viernes, 29 de agosto de 2008

conceptos belgas: el sótano del miedo



Os cuento el asunto. Después de todo un día pateándonos Bruselas de arriba a abajo, llega la noche y tenemos que cenar. Vamos buscando algo y nada nos convence, y damos vueltas y vueltas, y andamos y andamos, nuestros pies echan humo. Como peonzas, caballitos del tiovivo que han descarrilado y perdido el control, todo eso. Al final decidimos cenar en una terraza de la Grand Place, somos turistas. En la terraza nos dicen que mejor que pasemos dentro, a un sótano comedor que tienen, lo hacemos. Nos entregan una carta en español de garrafón o traducción directa del google, do you know?el camarero parece algo acelerado. Pedimos la bebida mientras pensamos qué comer, cosas típicas belgas pero no mejillones y no patatas fritas. El camarero nervioso comienza a recibir cabizbajo la bronca de su jefe que está sentado en una mesa. Camarero moreno y jefe rubicundo. En el local sólo estamos los empleados y nosotros. En un momento dado el camarero comienza a gritarle al jefe, el jefe también le grita. Los otros pasan del tema, es que ni les miran. En otro momento dado el camarero comienza a darle de hostias al jefe, este le responde y lo arroja contra el aceite hirviendo de la cocina. Nadie mueve un dedo, sigue una pelea guapa. Viene un tío y los separa diciendo algo así como aquí no. No pasa nada, dice el camarero y con las mismas le da un guantazo a lo Bud Spencer a su jefe, sigue la gresca. Mi amiga está encerrada en el baño mientras tanto, la pelea es junto a la puerta del mismo. Cuando sale llamo a otro camarero espectador y le digo q nos cobre. El camarero boxeador se acerca a nosotros, ya está, también vamos a recibir lo nuestro... esto lo pago yo, esto lo pago yo. No recuerdo si le di las gracias, apuramos de un trago las bebidas y salimos del sótano a la realidad inocente de la Grand Place, mientras abajo la cosa iba tomando tintes de tragedia belga. Y al final qué pasó, qué fue de la cena. Pues un par de gofres frente al Manekenpis. Una noche alucinada, con las cartas por el suelo.

2 comentarios:

Juan Manuel Gil dijo...

Solo por vivir esa historia merece la pena dar un par de vueltas a la Tierra siguiendo la línea imaginaria llamada ecuador

raúl quinto dijo...

fueron unas buenas risas, la verdad. y entre el Atomium y los guantazos del camarero me quedo con los segundo.