viernes, 8 de enero de 2016

Yosotros según Vicente Luis Mora.

"Hay un poema de Jorge Riechmann en La estación vacía (2000), “Tuyo”, que comienza con el verso “vencido no es vendido” y termina con estos cuatro: “yonosotros / aún / luchando / todavía”. Creo que Quinto compartiría esta visión, tanto política como subjetiva, o al menos eso parece desprenderse de su último libro,Yosotros. Siguiendo el modelo contra-genérico o híbrido de Idioteca (2010), que definíamos en su momento como una “distopía cultural”, Yosotros podría definirse como una utopía subjetiva, si se entiende por tal un libro donde la línea argumental hace referencia a la “mutilación como puerta a ese estado híbrido entre el yo y el ellos” (p. 116), a la imposibilidad de ser uno, que acaba conduciendo al libro –y a su autor– a la búsqueda de otra posibilidad de ser, de otra forma ideal de subjetividad menos castrante, mutiladora y fatal que el sujeto cartesiano. Esa forma que él encuentra para sobrevivir en el mundo siendo de un modo menos doloroso es el yosotros, una nueva persona del singular-plural que se constituya como un espacio subjetiva, social, metafísica e ideológicamente habitable.

En el libro se van mezclando apuntes memorialísticos con impresiones intimistas y microensayos históricos, cruzados con pequeñas biografías de numerosas personas que pagaron un alto precio por ser quienes fueron. Suicidas, perseguidos, malditos, inadaptados, locos, conspiranoicos o réprobos comparecen aquí para explicar qué sucede cuando uno no encaja en los modelos de su tiempo, y se opone a ellos con atrevida resistencia, como diría Hamlet. El castigo suele ser siempre el mismo: la cárcel, la ejecución, el ostracismo o la muerte por la propia mano. “El triunfo del yo autorreferente tiene un revés envenenado” (p. 162). Creo que el propósito de esta colección de vidas truncadas y de horrores históricos que Quinto desperdiga por el libro es mostrar la oposición radical entre la unidad a ultranza (que conduce a la frustración o el apartamiento social) y la alianza con los demás, no en un sentido solidario, sino todavía más íntimo, hasta ser con los otros. Una subjetividad entendida como tejido (p. 206), libre de las normas occidentales del capitalismo o refractaria a ellas. Es una reflexión algo utópica, sí, pero no nos viene mal un poco de utopía, sobre todo cuando es inteligente y está bien escrita."



Esta reseña de Yosotros apareció en Diario de Lecturas el 13-12-15.

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