegar a ser determinante. En La flor de la tortura cuaja una confluencia y una estructuración dignas de elogio.
ESPACIO SONORO
Las referencias a diferentes artistas son continuas, ya sea a través del desarrollo de algunos motivos, o enfocando su mirada hacia las obras. Dentro de la cualidad representativa que se adjudica a los conciertos, exposiciones, actos teatrales, etc., a Raúl Quinto le interesa lo que en ellas hay de presentación (sin pretender entrar en la polémica que entraña este término con su opuesto en el ámbito artístico). Me refiero a lo que se erige como forma más violenta, sorprendente y que hace más difícil su re-conocimiento: Artistas que logran fundir diferentes espacios llegando a crear un lenguaje propio. Sirvan como ejemplo los que encontramos en el libro, como la violencia imantada y envolvente de Sonic Youth o The Velvet Underground a través del sonido, que crea un nuevo lugar habitable tan solo durante unos instantes concretos. Ciñéndonos al espacio representativo que nos ocupa, que es la paginación de un libro, el poeta consigue crear un amplio espacio performativo a través de lo lingüístico, y acaba por presentarnos un lenguaje con claras intenciones de singularidad.
Cuando Cage tocó su pieza para piano 4¨ 33¨ no solo puso de manifiesto que la pieza estaba constituida por los ruidos de la sala y de la calle, sino que logró su vinculación física con la composición, su cuerpo y sus movimientos formaban parte de la misma. Podemos pensar que el resto de la sala también lo experimentaba pero en ese momento solo él era consciente. En este sentido, el sujeto poético logra fundirse con el espacio, donde adquiere más sentido si cabe la inclusión de la música o la referencia al “color field painting”. A aparte de titular un poema con referencia explícita a esta tendencia artística, Black colour field, consigue traer uno de los grandes logros de este grupo de pintores: multiplicar las posibilidades de las tonalidades, multiplicando así las posibilidades del libro.
ESPACIO
Hablaba antes de la fusión que se produce en el libro entre el tú y el sujeto poético, también habría que resaltar la fusión corporal con lo natural. Al igual que hacía el mentado artista Günter Brus que conseguía difuminar los límites entre cuerpo humano y entorno, Raúl Quinto logra un efecto similar en su libro. El poeta ha pasado de la fascinación por el paisaje en Poemas del cabo de gata a la fusión espacial en La flor de la tortura.
Sobre este nuevo espacio que surge en la poesía de Quinto, realiza el poeta pequeños cortes a la manera de Lucio Fontana, haciéndonos tomar conciencia del mismo y desarrollando en el libro un efecto tridimensional.
ATACAR EL CUERPO
El sujeto poético intenta atacar su propio cuerpo, intenta destruir su estatuto, si es que aún seguía en pie. Parece que en el Tú ha hallado la forma de fundar una unidad y al mismo tiempo crea la necesidad de destruirla con ataques a su entidad.
Angélica Liddel se golpea en sus espectáculos, arremete contra si misma, rompe su integridad física, convirtiendo el propio acto representativo en presentación. Nunca más se volverá a golpear de una manera igual, ya no será la misma después de cada golpe, se fragmenta en la presentación. Esto le interesa al poeta en el sentido violento, no en el de la imagen; el movimiento y el gesto son los que se convierten en atractivos. En definitiva, terminan por establecerse simetrías de base con el acto que impulsaría la escritura.
Dentro de esta autodestrucción, o autoafirmación, dependerá de cómo se mire, hay que destacar el papel que juegan los elementos inertes en este libro. Al igual que hiciera por ejemplo Aníbal Núñez, Quinto toma como eje complementario diferentes tipos de rocas, cristales y demás minerales que sustentan con significativa importancia parte de la obra y ofrecen una variada gama de matices en cuanto al color, a la confluencia con otros materiales o seres y abre perspectivas y planos en un destacado juego de espejos.
Podría situarse La flor de la tortura en la órbita de la reformulación foucaultiana del afuera. El sujeto no aparecería desmembrado, ni tendría rastro, sino que se situaría en un vacío, un no-lugar donde encontraríamos al lenguaje luchando contra su propia referencialidad; un camino iniciado a través de la abertura, una grieta convertida en ausencia indescifrable y una marcha hacia el interior en perpetua exploración. De aquí surge la violencia, la confrontación con la trasgresión del lenguaje, con la experiencia corporal, con la materialidad; donde “no está representado, pero sí insinuado continuamente en la blancura de su ausencia, en la palidez de un recuerdo abstracto, o todo lo más en la reverberación de la nieve a través de una ventana”, en palabras del pensador francés.
Así las cosas, “espejea un lenguaje sin sujeto asignable” y el tú que estructuraba los poemas es el compañero foucaultiano, un doble, una división o un falso interior o materialidad sobre la que se apoya y en la que se disuelve.
ORDALÍA
Wallace Stevens
Y en el mismo suelo, si te mueves yo también me muevo,
¿dónde acaba un beso?
[…]
Y en el mismo suelo nos hundimos, blanco sobre blanco.
Maga
El ser del lenguaje es la visible
desaparición de aquel que habla.
Foucault
FORMAS DE VIOLENCIA EN EL AIRE
“Voy a cerrar las ventanas antes de empezar a toser […] Hay demasiada violencia en esta ciudad”, dice BETTINA en Mujeres soñaron caballos de Daniel Veronese. Esta misma violencia es la que late en la corteza terrestre como una bolsa de magma y recorre el medio natural hasta la socialización de la especie humana. Estaríamos hablando de la violencia como motor, como impulso que conduce al movimiento desde el vacío y que hace nacer los versos en el poema.
DESCARNAR
En La flor de la tortura el lenguaje surge explotando en violaciones contra sí mismo, contra los signos convencionales formados con el paso del tiempo que se rompen y se moldean apoyados en el tú que sostiene todo el libro. En este apoyo se estructura y bifurca la palabra poética, al tiempo que el sujeto inicia una labor de integración ante la disformidad manifiesta que controla y sustenta el barroquismo que especula con la delgada línea entre la vida y la muerte. De este conflicto vital surge la belleza estrangulando al verso (nueva violencia) y despojándolo de todo lo innecesario; “Existe un puente entre el dolor / y la belleza”.
LA IMPORTANCIA DE DECIR TÚ
Uno de los mayores aciertos, a mi juicio, es lo bien que el poeta ha logrado manejar el tú; lo convierte en el eje de su libro y consigue que se corresponda vitalmente con el sujeto poético. En Grietas y en La piel del vigilante, sus anteriores libros, no tenía presencia; aparecía débilmente en Poemas del cabo de gata sin llegar a ser determinante. En La flor de la tortura cuaja una confluencia y una estructuración dignas de elogio.
ESPACIO SONORO
Las referencias a diferentes artistas son continuas, ya sea a través del desarrollo de algunos motivos, o enfocando su mirada hacia las obras. Dentro de la cualidad representativa que se adjudica a los conciertos, exposiciones, actos teatrales, etc., a Raúl Quinto le interesa lo que en ellas hay de presentación (sin pretender entrar en la polémica que entraña este término con su opuesto en el ámbito artístico). Me refiero a lo que se erige como forma más violenta, sorprendente y que hace más difícil su re-conocimiento: Artistas que logran fundir diferentes espacios llegando a crear un lenguaje propio. Sirvan como ejemplo los que encontramos en el libro, como la violencia imantada y envolvente de Sonic Youth o The Velvet Underground a través del sonido, que crea un nuevo lugar habitable tan solo durante unos instantes concretos. Ciñéndonos al espacio representativo que nos ocupa, que es la paginación de un libro, el poeta consigue crear un amplio espacio performativo a través de lo lingüístico, y acaba por presentarnos un lenguaje con claras intenciones de singularidad.
Cuando Cage tocó su pieza para piano 4¨ 33¨ no solo puso de manifiesto que la pieza estaba constituida por los ruidos de la sala y de la calle, sino que logró su vinculación física con la composición, su cuerpo y sus movimientos formaban parte de la misma. Podemos pensar que el resto de la sala también lo experimentaba pero en ese momento solo él era consciente. En este sentido, el sujeto poético logra fundirse con el espacio, donde adquiere más sentido si cabe la inclusión de la música o la referencia al “color field painting”. A aparte de titular un poema con referencia explícita a esta tendencia artística, Black colour field, consigue traer uno de los grandes logros de este grupo de pintores: multiplicar las posibilidades de las tonalidades, multiplicando así las posibilidades del libro.
ESPACIO
Hablaba antes de la fusión que se produce en el libro entre el tú y el sujeto poético, también habría que resaltar la fusión corporal con lo natural. Al igual que hacía el mentado artista Günter Brus que conseguía difuminar los límites entre cuerpo humano y entorno, Raúl Quinto logra un efecto similar en su libro. El poeta ha pasado de la fascinación por el paisaje en Poemas del cabo de gata a la fusión espacial en La flor de la tortura.
Sobre este nuevo espacio que surge en la poesía de Quinto, realiza el poeta pequeños cortes a la manera de Lucio Fontana, haciéndonos tomar conciencia del mismo y desarrollando en el libro un efecto tridimensional.
ATACAR EL CUERPO
El sujeto poético intenta atacar su propio cuerpo, intenta destruir su estatuto, si es que aún seguía en pie. Parece que en el Tú ha hallado la forma de fundar una unidad y al mismo tiempo crea la necesidad de destruirla con ataques a su entidad.
Angélica Liddel se golpea en sus espectáculos, arremete contra si misma, rompe su integridad física, convirtiendo el propio acto representativo en presentación. Nunca más se volverá a golpear de una manera igual, ya no será la misma después de cada golpe, se fragmenta en la presentación. Esto le interesa al poeta en el sentido violento, no en el de la imagen; el movimiento y el gesto son los que se convierten en atractivos. En definitiva, terminan por establecerse simetrías de base con el acto que impulsaría la escritura.
Dentro de esta autodestrucción, o autoafirmación, dependerá de cómo se mire, hay que destacar el papel que juegan los elementos inertes en este libro. Al igual que hiciera por ejemplo Aníbal Núñez, Quinto toma como eje complementario diferentes tipos de rocas, cristales y demás minerales que sustentan con significativa importancia parte de la obra y ofrecen una variada gama de matices en cuanto al color, a la confluencia con otros materiales o seres y abre perspectivas y planos en un destacado juego de espejos.
Podría situarse La flor de la tortura en la órbita de la reformulación foucaultiana del afuera. El sujeto no aparecería desmembrado, ni tendría rastro, sino que se situaría en un vacío, un no-lugar donde encontraríamos al lenguaje luchando contra su propia referencialidad; un camino iniciado a través de la abertura, una grieta convertida en ausencia indescifrable y una marcha hacia el interior en perpetua exploración. De aquí surge la violencia, la confrontación con la trasgresión del lenguaje, con la experiencia corporal, con la materialidad; donde “no está representado, pero sí insinuado continuamente en la blancura de su ausencia, en la palidez de un recuerdo abstracto, o todo lo más en la reverberación de la nieve a través de una ventana”, en palabras del pensador francés.
Así las cosas, “espejea un lenguaje sin sujeto asignable” y el tú que estructuraba los poemas es el compañero foucaultiano, un doble, una división o un falso interior o materialidad sobre la que se apoya y en la que se disuelve.
ORDALÍA
Sostén entre las manos esta fosa
y siente tu descenso,
araña con la lengua sus contornos
y déjate escapar hasta el fin de tu cuerpo:
sólo entonces seremos el poema.
Una fusión cómplice como la que se produce en el entorno exterior, llevado ahora al afuera del lenguaje y que provoca nuevas dualidades y confrontaciones que hacen que La flor de la tortura surja de una aparente calma para desarrollarse en un espacio violentado.
EL ECLIPSE
Materia. Tacto. Tez del miedo
palpitante en la luz.
Voces incomprensibles
susurrando
los nombres de una lista.
Histeria. Rapto.
Luz en los rostros como úlceras
abiertas a la luz.
Tu corazón
buscando asilo en el lenguaje:
y ves que nada cambia,
la herida no se cierra si la nombras
pero muestra su hondura,
el abismo que te mece
en el temblor de la mañana
mientras se reconstruyen las ciudades
en la espesura de lo muerto.
En tensa resistencia
tu corazón buscándose
lejos de ti,
en los adentros de tu noche.
Allí donde el eclipse nos define.
Pablo López Carballo.
1 comentario:
enhorabuena, vigilante. ;)
la familia (se siente) nos sentimos orgullosos de ti.
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