lunes, 26 de diciembre de 2011
RITMO CERO (Marina Abramovic & María Salvador)
ritmo cero
la percusión marca el inicio del ritual: demasiados dedos para un espacio tan pequeño, demasiada sangre para el arte. el cuchillo, cerca del ombligo, sitúa su firma con trazo rudimentario.
la voz se apaga; los intrusos
componen su voz con alcohol y ceniza.
[de El origen de la simetría, 2007]
sábado, 17 de diciembre de 2011
un poema de Marcos Canteli
y cómo todos llevamos un miedo y ligaduras
un miedo que todo sea pequeño
esta experiencia de metáforas
tengo arroyos y calor
lechos de caliza
de cuando era escaso porque aprendía a vivir
[de Es brizna, 2011]
viernes, 9 de diciembre de 2011
Idioteca según Babelers e Idioteca según Jorge Díaz Martínez
"Raúl Quinto, Idioteca y el museo imaginado
Idioteca de Raúl Quinto es uno de esos raros libros tocados por la gracia y el esplendor. A medio camino entre media docena de géneros y subgéneros, los veintidós textos de Quinto se internan en un camino intermedio y a menudo más interesante (y menos previsible) que una mera hibridación genérica.
Sin duda, lo que le otorga a la obra un valor propio, y que la haría destacar en una librería de sus compañeros de estante, es la impresión continua que el lector recibe al comenzar cada micro-ensayo de estar ante las puertas de un catálogo de un museo imaginario, de una guía de viajes de un país interior.
No es casual que el primer texto reciba el nombre de “pórtico”; ya que la puerta se convierte aquí en la metáfora por excelencia de la maquinaria que hace girar cada texto (cada forma de mirar la realidad).
El eclecticismo, así como la exuberancia de temas y tratamientos, nos lleva desde la antigüedad a la pantalla del televisor, en un camino inédito, lejos de las aburridas superposiciones de imágenes a que nos tiene acostumbrados la literatura última. En estos textos el autor se despereza y reinventa a Goya, a Lovercraft, a Cave, toma pulso y los hace convivir en un espacio común con Sonic Youth, con Kepler y hasta con la selección de Dinamarca, en un fino hilo de pensamiento.
Pero insistimos que no debe el eclecticismo ocultarnos el valor sustancial de la obra, que nos es más (ni menos) que el de encontrarnos ante una puerta, ante una búsqueda entre materia y realidad, ante el descubrimiento constante en la reelectura; y lo más importante ante la posibilidad de hacer del mundo un lugar menos previsible.
Acuda a su librería más próxima, encárguelo, insista si la distribución no es rápida, acuda a su casa, cierre la puerta tras de sí: deje el prólogo para más tarde si quiere, vaya a la página 17, meta la nariz entre el texto y respire a pulmón abierto. Se sentirá mejor. "
miércoles, 30 de noviembre de 2011
POEMA DEL FEO- Banderín sobre EL BUENO, EL FEO Y EL MALO.
El Feo
Me llamo Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez y trafico con mi muerte.
Y lo hago porque la muerte es una estrella de arena que vive dentro de las monedas.
Y sé que la belleza es hermana del miedo.
Me llamo Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez y soy el hombre ahorcado mil veces.
Y las cicatrices de mi piel forman un laberinto de tiempo roto del que nunca podré salir.
Y sé que la belleza en el desierto no es nada.
Me llamo Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez y tengo todas las respuestas.
Y la palabra traición como un templo bajo el agua, y la palabra oro como una diosa ciega.
Y sé que la belleza no tiene balas.
Ni un corazón de alabastro.
Ni agallas.
Me llamo Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez y este revólver también soy yo.
viernes, 25 de noviembre de 2011
un poema de Jorge Riechmann
el que no engendra amor
Inútil saber
el que no pone coto a la destrucción
Inútiles días
los de quien sólo se lamenta y no actúa
[de El común de los mortales, 2011]
jueves, 17 de noviembre de 2011
Grietas, para descarga gratuita.
domingo, 13 de noviembre de 2011
La trinchera al fondo de la mente.
La guerra fue un demonio que paró nuestros relojes/ aunque la conocimos sonriente y alegre. Dos versos de Contra Ataque, un libro escrito por Siegfried Sassoon (1886-1967) con los regueros de pólvora, barro y miedo que poblaban las trincheras de la Gran Guerra. Un turbio caleidoscopio arrojado al centro del mito bélico para desmontarlo: desde diferentes puntos de vista el poeta atraviesa con escalpelo la verdadera cara de toda guerra. Un canto desde el horror para decir las cosas con el nombre que la Historia ha ocultado sin éxito. Ningún estamento de esa obscena maquinaria queda impune (mandos, prensa, patria, iglesia...) y sólo la camaradería se eleva como luz casi extinta en mitad de los escombros de lo humano. Los soldados son ciudadanos de la tierra gris de la muerte. Sabemos que Sassoon fue condecorado como héroe en una guerra que abominaba, que conoció el rostro del Horror y quiso contraatacar. Aquí están sus armas en la única lucha admisible, la de la paz y la palabra.
(publicado en la Revista Quimera en octubre de 2011)
domingo, 6 de noviembre de 2011
impresiones acerca de La Novia de King Kong, de David Mena
Quiero saber qué se siente, y que vaya calando como lluvia fina en mi cerebro, cuando los personajes de los cuentos y las películas están fuera de plano. Quiero saber qué palabras suenan dentro del corazón de los videojuegos o de las viejas melodías del jazz. Ahora sé que hay hombres que desean que Borges nunca hubiera existido para poder llorar durante siglos su pérdida, también hay otros que dicen ser Eliot del mismo modo en que hay poesía en los circuitos de la robótica y la ciencia ficción. Películas de terror de serie B, fábulas griegas, viejos tebeos de superhéroes o gente que vive en los libros y sale de ellos para poder mirarse en un espejo. Tantas cosas, teñidas de belleza tranquila y melancólica precisión, nos encontramos en La Novia de King Kong (Berenice, 2011), un libro de ¿microrrelatos? ¿poemas en prosa? de David Mena que no puedo dejar de recomendar. La Novia de King Kong o los planos sutiles de un laberinto de afectos y hermosas mentiras, milenios de mitos que pudieron ser de otra manera, que cada día lo son si se miran con los ojos idóneos. Los de Mena, por ejemplo.
Si alguien quiere tomar un aperitivo del libro puede bucear un rato en esta página web.
sábado, 29 de octubre de 2011
RACAILLE ET RESTAU DU COEUR (Diego Doncel)
La industria de la comunicación y la industria cultural son quienes piensan por nosotros.
El frío cae con fuerza sobre el humo de los neumáticos que han prendido
los jóvenes inmigrantes para desafiar a la policía.
La noche es una inmensa mancha de spray, un móvil que no deja de grabar escaparates rotos, robo de vehículos, palizas a chicos de piel blanca que después llenarán las páginas de los diarios gratuitos.
El programa revolucionario del gueto copia la estética de un logotipo de ropa deportiva.
Alguien grita Smoke y la revolución empieza en una tienda de chinos donde además es barato comprar toda clase de bebidas alcohólicas.
A esa hora, un mendigo en el centro de París, dice que va transportando el mundo, poco a poco, hasta su habitación.
Que el infinito cabe en un contenedor de basura, que la revelación del alma de los hombres se encuentra aquí, entre las cosas abandonadas.
Tiene las uñas sucias de tanto buscar el rastro de todo lo que se perdió.
Ni siquiera aquí el universo es ciego, dice.
Ni siquiera aquí la mente está sola.
Ni siquiera aquí la experiencia es un estado vulnerable.
Espera cada noche a la puerta de los hipermercados espirituales lo que ha cumplido su fecha de caducidad.
Trata de evitar que la dimensión espiritual del hombre sea un código de barras.
Que cualquier intento de transformación una estrategia de mercado.
Soy viejo, dice, pero me mantengo alerta.
Y aquí, entre estos restos, pensar vuelve a ser digno, el pensamiento no se separa de las cosas, nada es una pulsión inútil.
Los pasos atruenan en un callejón de los suburbios como sckras en una mesa de mezclas. En las comunicaciones policiales hay un grito de alarma:
se está atacando la realidad.
Pero lo real se ha apartado de los consejos de los psicólogos sociales y se ha refugiado en las pantallas de los cíbers.
Alguien takea con ácido las imágenes de la nueva filosofía.
Alguien dice que el arte de grabar la violencia es una forma extrema de placer.
En los vídeos los chicos aparecen con la capucha de la sudadera cubriéndoles la cabeza,
hacen cosas inquietantes, tienen una botella de gasolina en la mano.
No hay pensamientos, no hay alma, sólo dimensiones nerviosas.
Más tarde la pantalla de todos los ordenadores mostrarán el autobús ardiendo, el estado de shock de los viajeros en la acera, el centelleo de los bomberos y de las ambulancias.
No digas palabra alguna porque no hay nada que decir.
No preguntes dónde está la realidad porque la boca se te llenará de niebla.
No mires profundamente porque serás detenido por la policía.
Recoge tus cosas y no quieras saber si serán salvados estos enfermos de vacío porque se reirán de ti.
No hay vacío, dirán con razón, sólo una inmensa abundancia de realidades y un deseo extremo.
Sentado en el asfalto, junto a las líneas sucias del aparcamiento, el viejo mendigo grita perdón, ¿alguien me puede perdonar ?
Mira dentro de su carro y mira lo que ha rescatado esta noche de la basura.
[de Porno Ficción, 2011]
sábado, 22 de octubre de 2011
notas al pie de página de una secuencia de Kubrick
¿Recuerdas cuando hubo un tiempo que cada día podía ser el último? ¿Recuerdas el color brillante intenso de mil soles desbordando el cielo? El fin del mundo no llegó y sin embargo quieren que sigamos viviendo con miedo. No temas, baila conmigo el baile de la destrucción. Baila conmigo hasta que se caigan todas las estrellas al mar. ¿Recuerdas los pasos?
viernes, 14 de octubre de 2011
un poema para el 15 de octubre
ni el perfume embustero de su música.
Ya no quiero su danza ni su miedo.
Todo su oro es arena.
Toda su inercia un muro.
Ya no quiero esa luz
que nos impide vernos los unos a los otros.
Ahora quiero caminos, voces, tú.
Ahora quiero escribir un libro nuevo
con la tinta de tantos como yo.
¿Acaso no lo ves?
Para cumplir los sueños
es necesario despertar.
Para alcanzar la luna
hay que mirar de frente al Sol.
Y hoy es el día.
Un mar de manos agitándose
en el idioma sordo del futuro
recorre las calles y las plazas
exigiendo una vida a la altura del hombre.
¿Acaso no lo ven?
(fotografía tomada el 19 de junio en la Plaza de las Velas de Almería por Miguel Ángel Marín)
jueves, 6 de octubre de 2011
Conversaciones con el dios tartamudo
Aldous Huxley (1894-1963): autor de Un mundo feliz, tal vez la novela distópica más célebre. Puro siglo XX, ensayista profuso. Suyas son algunas de las páginas más citadas sobre psiquedelia o religiones orientales que tanto impacto causaron en la cultura beat y sus derivas. Aldous, el hermano de un suicida, el hijo de una larga saga de intelectuales ingleses. Compartiendo el té con el grupo de Bloomsbury y mesa y mantel con Eliot. Huxley el viajero impenitente del cuerpo y de la mente, de los países y las formas místicas. El hipnotista que intentó usar ese método para curar el cáncer de su esposa. Huxley y el LSD. Huxley muriendo mientras le recitan El libro tibetano de los muertos al oído. Dice el prólogo de este libro que anduvo clínicamente ciego durante casi dos años en su temprana juventud, y que desde ese momento la búsqueda, a veces literal, de la iluminación fue una de sus obsesiones. De ahí tantos caminos. La poesía fue el primero de ellos, fagocitado desde 1941 por su prosa.
sábado, 1 de octubre de 2011
NAPOLES, 50 C (Tim Parchikov)
sábado, 24 de septiembre de 2011
Miguel Hernández, Cara-B
"
Miguel Hernández, Cara B.
Piensa en Miguel Hernández. Escribe sobre Miguel Hernández. Es el centenario de su nacimiento: aplausos, discursos institucionales para el hombre muerto por las instituciones. No importa , que la fiesta no cese, como el rayo. Desempolva a Miguel Hernández. Sus libros están al fondo de la estantería. Las páginas crujen al separarlas. Es el sonido del tiempo, es la artrosis del papel. Vamos a pasear el espectro de Miguel Hernández por las plazas de los pueblos, es el centenario de su nacimiento: 1910 queda lejos, esto es ya el siglo XXI, los grandes mitos de la Historia son figuras recortables de una revista infantil, las ideologías, nos dicen, son dibujos fantasma unidos con puntos suspensivos. Pero no importa. Nada. Pienso en Miguel Hernández.
Miguel Hernández en mí. No es una poesía que ahora me interese, tampoco es un poeta que considere importante en mi formación. No lo ubico en los estratos geológicos de mis posibles influencias. Estimo que hay una zanja muy grande entre su dicción y el sonido que agradece mi oído. Y sin embargo tengo que reconocer que él estaba allí mucho antes que otros, en el tiempo lento durante el cual las cosas suceden y significan para bien o para mal. Entonces estuvo. Recuerdo que yo tenía unos dieciséis o diecisiete años. Recuerdo que quería ser Rimbaud y que había pocos libros de poemas a los que tuviera acceso. Sé que un día de invierno me fui a la playa con un libro de Miguel Hernández y cerveza, y que seguramente también fumase algo. Recuerdo la ebriedad y la sensación de habitar esos poemas, supongo que hubo algo de comunión con lo escrito. Tal vez lo que sucedió fue que me intoxiqué y la belleza del momento fuera un efecto secundario. Eso ocurrió. Una antología negra de Cátedra, un adolescente desorientado en la playa de un pueblo. Casi lo había olvidado hasta que tuve que rebuscar en la memoria razones para escribir sobre Miguel Hernández. El centenario no basta, eso son excusas institucionales para justificar presupuestos. Cuando llegue 2011 el centenario habrá pasado, pero mi cita con sus poemas en la playa permanecerá. O ni siquiera eso. La playa cada año es distinta.
Miguel Hernández en ti. Léelo en la escuela. Muestra a tus alumnos el dibujo hecho en la cárcel por Buero Vallejo. Se adivina la calavera bajo los trazos. Lo hizo Buero Vallejo el radiografista. Di que en tus tiempos era un poeta prohibido y tuviste que hacerte con una edición de Losada en el mercado de los imposibles. Identifícate en tu lucha ficticia con su lucha real. Leer un libro clandestino es una forma de resistencia, una pequeña trinchera en el fondo de la mente. Reconocerás a los tuyos por el gusto a cebolla de sus miradas. Somos bastantes y somos mejores. En el fondo se trata de sentirse parte de una tribu. Podemos comprar una camiseta con un eslogan o un verso camuflado. Podemos darle la vuelta al disco de Joan Manuel Serrat y poner por fin la cara-B. Imagina que ese silencio sucio entre canción y canción es el espíritu del poeta reclamando su dignidad desde el ultramundo. Bueno. Con eso pocas bromas, con la dignidad ni medio chiste. Reconstruye el mito del hombre que brotó de la tierra como una raíz de carne atada a lo más profundo de lo bueno y noble que puede haber en un hombre o en una tierra. En el dibujo de Buero Vallejo se adivina la calavera, los ojos oscuros. Mira la mirada. Mira la fanfarria de la democracia, el confetti sobre los muertos y las banderas de los muertos. Ahora estudiemos a Miguel Hernández, aprendamos su vida como preguntas para un examen. Toquemos con una guitarra la elegía a su amigo Ramón ante tres decenas de niños aburridos. Hagamos un premio de poesía y llenémonos los bolsillos. Celebremos el centenario, que ya toca.
Miguel Hernández en mil. La dignidad, el mito. Con esto ni un gramo de ironía. Me pongo de pie para escribir su historia, me siento otra vez para corregir las erratas. Un hombre nace en 1910 en Orihuela, hijo de campesino. Quiero decir que Miguel Hernández nunca fue un burgués jugando a revolucionario. No había posibilidad de pose. Era fruto de su tiempo y de su condición. También es cierto que hay reminiscencias arcádicas en la imagen del joven pastor devorando libros bajo un encina mientras las cabras rumian el atardecer. Queremos ver un halo de pureza, una limpieza, seguramente impostada por nuestro complejo tecnológico, por lo bien que vivimos y lo lejos que nos queda todo ese mundo. Igual que su amistad con Ramón Sijé. A saber. Escribe un poema definitivo y la vida, y la muerte, y cualquier matiz verista queda neutralizado. He escuchado decir: la entrañable camaradería, la orfandad posterior, el amor fraterno a pesar de la distinta extracción social y la consiguiente deriva ideológica. A saber. Hay tanta falacia en este tipo de mito laico. No puede ser casual que mito y timo tengan las mismas letras. Pero queda el poema. Ese poema en concreto, que es ya un icono , una marca de lo poético tradicional. Oye, tú, la poesía sirve para cantar la amistad y la pena y esas cosas entrañables que, efectivamente, se nos mueven en las entrañas a los seres humanos, ¿lees esta elegía? ¿percibes el dolor y la belleza? Busca tres metáforas y una aliteración, relaciónalo con el ambiente cultural de su época y la biografía del autor, busca la rima, y para casa escribís vuestra propia elegía. En la siguiente clase hablaremos ya no del poeta cabrero y sus amigos muertos,sino de la guerra.
Porque es necesario que exista un poeta de la guerra para que podamos estudiar los poetas de preguerra y los poetas de postguerra. Toma una etiqueta manchada de sangre y barro. Declama un panfleto rojo contra el viento. Canta y lucha. El canto como forma de lucha, el lenguaje como trinchera real. El dorado de las estatuas se descascarilla y deja a la vista pintura de camuflaje, el silbo de los pájaros se transforma en el de las balas. Nos han machacado tanto con la Guerra Civil. Los mitos, los símbolos, los emblemas. Los himnos. Andaluces de Jaén, emocionaros con el verde ceniciento de los olivos que al parecer fuisteis, y al que habéis quedado unidos por el verbo. Dinamiteras, yunteros, paisajes tricolores que alimentan la nostalgia de los que no estuvieron allí. Nos contaron un cuento de vencedores y vencidos, de humillación y castigo. Ahí también encajaba perfectamente la figura de Hernández, como la de Lorca: no hay nada mejor que un poeta como mártir. Y es verdad que recuerdo que de pequeño en el colegio me contaron la historia y leímos las Nanas de la cebolla, y que aquello fue emocionante. Y que aquello parecía profundamente verdadero. Y al final del cuento el poeta moría en la cárcel.
Miguel Hernández en lid. Una vez estuve en un acto donde se leían poemas de Hernández y escuché a alguien gritar: los fascistas lo dejaron morir en la cárcel, lo mataron. Y a otro: no fue así, simplemente no había medicamentos, pero no fue alevoso. Y yo mientras tanto bostezaba.
Miguel Hernández en sí. Parece, según lo leído hasta aquí, que el poeta es sólo un símbolo, promovido para asentar ciertos valores e ideas, un elemento pedagógico del sistema; o bien una muleta sentimental en la que apoyar algún momento de nuestra biografía. Estoy seguro de que esto no es del todo cierto. Aparte del relato que hemos construido sobre el poeta y sobre sus poemas como segregaciones simbólicas de dicho relato, podemos preguntarnos si hay poesía o no hay poesía. Si nos vale o no. Y entonces recuerdo unos cuantos versos, alguna imagen que me retuerce por dentro. Al fin y al cabo la poesía debe provocar incendios neuronales. El crujido, el cortocircuito, la convivencia de lo posible con lo imposible. Eso es en gran medida la poesía, ¿se da ese fenómeno en Miguel Hernández? Propongo que sí. Y tomaré como ejemplo un fragmento de un poema. Los cobardes. El típico poema panfletario de Vientos del pueblo, escrito durante la guerra, con toda la mala uva del mundo. Poema duro, divertido, absolutamente accidental para un purista. Tal vez demasiado largo, posiblemente por eso pierda fuerza. Da igual. Citemos el fragmento en cuestión:
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.
Los tres primeros versos son objetivamente muy pobres, fáciles; la contradicción entre los adverbios que indican valor y los actos que se le atribuyen a un cobarde es digna de un poeta primerizo (o de un poeta obligado por las circunstancias y la propaganda, como es el caso). Sin embargo la cosa cambia con los tres siguientes versos. No he encontrado a nadie que no esboce una sonrisa ante “estas fugitivas cacas”: ese es el valor de la sorpresa, del humorismo que tan difícil es de solventar con tino en un poema. Pues ahí Hernández lo clava. Estupendo. Pero son los dos últimos versos los que alcanzan la altura que justifica tanta devoción. Los cobardes le duelen al poeta en un sitio muy concreto. Y la poesía es el arte del lenguaje preciso. Los cojones del alma. Sabemos claramente de qué está hablando Miguel Hernández cuando dice eso, y sabemos que no se podría haber dicho de mejor forma. Precisión poética. Altura literaria, incluso en medio de un poema circunstancial e impregnado de bilis.
La mezcla de lo espiritual (el alma) con lo más absolutamente terreno (los cojones), sería una versión guerracivilista del famoso encuentro del paraguas y la máquina de coser. O tal vez no. Tal vez sean lo mismo cojones y alma, y el verso impacte por redundancia. Tal vez lo que pasa es que la poesía sea una cuestión de eso, de cojones y de alma.
sábado, 17 de septiembre de 2011
PIC COMA DE VARILLES, 2758m (Joan de la Vega)
y las cosas
reoelen sus nombres,
me encuentro.
Sin más clemencia
que un sol
demoledor.
Bajo la nube
grave
que desparrama
de granizo
los suelos.
Ahí,
donde puedas
llamarme
sin pronunciar
palabra alguna,
me encontrarás.
[de La montaña efímera, 2011]
viernes, 9 de septiembre de 2011
LA INVENCIÓN COLECTIVA (René Magritte)
lunes, 29 de agosto de 2011
A LA ESPERANZA (John Keats)
y odiosos pensamientos cubren el alma de melancolía;
cuando no hay bellos sueños que vislumbre mi mente
y el desnudo zarzal que es toda vida no ofrece ningún fruto,
dulce esperanza, envuélveme con un etéreo bálsamo
y agita sobre mí tus plateadas alas.
Cuando vague, caída ya la noche,
entre espesos ramajes, cerrados a la luz de todo astro;
cuando a mi discurrir lo asuste entonces un desaliento triste
que, ahuyentando la dicha me haga fruncir el ceño,
con los rayos lunares fíltrate por el techo de hojas,
y manten alejado tan feroz desaliento.
Si el desengaño, fuente de la angustia,
se esfuerza en conquistar mi confiado pecho;
cuando, como una nube, aquel ocupe el aire
dispuesto a abalanzarse sobre la inerme presa,
esperanza, hazle huir con tu vivo semblante,
aléjalo lo mismo que la aurora a la noche.
Siempre que de los seres que me son más cercanos
mi temeroso pecho oiga una triste historia, oh, esperanza,
con brillo en tu mirada reconforta mi enferma fantasía,
préstame unos instantes tus más dulces consuelos,
derrama en torno mío tu celeste esplendor
y agita sobre mí tus plateadas alas.
Si un amor desdichado me oprime el corazón
- sus despiadadas causas, su implacable belleza -,
o, déjame pensar que no es del todo vano
recitar, suspirando, sonetos en la noche.
Dulce esperanza, envuélveme con un etéreo bálsamo
y agita sobre mí tus plateadas alas.
Ante el largo horizonte de los años que vengan,
no permitas que muera el honor de mi pueblo:
vea yo nuestra tierra conservando su alma,
orgullo y libertad - no una sombra de esta -
derrama especial brillo de tus brillantes ojos
y cubre mi cabeza con tus alas.
No permitas que vea el legado más grande de los míos,
la libertad - ¡qué grande con su humilde ropaje! -,
con la púrpura vil de una corte opresora,
bajando la cabeza, ya dispuesta a espirar.
Déjame que te vea descender desde el cielo con tus alas,
que llenan los espacios de plateada luz.
E igual que, en rutilante majestad, una estrella
logra adorar la cumbre de alguna oscura nube
y, allá a lo lejos, ilumina el rostro medio oculto del cielo,
así tú, si amortojan mi espíritu sombríos pensamientos,
dulce esperanza, vierte tu celestial influjo,
y agita sobre mí tus plateadas alas.
jueves, 25 de agosto de 2011
un poema de Luis Gámez
lleno de pájaros dormidos.
Calma: no quiero enloquecer mientras te hablo.
Calma: voy a hablarte con otra voz.
Calma: con una voz mucho más fría.
No tengas miedo.
[de El libro de las transformaciones, 2011]
lunes, 15 de agosto de 2011
Poemas del Cabo de Gata, para descarga gratuita.
miércoles, 10 de agosto de 2011
TIOVIVO (Mark Gertler)
domingo, 31 de julio de 2011
Un largo relato de amor y explotación
Me quedo solo, pero no me vendo. Julio de 1999. El siglo XX agoniza. Javier Egea, que lleva nueve años sin publicar ningún libro, decide disparar su escopeta de caza y acabar con todo. En ese momento Granada acaba de generar su último poeta mítico. Su nombre, su presencia, será una de las claves que identifiquen a cualquier joven que comience a interesarse por la poesía en dicha ciudad. Los mitos se construyen a base de tópicos, de ruido y de silencio. El mito Egea dice que fue un poeta cuyo afán era la consecución de una escritura materialista, efectivamente revolucionaria; que era incapaz de transigir con la seducción del mercado y sus leyes apaciguadoras, y que por eso acabó aislado y enajenado. El mito Egea dice que su hambre era tan vasta que le resultaba difícil ceñirse a una sola propuesta, que las escuelas y los grupos eran sólo estrecheces para el que tiene cosas que decir. También dice el mito que la bebida y la noche hicieron estragos, que las crisis, el silencio y la tormenta de dentro eran demasiado imponentes. El mito dice eso: poeta libre, irredento, experimental, comprometido, borracho, suicida. Los mitos suelen ser tópicos de ruido y silencio, casi siempre falsos. Lo que convoca y no traiciona es su poesía, por fin reunida.
Un lugar por encima del humo. Tras más de una década de turbias polémicas entre herederos y “amigos”, se iba haciendo más urgente su rehabilitación. Esta edición evita revanchas y se ciñe a decir que hay un poeta, e importante; y es sólo el primer tomo de un proyecto que comprende sus prosas, diarios y poesía inédita, y que aquí presenta todos sus libros publicados, incluyendo el póstumo cuaderno Sonetos del diente de oro. Un viaje insólito desde el clasicismo temprano hasta el verso irracional o de ribetes pop de su última época, pasando por lo obscenamente político, el realismo narrativo y soft de la experiencia o la búsqueda de una poesía materialista que fuera capaz de denunciar los mecanismos ideológicos oculto en el lenguaje y en el arte. Demasiados caminos para ponerle un nombre. Demasiado vasto para algo tan estrecho como la crítica de este país. Destaca Manuel Rico en su acertado prólogo lo llamativa que resulta la ausencia de Egea en los recuentos oficiales de las tres últimas décadas. El canon lo deja fuera. Lo cual puede confirmarnos que lo más interesante sigue escribiéndose en los márgenes.
Francisco Javier Egea. En 1974, con unos escasos veintidós años Egea publica su primer libro: Serena luz del viento. Con esa edad es muy complicado construir un discurso poético sólido y aquí encontramos la prueba. No hay aún rastro de la revolución y el hambre voraz. Sin embargo este libro es una escuela que nunca abandonará: la del clasicismo, entre Garcilaso y Góngora, los secretos de la música. La importancia de conocer los engranajes de un idioma y un arte para poder más adelante subvertirlos. Primera lección. Dos años después publicará A boca de parir, donde ya desde el títulose nos presentan algunas de las facetas que luego eclosionarán en el poeta maduro: lo irracional, la presencia de una cotidianidad inquietante, y la pulsión política . “Hacia otra lucha nueva/ un nuevo leningrado de palabras.” Con poemas que aún son indicios junto a otros ya plenamente conseguidos como Sístole (pag. 145). Aparecen temas y palabras recurrentes: el asedio, el dolor, el amor como refugio y condena. Pero no deja de ser otro libro de aprendizaje, no es casual que estos dos primeros estuvieran firmados por Francisco Javier Egea. Aún no era del todo.
Toda la muerte vestida de payaso. Durante la Transición el ciudadano Egea se convertirá en un activista del comunismo. Su obra será un campo de batalla para demostrar determinadas tesis. Sus ideas, sus versos, ambos cosidos por el mismo hilo para retratar la realidad y transformarla. El ejemplo de Pavese o Pasolini. La lección ineludible del profesor Juan Carlos Rodríguez y su Teoría e Historia de la producción ideológica: la poesía e incluso los sentimientos están sujetos a las estructuras de poder, hay en todo una falacia y una ficción para nada inocente. De ahí en parte vendrán los presupuestos de aquella Otra Sentimentalidad que Egea compartió con García Montero y Álvaro Salvador. De ahí su búsqueda, única, y tal vez fallida, de una poesía materialista, desnuda y consciente de que la literatura implica el disfraz, y de que muchos disfraces son cómplices de la explotación y el expolio. Desde ese punto de partida se puede chillar, por ejemplo, contra “tanto general y bigote” como en Argentina 78, que no es sino un grito urgente y circunstancial contra la dictadura, escrito desde la rabia y la ironía. Pero eso fue un pronto, una anécdota frente a los conatos de poesía grande que va a tentar en el resto de sus libros.
La luz de las ruinas. A principios de los años 80 Egea entra en una de sus frecuentes crisis fruto del alcohol y la vida, y decide aislarse en la entonces remota Isleta del Moro almeriense. Allí escribe Troppo Mare. En este libro se cruza la música extraña de Lorca con la búsqueda del poema materialista a través de ese paisaje extremo y desolado. Se constata que el interior y su lenguaje están manipulados por la misma ideología que corrompe el exterior. Respiramos “el hedor de las palabras muertas”, sabemos que no hay más remedio que “abrir la brecha,/ cruzar las líneas,/ romper el cerco” . Vivimos en el pueblo sumergido, esperamos la inminencia agresiva de La Nube. Porque en Javier Egea siempre hay una presencia amenazadora fuera de campo. Siempre hay algo oculto que aguarda su momento para el zarpazo. Puede que sea la soledad que todo lo arrasa, como esta luz de las ruinas interiores que ilumina de penumbra tanto mar. Y sin embargo, a pesar de que parezca que “siempre es tarde”, el último verso de este libro basta para definir una obra, una vida, un lugar en el mundo: “Hoy sólo sé que existo y amanece”.
Otro Romanticismo. Denunciar los engranajes, intentar cambiar la mecánica de la sociedad, pero desde la más absoluta de las soledades (título de una frustrada antología). Tener conciencia de ello y hacerlo desde el compromiso estético. La poesía de Egea es por momentos como unos de esos cuadros sobre lo colectivo que pintara Genovés, pero con alguien solo en el centro. Algo así sucede en Paseo de los tristes, un libro casi paralelo a Troppo Mare donde traslada el escenario a la ciudad y sus sombras de oficinas, pensiones, fábricas y explotación. Aquí el amor también es víctima del mercado. “Aquí habita el dolor”. Los pájaros de Bécquer vuelan desnortados sobre las ruinas, y los viejos códigos no valen. Encontramos una ráfaga de pequeños poemas como de pólvora que desmontan tópicos y seducen con el escalofrío de la belleza y lo terrible. También el resto, siguiendo el rastro lectivo de Gil de Biedma y aparentemente en la misma acera que tanta poesía de la experiencia posterior, pero llegando más allá. Mucho más lejos, mucho más adentro.
Envenenadas flores. Del mar a la ciudad hasta llegar al inconsciente. Javier Egea se somete a sesiones de psicoanálisis y acaba escribiendo Raro de luna. No hay límites de escuela ni caminos pactados para esta obra. En el fondo son los mismos temas de siempre: la soledad, la explotación, el amor, la amenaza invisible; pero bañados por el surrealismo controlado y algunas estructuras estróficas clásicas que van del típico soneto al más raro ovillejo. Aquí, como en los Sonetos del diente de oro introduce referencias de raigambre pop como la figura trágica e irónica del vampiro o la serie de historias y extraños personajes femeninos que pueblan el cuaderno póstumo. Otro paso más. No admite etiquetas fáciles, su obra es una oda a la mutación desde el compromiso estético y político. Como Alberti, pero solo. Y nosotros, “pájaros angustiados ante la miserable caravana de espejos”, lo que vemos es el rostro de Javier Egea confundido con el nuestro. “Es preciso hacer un alto en la derrota” y leer el mundo con sus ojos deformes.
(publicado en la revista Quimera de los meses de julio-agosto de 2011)
miércoles, 20 de julio de 2011
SUICIDIO EN LAS TRINCHERAS (Siegfried Sassoon)
que sonreía a la vida con alegría hueca,
dormía profundamente en la oscuridad solitaria
y silbaba temprano con la alondra.
En trincheras invernales, intimidado y triste,
con bombas y piojos y ron ausente,
se metió una bala en la sien.
Nadie volvió a hablar de él.
Vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados
que vitoreáis cuando desfilan los soldados,
id a casa y rezad para no saber jamás
el infierno al que la juventud y la risa van.
[de Contraataque, 1917]
jueves, 14 de julio de 2011
un poema de José Ángel Valente
sábado, 9 de julio de 2011
FIGURA AHOGADA (Charles Benefiel)
lunes, 4 de julio de 2011
Epístolas de un transeúnte
Existe un debate entre aquellos que leen la obra de un autor y aquellos que intentan leer al autor en su obra. Sucede que hay poetas, como Vallejo, cuya sombra vital tiene tanta densidad que por momentos oscurece también sus escritos. Se hace complicado leer de manera autónoma sus poemas sin imaginar que es él mismo quien los recita con una voz salida de su propia boca fantasmal. Su vida es una vida que ya hemos hecho nuestra, como un fetiche o una certeza. Entonces partimos de dos tópicos, que tal vez sean verdad: César Vallejo es uno de los poetas insustituibles del siglo XX y César Vallejo representa, con su biografía, un papel necesario, humano, con el que empatizamos desde la admiración y la compasión. Un mito más de carne que de mármol. Así que, a estas alturas, vida y obra están anudadas, y es por ello que se hace urgente desliar la madeja hasta saber qué hilos pertenecen a qué parte de su corazón bicardiaco, y es ahí donde la aparición de esta Correspondencia (in)completa resulta oportuna.
En las cientos de cartas que ha recopilado Jesús Cabel, que van del temprano 1911 hasta la víspera de su muerte en 1938, encontramos a César Vallejo en una dimensión más amplia, como ciudadano y poeta. Eso sí, tampoco es un Vallejo real el que encontramos aquí, por mucho que las cartas sean reales y la mayoría de experiencias e impresiones contadas también lo sean. Una carta es una elaboración, algo que acaba rozando por definición con lo ficticio: leemos lo que Vallejo ha querido contar, compartir o hacer creer. No es la verdad, aunque esté cerca. Así podemos hacernos una idea aproximada de lo que fue su vida y su pensamiento. Podemos leer el volumen, y se hace con interés, como si fuera una biografía escrita a pausas, un puzzle lleno de huecos en blanco que acaba componiendo el rostro, o la máscara, de César Vallejo.
Su vida la conocemos bien, y aquí intuimos cómo la vivió. Sabemos que se fue a estudiar a Trujillo y que allí se hermanó con la poesía y con varios poetas. Y aquí leemos el entusiasmo con el que compartía sus impresiones con los camaradas de esos primeros tiempos de carne ciega y lujuria cotizable, en líneas escritas que por momentos parecen auténticos poemas en prosa (p.ej: Carta a Óscar Imaña, 2. pp 94 y 95). Sabemos que estuvo cien días en la cárcel por un altercado en el que no tuvo nada que ver. Y aquí leemos su desesperación, cómo se muerde los codos de rabia, incluso podemos demorarnos en el Recurso de Queja que planteó infructuosamente a un tribunal sordo. Sabemos que en Lima publicó cosas pero no fue muy estimado por la intelligentsia peruana. Sabemos que retorció el cuello del castellano hasta que este gritó Trilce. Pero aquí leemos que en Lima el ambiente más que literario es letrero, cursi y falso, y que ante tamaña revolución está tan sordo como el juez trujillano. Y entonces, es verdad, se fue a París a buscarse la vida, y sabemos que por mucho que buscó apenas la encontró.
Vallejo en París, con aguacero. Vallejo embarcándose en mil proyectos truncados, siempre en vísperas eternas de un día mejor que nunca llega. Vallejo pidiendo prestadas cien, doscientas, cincuenta, miles de pesetas a lo largo de las páginas. Vallejo pidiendo favores para poder comer o vivir simplemente, haciendo trampas o insinuando traiciones a sus ideas que nunca cumplió. Su mala salud, su buena miseria. Vallejo haciéndose revolucionario por experiencia vivida, gritando ¡Viva el Frente Popular! Y entre medias manuscritos guardados con cerrojo, que cuando se abra nos dejará a todos mudos. Vallejo hablando de mujeres y poesía con Juan Larrea, de mil cosas de la vida y los libros con Pablo Abril, celebrando los versos de sus amigos, de cualquier poesía que considerase nueva y fuerte. Porque esas dos cosas le bastan.
En definitiva esta antología de brillos y mucha miseria, no va a conseguir cortar el cordón umbilical que une sin remedio sus poemas a su vida y a la nuestra. Será que César Vallejo no puede dejar de ser César Vallejo.
miércoles, 29 de junio de 2011
GRECIA MURIENDO EN LAS RUINAS DE MISSOLONGHI (Eugene Delacroix)
domingo, 26 de junio de 2011
LA DUDA RETÓRICA (Luis Bagué Quílez)
a concebir la vida como cálculo
de probabilidades:
voy sumando fachadas
en el alba,
divido transeúntes
entre perros rabiosos
y evito las baldosas amarillas.
He aprendido
la duda razonable
que se cumple en el centro del poema
y conduce a otra duda.
Hoy vivimos detrás del escenario,
jugando a cabalgar
con los cuatro jinetes
a lomos del caballo ganador.
Hemos atravesado
los campos de magnolias
y el silencio de Auschwitz.
Ya sabemos la última pregunta.
Aunque tal ve nos falte
capacidad para pensarla.
[de Página en construcción, 2011]
martes, 21 de junio de 2011
Idioteca según Agustín Fernández Mallo
miércoles, 15 de junio de 2011
ALMERÍA (Aldous Huxley)
una vacía oscuridad, una destemplada luz;
ramas que no se doblan, nunca una flor torturada
se estremece, raíces agotadas, a punto de volar;
alado futuro, marchito pasado, ni semillas ni hojas
dan fe de esos veloces pies invisibles: corren
libres por una tierra desnuda, cuyo pecho recibe
todo el fiero ardor de un sol desnudo.
Tú tienes la Luz por amante. ¡Tierra afortunada
que concibe el fruto de su divino deseo!
Mas el seco polvo es todo lo que ella da a luz,
esa hija de arcilla creada por el perpetuo fuego celestial.
Por lo tanto venid, suave lluvia y delicadas nubes, y calmad
este amor radiante que tiene la fuerza del odio.
[de Las cigarras y otros poemas, 1931]
jueves, 9 de junio de 2011
otro poema de César Vallejo
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la sombra,
aunque la muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, si, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.
¡Odumodneurtse!
[de Trilce, 1922]
miércoles, 1 de junio de 2011
ESCRIBIR CON UNA ESPADA (Carlos Edmundo de Ory)
Acariciar sin tener manos.
Encontrar pedazos de luna en los bolsillos.
Comprar una playa con gritos.
Ir al infierno a ver un amigo.
Enviar una mano a su amada.
.
viernes, 27 de mayo de 2011
La luz de bengala de la Vanguardia.
En noviembre de 1919 un chaval de dieciséis años asiste en Santander a una conferencia de Gerardo Diego sobre la necesidad imperativa de vanguardia en España. Cinco años después muere de tifus en una lujosa habitación de hotel madrileña. En ese intervalo trascurre la escritura de José de Ciria y Escalante: es la fiebre del Ultraísmo, el hambre de modernidad dando dentelladas por los cafés y las imprentas. Una estrella fugaz, brillo intenso y breve. Una bengala. Trece poemas que parten de la imitación modernista para desatar “un collage de nombres, gestos y preguntas” ultraísta. El reino lúdico de la metáfora porque sí. Los árboles gimnastas/ que han saltado en la pista/ van recogiendo aplausos con el pico. La sombra chillona de Apollinaire. La insolencia de la juventud detenida en pleno apogeo de su descaro e inmadurez. Digamos que la literatura de Ciria no es ni mucho menos necesaria, demasiado poca, demasiado en pañales. Como aquella vanguardia ultra que se disolvió a la misma velocidad de sueño con la que brotó. Pero lo importante en la escalera son los peldaños. Lo importante es la posibilidad de soñar.
jueves, 19 de mayo de 2011
OTRO HORIZONTE ES POSIBLE.
Algo imparable ha comenzado este 15 de mayo: la sociedad civil ha despertado de su sueño narcótico. Nos enseñaron la palabra democracia y algunos creímos en ella. Somos muchos los ciudadanos que hemos dicho basta. Seguimos creyendo en esa palabra, en nosotros reside el poder para gobernarnos, por eso nos indigna el paisaje al que nos enfrentamos día tras día. Partitocracia, mercatocracia, son palabras que se ajustan más a la realidad. No estamos de acuerdo, exigimos nuestro derecho al grito y nuestro derecho a conservar nuestros derechos. Desde el mundo de la cultura no podemos ni queremos cerrar los ojos a todo lo que está sucediendo. Decimos basta. Porque otro futuro es posible, otro horizonte, que nos pertenezca a todos. Decimos basta a esta política ensimismada y corrupta, decimos basta a la dictadura de los mercados y a la impunidad de la banca. Pedimos democracia en el sentido real de la palabra. Que nos oigan, porque sin nosotros no existe ni la política ni el mercado, porque somos lo único imprescindible, y nos dejan de lado. Algo ha comenzado este 15 de mayo, algo serio, algo inevitable. Y los abajo firmantes expresamos nuestro más sincero apoyo.
viernes, 13 de mayo de 2011
un poema de Marcos Canteli
actúa tu edad/ este año lleva la marca retuvo hueso el enjambre, entre formas de ascesis y fantasía▀ instancia/ bien en diáspora de corazón (fondo enigmático que por ti salía del sueño, fondo acorazado), bien en cicatriz que fuera de regreso hacia un póstumo (siempre) pulmonar de escritura ▀ pulso antiguo por delante, sin remedio orgánico/ fractal tu hora que de amor supura pero escribe en piedras candentes ▀ el mismo pelaje en el gesto ético del traductor, esa casi inadvertida forma de claridad hiriendo la certeza de raíz y sustancia, en la más tensa escritura ▀ decirlo en dictum: la muerte es eléctrica / bueno es estar a oscuras / bucear en vilo ▀ o con Wittgenstein: que no todo se alcanza mediante una escalera
lunes, 9 de mayo de 2011
Textropías + Refugios
Como la tuvo lo del jueves pasado en la Escuela de Artes de Almería, donde hubo poetas, músicos, pintores, flamencos, grafiteros, fotógrafos, cineastas y diseñadores de moda haciendo causa común. Mi parte del pastel fue la lectura de algunos textos acompañado por la banda The Dry Mouths. Uno de ellos coincidía con la proyección de un corto de David del Águila y Mariquina Ramos sobre los refugios de la guerra civil. Para este vídeo escribí este texto (sin la música de los Dry Mouths no es lo mismo, pero os podéis hacer una idea):
martes, 3 de mayo de 2011
AUTORRETRATO CON CABEZA DE MUERTO (Daniel Hirts)
viernes, 29 de abril de 2011
DECISIÓN (Edith Södegran)
pero nadie me conoce.
Mis amigos se hacen una falsa imagen de mí.
No soy mansa.
He sopesado la mansedumbre en mis garras de águila y la conozco bien.
¡Oh, águila! ¡Qué dulzura hay en el vuelo de tus alas!
¿Vas a guardar silencio como todo?
¿Quieres quizá escribir? Tú ya no escribas más.
Cada poema será el desgarramiento de un poema,
no poemas, sino huellas de garras.
[1920]
domingo, 24 de abril de 2011
Fatena Al-Gurra y los bordes quemados de los mapas
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Fatena Al-Gurra y los bordes quemados de los mapas
"Lo que vemos. Lo mismo que hay dentro de nuestros bolsillos, también dentro de nosotros: el mundo del que formamos parte, el mundo que somos. Un mundo cuyo mapa tiene los bordes quemados. Sabemos que a pesar de los rigores de la crisis nuestro mundo no deja de ser una excepción. Que la parte más amplia del mapa es la que se convirtió en ceniza. Somos una isla fértil rodeada por mares inabarcables de decepción, pobreza, violencia, miedo. La realidad y sus aristas desolladas. Sabemos las palabras pero no muy bien su significado. No podemos conocer la realidad fuera de este cercado de lujo que nos engorda y nos ensordece. Solo imágenes, palabras y cifras, y el hueco que deja la voz al decirlas. Palabras como Gaza, conflicto palestino, ocupación. O exilio.
Fatena Algurra no es solo una palabra, es una mujer. Yo la conocí en 2005 en uno de esos viajes que le cambian a uno por dentro. Un intercambio entre poetas andaluces y palestinos, primero allí y unos meses más tarde aquí. A aquella zona muchos la llaman Tierra Santa, otros el ombligo del mundo. Nunca un lugar tan breve fue tan pródigo en acontecimientos. Por mi parte fueron cinco días para conocer de la mano de los palestinos cuál era su mundo, toda su luz y toda su sombra en los ojos. Uno de esos días llegamos a Gaza, tras pasar incómodos controles y ariscas alambradas, incluso uno de nosotros fue retenido por los militares sin una explicación coherente, al ser invitados de la Autoridad Palestina todos éramos sospechosos. Acabábamos de trazar un camino desde la Jerusalén judía, con su lujo occidental y su rigor de piedra, atravesando el desierto hasta llegar al subdesarrollo. A pocos kilómetros. No eran ya palabras. El camino estaba minado de paranoia. Porque es verdad que el miedo y la rabia se reparten a un lado y al otro de la frontera, como también es cierto que la pobreza solo tiene rostro palestino.
Una vez en Gaza conocimos a los poetas que ya habíamos leído. Poesía entre el grito rebelde juvenil contra la opresión y el largo poema discursivo al amparo del magisterio de Darwish. No deslumbran. No hace falta. Son poetas, eso debe bastar. Ya es suficiente alimentar la llama de la poesía entre escombros y alambre de espino. Tal vez aquí es cuando se hace necesaria. Ese día leemos en un centro escolar, los alumnos nos muestran sus cicatrices de bala, pero también notamos que están vivos y que sueñan con intensidad. Yo noto que mis poemas se deslíen, que pierden sentido ante tanta realidad. Entonces aparece Fatena, como un cristal destellando entre las ruinas. Dos poemas, como dos golpes bien dentro de lo que somos. Al oírlos noto cómo se activan los mecanismos de la poesía que conmueve por sí misma, sin añadidos. Mis compañeros de viaje también han sufrido el alud. Sin aviso. Hay una poeta gigante en la pequeña Gaza.
Y descubrimos que tras los versos hay una mujer hermosa con un brillo negro en la mirada. Es una mujer fuerte, quiere beberse cada gramo de conversación, aprehender cualquier cosa que salga de esos visitantes. Estoy conociendo a un ser excepcional. Después comemos en un restaurante frente al puerto que la UE ha construido dos veces, las mismas que Israel lo ha bombardeado. Cuando el sol amenaza con irse Fatena se excusa y desaparece: su familia no permite que ande en la calle con la noche vencida. Tampoco la dejaron participar en el intercambio: solo hoy se cobra esta deuda de venir a España. Se había ido la mujer magnética. Ex-presentadora de radio y TV, activista por los derechos de la mujer. Doblemente sometida, por el integrismo islámico y por Israel. Meses después la llegada del islamismo radical de Hamash al poder en Gaza la sentenciará al ostracismo total. Y allí es cuando comienza su particular travesía del desierto. El exilio. Primero en Egipto, después en Bélgica, malviviendo en centros para refugiados. Y ahora está aquí para contarnos con palabras vivas su vida. Aunque antes que su cuerpo sus versos llegaron a España de la mano del Gaviero. Hoy Fatena nos va enseñar lo que hay tras las palabras, lo que hay más allá de los bordes quemados de nuestros mapas. Hoy espero continuar con ella aquella conversación que la puesta de sol impidió. Hoy que, al menos aquí, la noche es imposible."
sábado, 16 de abril de 2011
EL INCENDIO DEL PARLAMENTO (Joseph Turner)
martes, 12 de abril de 2011
un poema de Javier Egea
- Lo sé.
- ¡Pues dígalo inmediatamente!
- Yo me arrojé al vacío
desde la estrella muerta
y ya no tengo miedo a morir.
[de Paseo de los tristes, 1982]