Si alguno todavía no sabe de qué va este libro puede hacerse una idea leyendo la reseña que el escritor Juan Pardo Vidal ha realizado para la revista Koult (una de las más frescas y buenas noticias que nos ha dado la red en los últimos tiempos). Nos vemos el jueves.
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En un mercado donde la obra en prosa se vende al peso y las novelas no te hacen más grande al leerlas sino al subirte sobre ellas, me encuentro de bruces con Idioteca de Raúl Quinto y me estremezco. Me da por pensar en el manido debate sobre el modelo galdosiano caracterizado por el realismo frente al modelo cervantino de tramas imposibles, heterogéneas, discursos que requieren esa complicidad del lector. Pero pronto lo abandono, porque la arquitectura que Raúl Quinto propone, aunque se apoya sobre esa tradición tan hispana, está más allá: un libro híbrido en el sentido ético y estético, un libro que se debate entre el ensayo, el libro de cuentos y la poesía.
La diferencia entre una novela y un cuento radica en que en el primero el autor intenta perfilar la psicología de los personajes hasta el punto de que el lector los haga suyos, los conozca personalmente y se identifique con ellos, y por lo tanto, con su destino. En cambio, en el cuento lo trascendente no es a quién le ocurra la vida, sino qué es lo que sucede, cuáles son los acontecimientos que han de precipitarse, lo neto, lo apuntado, lo sintético, lo justo, en palabras de Juan Ramón Jiménez.
En Idioteca no importa ni una cosa ni otra, no importa provocar la certeza sino la duda, importa la poesía como imaginario y la posibilidad de que algo ocurra, imaginaos por un momento que… Convendréis conmigo en que no estoy loco, en que todo esto que yo, Raúl Quinto digo, es la pura verdad imposible. Lo sabréis con certeza si os lo imagináis así. Fantasmas dice Alberto Santamaría en el prólogo, y yo digo que sí. Que certero.
Pero Idioteca es también una arenga que se dirige directamente al lector, a su línea de flotación, la realidad sí, la referencia cultural de un imaginario biográfico sí, pero y si… piensa, imagina, enciérrate en el salón de tu casa y haz esto, o tira un dado, ya verás. La cuestión es “y si…”. Supón que tuviéramos rayos X, supón que el horror que nos causa repulsa es sólo miedo a nuestra voluntad… ¿cuál es el lugar en el que la experiencia vital y el arte se encuentran? ¿en qué punto confluyen la Ciencia y un chico haciendo parkour o viendo un partido de fútbol por televisión? La Ciencia ha matado a Dios, pero sigue sin poder controlar la ubicuidad del arte. Gracias a dios que la Ciencia sigue teniendo al Arte como enemigo. La pintura se volatiliza y se mete en nuestras estructuras moleculares, los dibujos animados son hijos de Dada. ¿Y si nada es lo que parece? ¿y si nada es como nos lo han contado? ¿y si, tal y como sospechamos, todos somos el Coyote?
Si Einstein tenía razón y todas las fuerzas interactúan, si hay un budismo esquizofrénico y delicioso en Idioteca, que venga Dios y lo lea, porque merece la pena. Raúl consigue infectarnos con el virus de un universo que, a medida que avanza el libro, parece más real, entramos al trapo como el lector de El Quijote entraba y entra en el universo disparatado y real de la locura. Este soy yo dice Raúl, y seguramente, quizás vosotros también seáis yo. Y si he podido ver más allá que otros es sólo porque me he apoyado en los hombros de gigantes, dijo Newton modestamente, gigantes cervantinos y homéricos. Desde Idioteca se ve otro mundo.
Juan Pardo Vidal"
2 comentarios:
Comienzo a sentir una sana curiosidad por tu Idioteca.
Acabarás por apresarme.
Un abrazo.
cuando la "sana" curiosidad se convierta en "insana" entonces la idioteca será de enrique absolutamente.
un abrazo
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