En 2014 enrolé a 35
poetas en lo que pretendía ser la primera obra editada en España con poemas de
código abierto libremente intervenidos. Un experimento de escritura
colaborativa que acabó convertido en un hackeo, en un virus. En principio el material generado iba a ser
publicado por una editorial de poesía online que, casualidad o karma, quebró
antes de darle luz.
De
acuerdo. El lenguaje es un virus, dijo William Burroughs. Algo que infecta todo
lo que se relaciona con él; y no hay relación posible fuera del lenguaje. La
poesía es el lenguaje reclamando su materialidad, su condición de virus en
música. Un virus incontrolable que se transforma con cada nuevo contagio. El
mismo poema siempre es otro. Un virus, la puerta al infinito. Y sin embargo los
poetas creemos que el poema debe esculpirse en mármol, que el verso es la
palabra perdurable, lo que no cambia en un mundo que gira demasiado rápido. Los
poetas creemos que el poema permanece porque ansiamos permanecer nosotros. Los
libros escritos y firmados, los versos citados y los diccionarios
enciclopédicos. El yo también es un virus. Una cepa moderna, con no más de tres
siglos. Grandes nombres grabados en mármol debajo de versos memorables. Somos
hijos del virus. Así que la idea es actuar como tal, infectarlo todo
deliberadamente. Infectar la noción de autor y la idea de poema. Podrir el mármol
y ver qué hay debajo.
El
experimento:
1-
Se reúne a 35 poetas dispuestos a
renunciar a sí mismos. Cada poeta selecciona un poema de algún autor que
considere relevante. Esos poemas se introducen de manera aleatoria en un
programa de sorteos, de tal forma que el azar selecciona cinco. Estos serán los
textos sobre los que se habrá de intervenir: poemas muy reconocibles de Antonio
Machado, Francisco de Quevedo, Claudio Rodríguez, Antonin Artaud y José Ángel
Valente.
2-
Se concreta fecha y hora y se cuelgan
los poemas en una página de Titan Pad, un editor de textos colaborativos en red
que tuvo cierto éxito durante las acampadas del 15M. Previamente los poetas se
han inscrito como usuarios de forma anónima, no hay forma de saber quién es
quién ni quién escribe qué. Durante una hora podrá manipular libremente los
poemas. También pueden usar el chat de la página para coordinarse o no, pero los
poemas se acaban transformando sin apenas control, con una pulsión salvaje y
apenas humana. Es como si el mármol se derritiera. El resultado final no tiene nada que ver con
la obra inicial.
3-
La sesión se graba en vídeo, un
visionado acelerado muestra el crecimiento y mutación de los poemas, como si
fuera un organismo vivo. El lenguaje se devora a sí mismo, el sentido aparece,
desaparece, se reconecta, se disfraza y emerge al borde de su propia
posibilidad. Cada diez minutos se realiza una captura de pantalla para observar
la fotografía detenida del proceso, para ver en qué poemas se ha ido
transformando el poema. La obra es eso, y los interrogantes que convoca.
La
idea tiene que ver también con la necesidad de encontrar un modo de escritura
poética propia de Internet, como la hubo de la oralidad o de la página escrita
tras la invención de la imprenta. Entendemos,
transmutando el adagio de Marshall MacLuhan, que el medio es el lenguaje, que
cada formato condiciona la forma de expresarse. Que la literatura también es
fruto de la tecnología. Así cuando la poesía era esencialmente de transmisión
oral la métrica y la rima permitían una nemotécnica sencilla para bardos,
juglares o ancianas frente al fuego. Igualmente cuando la imprenta fijó los
versos a las páginas de papel y la
poesía se hizo íntima, esa necesidad de ritmo pautado fue desapareciendo y se
fueron poblando los libros de poemas en verso blanco y libre, aparecieron los
caligramas y se empezó a jugar con el blanco del papel como elemento
significante del texto. Son otras reglas, otra forma. E igual debería ocurrir
con Internet y sus nuevos límites, con su lenguaje. Si Internet es la unión de
tres tecnologías: la digitalización masiva de la información, la comunicación
de alcance mundial, e instantánea, en una red descentralizada a través de
terminales de ordenador y la noción de hipertexto, entendemos que eso permite
que acabe creciendo un nuevo tipo de escritura, un poema nuevo. El experimento
pretende forzar lo que pueda dar de sí la segunda característica. Una escritura en red, anónima e instantánea,
similar al modo en que colaboran a distancia los programadores en las
experiencias de crowdsourcing, algo que se podría llamar crowdpoetry.
Aunque
al final se acabara imponiendo la lógica del virus informático.
Supongamos
que los cinco poemas originales son productos literarios perfectos, destilados
por el tiempo. Quevedo ha sobrevivido para nosotros. Valente no ha muerto
porque podemos leer ese poema. La existencia de esos versos le da sentido y
peso a la literatura, a la escritura de tantos. Cada poema es como un elemento
de hardware en la máquina eterna de la literatura. La cosa funciona. Entonces.
Nuestros 35 poetas son un virus troyano, un virus de sobrescritura que destruye
el poema y al autor para crear una maravilla aberrante. El poema pierde su
cuerpo y su función, la Historia de la literatura pierde pie. Antonio Machado
ha sido hackeado. Antonin Artaud ya no puede ser más Antonin Artaud.
Porque
aparte de tentar la posibilidad de una escritura en red nativa de Internet, la
idea era debilitar la idea de yo, la noción moderna de autor. Los propios
poetas participantes aceptaron borrar sus huellas en el proceso, que alguna
frase brillante fuera eliminada o sustituida por otras casi automáticamente.
Quien fuera al experimento con un cincel se encontró sólo agua. Los poetas no
sólo hackearon el poema y al autor sino también a ellos mismos. La idea era la
dilución del yo, entendiendo el yo como esa herencia del Romanticismo que está
en la base del capitalismo (propiedad privada, búsqueda del máximo beneficio
propio) y del sistema liberal (derechos individuales) y en la poesía y el arte
de los dos últimos siglos y medio. La poesía se agarra al yo con insistencia,
desde lo puramente textual hasta la simple marca del nombre sobre el poema: la
autoría. La autoría se puede entender como una pieza más dentro del entramado
capitalista (derechos de autor, propiedad intelectual), y no deja de ser, como
el capitalismo, una realidad esencialmente moderna, por mucho que se encuentren
rastros más antiguos que indiquen su trazabilidad. Lo habitual a lo largo de la
Historia es que la escritura poética sea una experiencia colectiva. Valgan un
par de ejemplos para refutar esto, dos nombres propios tallados en la dura roca
de la eternidad literaria y que jamás fueron un solo autor: Homero y William Shakespeare.
Homero es el nombre que se le da a la recopilación de relatos orales,
enriquecidos y transformados colectivamente, que se fijan por escrito en el
siglo VIII aC. No hay un Homero escribiendo la Ilíada que tú lees ahora,
tampoco es el mismo autor de la Odisea. Y sin embargo le imponemos un nombre.
Del mismo modo Shakespeare es una marca a la que convenimos adjudicar la
autoría de Hamlet o de La Tempestad, pero se sabe que esas obras de teatro,
como las pinturas barrocas, eran obras de taller, escritas a varias manos, y
probablemente aquello de “ser o no ser” ni siquiera fuera escrito por alguien
llamado William Shakespeare, del que además tampoco se sabe a ciencia cierta
que fuera siquiera alguien.
Así
que este experimento no es un paso adelante tecnológico sino más bien una
regresión, una vuelta al estado anterior a la infección.
Si
observamos la reproducción acelerada del proceso en la pantalla del ordenador
lo que dijo Burroughs se muestra transparente, efectivamente el lenguaje es un
virus. Bien. La poesía es el lenguaje que gira sobre sí intentando reflejar
todo en su espejo. Vista en la pantalla cada palabra en mutación no es nada, es
una danza sin música. Ahora vendría bien citar a Nietszche y decir que
seguramente seamos nosotros los que no somos capaces de oír la música viral,
las notas son las voces rotas de Juan Carlos Mestre, Sofía Castañón, Carlos
Pardo, Rubén Martín, Elena Medel, Layla Martínez, Borja de Diego, José Daniel
Espejo, Vicente Luis Mora, Antonio F. Rodríguez, Lola Nieto, Enrique Falcón,
Julio Mas, Erika Martínez, Javier Moreno, Berta García Faet, Unai Velasco,
Julieta Valero, Luci Romero, Sandra Santana, Alberto Santamaría, Laia López
Manrique, Alex Portero, Luis Bagué, Cristina Morano, Begoña Callejón, Cecilia
Quílez, Sergi de Diego Mas, Jesús Jiménez Domínguez, Ana Gorría, Martín
López-Vega, Yaiza Martínez, Carmen Camacho, Ángel Cerviño y María Eloy García.
Sin ellos el experimento no habría pasado de una ocurrencia en mi cabeza.
Podría anotar aquí algunas conclusiones acerca del control y la entropía, decir
que era imposible reproducir la escritura de un poema en red de manera ordenada
en una hora, porque no tiene límite de tiempo la escritura de un poema
individual, y se pueden tardar meses o años en cerrar un texto. Así que la
premisa con la que se convocó a los 35 era falsa. Se trataba de hackear poemas,
una venganza refinada y absurda contra la Historia de la Literatura.
Un poema hackeado de
Claudio Rodríguez en 7 fases de mutación.
Fase
1: poema original
Siempre
la claridad viene del cielo;
es un
don: no se halla entre las cosas
sino muy
por encima, y las ocupa
haciendo
de ello vida y labor propias.
Así
amanece el día; así la noche
cierra el
gran aposento de sus sombras.
Y esto es
un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez
a los seres? ¿Qué alta bóveda
los
contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es
pronto aún, ya llega a la redonda
a la
manera de los vuelos tuyos
y se
cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay
tan claro como sus impulsos!
Oh,
claridad sedienta de una forma,
de una
materia para deslumbrarla
quemándose
a sí misma al cumplir su obra.
Como yo,
como todo lo que espera.
Si tú la
luz te la has llevado toda,
¿cómo voy
a esperar nada del alba?
Y, sin
embargo —esto es un don—, mi boca
espera, y
mi alma espera, y tú me esperas,
ebria
persecución, claridad sola
mortal
como el abrazo de las hoces,
pero
abrazo hasta el fin que nunca afloja.
Fase 2.
Siempre
la realidad viene del excremento.
No se
halla entre las cosas -ni en los satélites
ni en la
alta bóveda del cielo -discrepo
sino en
las altas cámaras del miedo -el viento es la cúpula
Así
amanece el día; así la noche -tiemblo
cierra la
gran suite de sus sombras -danza
el agente
entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al
fondo
Moscú se
esconde del espacio mas
los
satélites -emula la inteligencia artificial al agua
mientras
el cielo gélido se divide -entrepierna
en
retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite e
[fragmentos
donde
la ropa
hierve -o no- para alejar el poema].
Dónde
hallar la pregunta,
¿es acaso
respuesta la nota al pie [lateralidad]
Y esto es
un puente. ¿Quién hace menos creados
cada vez
a los dormidos? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto? ¿Quién
susurra en mis¡Si ya nos llega
y es
pronto aún, ya llega a la redonda
a la
manera de los vuelos tuyos
y se
cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay
tan claro como sus impulsos!
Oh, calibre sediento de sombras, Yog-sothoth!
de
un lugubre lulú gututal bretón escondite salta
quemándose
a sí misma al cumplir su obra.
Como
yo, ante un acto espectral.
Si tú la
luz te la has llevado toda,
¿cómo voy
a esperar luna tan alta?
¿cómo voy
a tener luna
Fase 3.
Siempre a la
realidad le importa un bledo, es atroz.
No viene
hacia las cosas, pues participa al tiempo
del
cielo y sus ventajas
sino en
las altas cámaras del medo- protesto
el viento
es la cúpula
Así
anochece el día; así la noche dice sus
escasas palabras -tiemblo
cierra la
gran suite de sus sombras -danza
yo también tiemblo
el agente
entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al
fondo
Moscú se
esconde del espacio sin
embargo
los
satélites
-emula la inteligencia artificial al agua
mientras
el cielo gélido se divide -entrepierna
en
retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite
contra el espacio
yo también
discrepo
[fragmentos
donde
la ropa
hierve -o no- para alejar la enfermedad].
Dónde
hallar la pregunta a todo este ruido
¿es acaso
respuesta la nota al pie?
¿kanciones
antidisturbios?
Silencio:
[lateral
pornografía
del caos]
Y esto es
un puente que hay que cruzar. ¿Quién hace menos confiados
cada vez
a los huidos -su prisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el
pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si
estás?
¡Si ya
nos llega, ya llega a la indómita
a la
manera de los vivos tuyos
y se
cierne, y se aleja y, aún remota,
Fase
4.
Siempre a la
realidad le importa un bledo, es atroz.
No viene
hacia las cosas, pues participa al tiempo
del
cielo y sus ventajas
sino en
las altas cámaras del medo- protesto
el viento
es la cúpula
Así
anochece el día; así la noche dice sus
escasas palabras -tiemblo
cierra la
gran suite de sus sombras -danza
yo también tiemblo
el agente
entrelazado, tiembla el enemigo [1] -entrelazado el enemigo al
fondo
Moscú se
esconde del espacio sin
embargo
los
satélites
-emula la inteligencia artificial al agua
mientras
el cielo gélido se divide -entrepierna
en
retículas de espacial basura- oigo el rozamiento del satélite
contra el espacio
yo también
discrepo
[fragmentos
donde
la ropa
hierve -o no- para alejar la enfermedad].
Dónde
hallar la pregunta a todo este ruido
¿es acaso
respuesta la nota al pie?
¿kanciones
antidisturbios?
Silencio:
[lateral
pornografía
del caos]
Y esto es
un puente que hay que cruzar. ¿Quién hace menos confiados
cada vez
a los huidos -su prisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el
pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si
estás?
¡Si ya
nos llega, ya llega a la indómita
a la
manera de los vivos tuyos
y se
cierne, y se aleja y, aún remota,
Fase 5.
¿CONOCEMOS
TODO EL UNIVERO?
Ya que la
eternidad viene de eterno
y
nosotros,
desde las
altas cloacas del bledo,
gobernamos
con semejante desgobierno:
buscamos cópulas,
acentos, mundos, testimonios fósiles
y así
anochece el día; y así la noche traza
su
perímetro -su suite de sombras- danza
yo también tiemblo
tiembla
el enemigo [1] -entrelazando el amigo al fondo
Moscú se
esconde:
despacio caen satélites y emulan
la
inteligencia vertical
del
agua clara
mientras
el cielo gélido se divide en la entrepierna
-retículas de
espacial basura- oigo el rozamiento del satélite contra el espacio
yo también
discrepo
[fragmentos
donde
la ropa
hierve -o no- para alejar el mundo del poema].
Dónde
hallar la pregunta a todo este ruido- en el ojo de aquella aguja
¿es acaso
respuesta?
¿kantianos antidisturbios? ¿protestantes
de Heráclito? ¿plácidos heideggerianos?
Silencio: [lateral
pornografía
del caos]
El sexo
como reseteado, rasurada la palabra cero
que
encela al
diccionario
Un puente se
cruza o no es puente
ni acaso.
¿Quién
hace menos confiados
cada vez
a los banqueros -su divisa? ¿Qué diminuta aguja
contiene el antídoto -el
pinchazo de la abeja? ¿Quién susurra en nuestros oídos -dios, si
estás? ¿Quién da la vez?
Fase
6.
Ya que la
eternidad viene de infierno
y
nosotros, desde las altas cloacas del miedo,
gobernamos
con semejante desgobierno:
buscamos cópulas,
acentos, mudos testimonios fósiles
y así nos
luce el pelo; y así la noche traza
su
perímetro -su suite de sombras- danza
temblor
también
tiembla enemigo tiembla [1] y
devuelve el amigo hondo
que escondiste
en el este:
cae tus
baluartes, yo te oiga el rozamiento: el espacio
tiemble yo
también
descuente piedras
reste fragmentos
donde la ropa hierve para alejar el mundo del poema.
Dónde la pregunta
a todo este ruido- en el ojo de aquella aguja
¿es acaso
respuesta que el mundo tiembla en cada aposento?
Aletea el
diccionario
Un puente se
cruza o no es puente,
toda
biografía necesita sus
hilos
¿Quién
hace menos confiados
cada vez
a los banqueros -su divisa? ¿Qué diminuto euríbor
contiene el antídoto -el alfiler del
azúcar? ¿Quién da la vez?
¡Si ya
nos llega, ya llega a la indómita costilla
alimento
ceremonial
a la
manera de los vivos tuyos que pariste
y se
cierne, y se aleja y, aún remota, te llaman con su voz
han piado
y nada es obvio (Gólgota suite)
¿Cómo voy
a esperar luna tan muerta?
¿cómo voy
a tener luna o moneda cuando llore la niña loba?
¿Nunca
sacia su sed de dentadura?
Ansia de
rotación y sed de traslación.
Fase
7: Producto final.
Ya que la eternidad
viene de infierno
y
nosotros, desde las altas cloacas
gobernamos con semejante
desgobierno:
buscamos cópulas,
acentos, mudos testimonios fósiles
y así nos luce
el pelo; y así la noche traza
su perímetro -su
suite de sombras- danza
anublado
estribillo
temblor
también
tiembla enemigo tiembla y
devuelve el amigo hondo
que escondiste en
el Este:
cae tus
baluartes, dios te oiga el rozamiento: el espacio
tiemble yo
también
ándeme
caliente / descuente piedras
reste fragmentos
donde la ropa hierve para alejar el mundo del poema.
trofeo
y ofrenda
Dónde la pregunta a todo
este ruido, dónde el ojo, el lugar para la aguja. ¿Responde
acaso que el mundo tiembla en su aposento?
Pende el
diccionario de su estante acrílico
y la poca luz
desmocha las palabras.
Todos saben que la luz
es tísica y no
atraviesa,
que
un puente se cruza o no es puente,
que toda biografía
necesita un muerto
(le totémisme
aujourd'hui) a ras de ti
¿Quién hace menos
confiados
cada vez a
los seres? ¿Qué diminuto rubor es estar vivo?
¿Qué
contiene el antídoto -el alfiler del
azúcar? ¿Quién perfuma los pocos paños?
¿Quien
eres? ¡Que ya nos llegas, ya hiendes nuestra costilla
con alimento
ceremonial,
aplazas por
minutos la condena
a la manera de
los vivos tuyos que diste a nacimiento,
y nos ciernes,
y alejas y aún remotamente nos llama tu voz
negada y sólita (tu Gólgota,
tu negra suite).
(publicado en la revista Quimera de mayo de 2016)
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