viernes, 26 de septiembre de 2008

SOLILOQUIO FINAL DEL AMANTE INTERIOR (Wallace Stevens)

Enciende la primera luz del atardecer, como en un cuarto
en el que descansamos, y, por nada, pensamos
que el mundo imaginado es el bien esencial.

Es este, por lo tanto, el más intenso encuentro.
Esta es la idea en que nos recogemos,
lejos de las indiferencias, en una sola cosa:

Una única cosa, un solo manto
que nos envuelve bien, pues somos pobres, un calor,
una luz, un poder, el milagroso influjo.

Ahora, aquí, nos olvidamos el uno al otro y de nosotros mismos.
Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad,
un conocer, el que arregló el encuentro,

dentro de sus fronteras vitales, en la mente.
Decimos: Dios y la imaginación son uno...
qué alto alumbra lo oscuro esa vela tan alta.

Y de esta misma luz, de esta mente central,
hacemos nuestra casa en el aire nocturno,
donde estar allí juntos los dos es suficiente.





[de La roca, 1954]

5 comentarios:

yo, la reina roja dijo...

Me enteré de que ganaste el Villaespesa de poesía y decidí venor a "cotillear".
Felicidades.

raúl quinto dijo...

yola, muchas gracias, dentro de poco se fallará el de este año. A ver quién se lleva el gato al agua.

Espero verte por aquí más.

Marco Antonio Raya dijo...

que grande es el paladín del emperador de los helados. :))

Anónimo dijo...

Hola de nuevo, Raúl, en esta ocasión te voy a agradecer algo que llevo notando mucho tiempo: tu blog es un espacio didáctico en toda regla, gracias a él estoy descubriendo (o redescubriendo) a muchos autores y eso me satisface bastante.
Un saludo.

raúl quinto dijo...

sí que es grande, marco, enorme.

francisco, gracias a ti por lo que dices, le da un poquito de sentido a este espacio. Espero que lo que vaya viniendo te siga motivando igual.