viernes, 29 de junio de 2012

Dos entrevistas sobre Ruido Blanco y otras cosas.

Os dejo aquí dos de las entrevistas que han ido saliendo sobre Ruido Blanco. La primera fue realizada en Radio Ejido en el programa Atrévete a Leer. La podéis oír en este ENLACE a partir del minuto 18.

Y la siguiente me la realizó Evaristo Martínez para La Voz de Almería. AQUÍ. Y por si no queréis enlaces o el jpg os parece muy pequeño, os transcribo las preguntas y respuestas.

El ruido blanco es esa señal aleatoria que contiene todas las frecuencias, el vacío lleno de materia que toma forma en la niebla del televisor o en el zumbido de la radio cuando el dial no llega a ningún puerto. También ‘Ruido blanco’ es el último poemario de Raúl Quinto (Cartagena, 1978), una obra publicada por la editorial cordobesa La Bella Varsovia con la que el ganador del premio de poesía Francisco Villaespesa, autor de libros como ‘La flor de la tortura’ e ‘Idioteca’, profesor en Almería y colaborador de LA VOZ, indaga sobre la realidad en los tiempos del zapping.

Con ‘Ruido blanco’ regresa a la poesía tras la pausa que supuso ‘Idioteca’ (El Gaviero). 
En realidad nunca me he ido de la poesía; de hecho, este libro lo comencé a escribir antes que ‘Idioteca’ y me acompañó en todo el proceso de escritura. ‘Ruido blanco’ lo empecé en 2006 y lo acabé cuando se publicó ‘Idioteca’, así que es un proyecto de largo recorrido. Nunca he abandonado la poesía: soy escritor pero fundamentalmente escribo poesía.

¿Y qué es el ruido blanco?
Es un fenómeno físico por el que en una misma señal se emiten todas las frecuencias posibles en un mismo punto. Es lo que sucede cuando uno está buscando un dial en la radio y se escuchan interferencias porque todas las frecuencias están ahí. En mi opinión, el mundo en el que vivimos está atravesado de ruido blanco. Vivimos en una sociedad donde la información, los mensajes, los diferentes códigos, nos asaltan, nos agraden continuamente: una sociedad de la sobreinformación. Y eso, en vez de permitirnos mayor comunicación o acercamiento a los demás, nos aísla, nos aliena y nos incomunica.

¿Cómo lo ha reflejado en la obra?
He intentado a través de la poesía, y de la forma de construir los poemas, reproducir ese marasmo informativo, esa sobredosis de datos, de información, de mensajes, para ponerla en cuestión y provocar algún tipo de conflicto en el lector. En esa nube de mensajes que hace que se oculten unos a otros nos encontramos con que está en el mismo nivel la publicidad que catástrofes como la de Lorca, que se quedan en cifras, en un vacío absoluto.

Entre los versos hay un ‘fantasma’, una presencia, la de Christine Chubbuck, que recorre el poemario. ¿Existió realmente?
Sí, era una periodista americana que en 1974 se suicidó en directo frente a las cámaras anunciándolo como un contenido más de su programa. Denunciaba el trato efectista que su cadena tenía frente a noticias violentas. En una época, además, en la que la televisión aún era el espejo de la sociedad, un filtro de la sociedad. Ahora vivimos en un mundo que ha asesinado a la televisión: igual que aquella canción que decía que el video mató a la estrella de la radio, ahora Internet ha matado a la televisión. Hablar del suicidio de Chubbuck es hablar del fin de esa época de los mass-media.

¿Ese caos del que habla se traslada a la forma de los poemas?
Soy de los que piensan que el continente hace contenido, sobre todo en poesía. La poesía es un lenguaje denotativo, es muy importante cómo está escrito un poema para saber lo que dice. He intentado reproducir con una técnica de escritura determinada lo que sería el ruido blanco y la sensación que me produce esa sobreinformación. Hay poemas escritos en verso libre, con musicalidad métrica pero una música diferente, como había hecho en otras obras, y luego introduzco como novedad poemas en prosa, con otro ritmo, más distorsionado, como si fuera Sonic Youth o un grupo de ‘noise’. El ritmo lo encuentro a base de la repetición, de la anáfora, del ritmo en las imágenes o en la referencia. Es un ritmo más mental y más ruidoso.

Es una poesía muy visual, que remite a imágenes.
Intento escribir desde la superficie para llegar a la profundidad que esconden esos poemas. Casi todos hacen referencia a imágenes, como pequeñas secuencias de cine, de televisión o de la vida misma que se van cortando; hago una especie de montaje, de ‘collage’, donde cada frase anterior choca con la siguiente y la transforma en su significado, provocando un sistema de resonancias semánticas, como una especie de bombardeo que el lector terminará configurando en su cabeza. Siempre con la voluntad de imitar el fenómeno cultural del ruido blanco.

La ilustración de cubierta es de otra almeriense, Elena Pedrosa. ¿Qué le parece la visión que da?
Le hice unas pequeñas sugerencias pero el resultado es suyo y creo que ha acertado. Es una buena amiga y una pedazo de artista, y aquí se demuestra.

Ha sido una de las presencias más activas del 15M en Almería. ¿Qué ha aportado al movimiento y qué le ha aportado a usted?
Mi implicación en el movimiento 15M no tiene que ver con mi faceta de escritor sino de ciudadano. No es que los intelectuales tengan que aportar su granito de arena para transformar la sociedad sino algo más elemental: vivimos en un mundo que no es que no sea el mejor de lo posibles sino que se está devaluando a marchas forzadas. Hemos perdidos soberanía, poder de decisión y estamos perdiendo derechos constantemente. Estamos narcotizados por el ruido blanco, que es algo que se les pone a los bebés para dormir. Al igual que mi literatura intenta pellizcar al lector para que vea la rima de otra forma, el 15M, como ciudadano, me ha dado un pellizco para dar un paso adelante.

martes, 26 de junio de 2012

Idioteca según Sofía Castañón.


(más de dos años después de salir publicado Idioteca sigue sorprendiéndome con nuevas reseñas y lecturas inteligentes como esta que realiza Sofía Castañón en su blog).

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Encontrar las palabras para hablar de

Idioteca, Raúl Quinto (El Gaviero, 2010)


Ahora que llego al último poema de Ruido blanco (La Bella Varsovia, 2012) como quien llega de un paseo largo en el que el paso de los días importa poco porque nosotros secuenciamos de otra forma, ahora me atrevo a hablar de Idioteca. Tras casi dos años de lectura y relectura desde que llegó a mis manos. De imposibilidad para. De escasez para decir que. Todo este tiempo asumiendo que hablar de aquello que nos importa es mancharlo, distorsionarlo, aburrirlo. Como con todo, siempre, destrozamos al tocar. Pero con aquello que nos importa no queremos, no sabemos. Qué contar, por más que el entusiasmo grite “compartir”. Los lectores entusiastas no somos buenos para hablar de los libros que nos entusiasman. O no siempre.
Entrar en Idioteca tiene esa cosa de museo virtual, muy blanco, en el que nos paramos frente a pantallas. Como una sala con vídeoinstalaciones en la que perder la noción del tiempo y de las distancias para con el tiempo. El modo en el que los ítems, los temas, se hipervinculan en la mente de Quinto y cómo lo cuenta. La épica que hay tras el Coyote como un Sísifo con piedra ACME, como la metáfora del American Way of Post-industrial Life. Aprender y desaprender con Itten, un limón, un campo abrupto y amarillo, porque la representación de las cosas es representación. El autor dobla las cuerdas del tiempo para decirnos que Goya escuchaba “Shadow of a doubt” de Sonic Youth mientras pintaba su Perro ahogándose en la arena, la más angustiosa y al tiempo sensata de sus pinturas negras.

Si pensamos en el arte como elemento explicativo del mundo, las cronologías no son eje sino opción. Dice Alberto Santamaría en el prólogo “hologramas”, y no le falta razón, porque el recorrido a pies descalzos que el lector hace por Idioteca no puede ser en soportes analógicos. Sin rebobinar con esperas, todo se activa con la mirada, (si queremos decir digital, con la yema de los dedos, pero no). Esta galería de seres que lo son por lo que hacen, pintan, dicen, aguanta como funambulistas cuando cae sobre ellos la mirada de Quinto. Cuestionar sin miedo al anacronismo porque eso también es un constructo.
Por dónde andará Saussure piensa esta lectora, entre tanto pulso de significante y significado. Lo que es y lo que decimos. Y lo que entendemos y. Dónde andará el tipo y qué diría frente un café con los del círculo de Viena y Raúl Quinto. Lo que hay y su forma representativa, la elección de una forma y no otra para.
Cómo no pensar, después de cerrar el poemario Ruido blanco, que Quinto lleva tiempo diciéndonos que no nos entendemos. Y que no nos entendemos porque no nos da la gana, porque seguimos pautas que. Porque forzamos análisis y no miramos otros análisis. Se titula Idioteca y sin embargo es un libro tremendamente político éste que (como siempre) publica con cuidado y gusto El Gaviero Ediciones. Como si quienes pueblan las páginas de este texto híbrido estuviesen aislados del mundo, pero no la mirada.
A Raúl Quinto le preocupa el mundo en el que vivimos desde las formas en que lo interpretamos y expresamos. Es el verbo el que nos hace carne. Y qué hacemos entonces con el verbo, su plasticidad, su código. No todo vale, pero todo lo que vale puede, por un momento, intercambiarse. 
Sofía Castañón "

jueves, 21 de junio de 2012

COMO CONTAGIO (Ana Hidalgo)


Como contagio, como calma, la forma era forma hacia abajo, la forma era el peso de la forma, como alojamiento, como calma, como la capacidad de creer y de repente sentir dolor, la forma era la forma presionando la superficie sobre la que se extendía, la forma era la forma vertical y antepenúltima transmitiéndose en la superficie, la yuxtaposición del organismo, la calma, la enfermedad. A veces la ciencia médica y nuestros dos sexos, a veces lo sagrado, el olor, como observarte quieto y las sangres nivelándose, como participación, como calma, tu quietud y tu peso presionando la superficie sobre la que estabas quieto, tú siendo hacia abajo como alojamiento, como consecuencia, las sangres nivelándose, el inicio de la enfermedad, nuestra quietud, la forma. Porque no era sólo el ruego que cada dolor extendía, como la ciencia, como lo inmediato, como la postura que nuestros cuerpos adoptaban para estar sentados o nacidos, hacia abajo, la tensión vertical y antepenúltima de la quietud, lo que no podíamos comprender de la superficie, nuestros dos sexos, la súplica, los sedimentos, como calma, como contagio, como el rechazo al intento por no comprender.








[de Hallar una hendidura, 2011]










jueves, 14 de junio de 2012

Blanco luto por DVD Ediciones.

Blanco luto por DVD Ediciones.


DVD ediciones va a echar el cierre. El blanco está de luto. Los que amamos los libros de poesía también. Esta crisis insaciable se ha llevado por delante un proyecto de dieciséis años, pero su herencia no muere. No puede. Resulta que para entender la poesía de este país de las últimas dos décadas el catálogo de este sello es ineludible, y eso es decirlo ya todo. Como lectores no podemos más que estar agradecidos a quien fue capaz de poner en valor a Follonosa o traer a España la poesía de Jorie Graham, por ejemplo, a quien hizo de la juventud y el riesgo una de sus señas de identidad. DVD apostó y la mayoría de las veces salió vencedora. Ese es el mérito y la lección que deja: partir de una temeridad: intentar competir en la jungla de la industria editorial con libros de poemas arriesgados. Doble o nada. Y sin embargo no ha sido eso lo que la ha matado, al contrario, hasta el último momento mantuvo un honroso número de ventas, porque, ya lo sabemos, el lector de poesía es un lector militante, minúsculo pero leal, y estos libros se fueron ganando una legión de pequeños adeptos. El problema no es la poesía ni el riesgo. El problema ha sido la crisis y el modelo.Para sobrevivir y competir DVD basó gran parte de su financiación en la edición de premios, auspiciados por la lluvia de euros que caía de las tesorerías de diputaciones, ayuntamientos, etc. Algo que siguen practicando muchas de las más conocidas casas editoriales del género. Obtener ingresos para poder arriesgarse con red. Yo mismo publiqué así La piel del vigilante. Pero hoy esa especie de subvención cultural se ha desmoronado. La ruina y la morosidad de las administraciones han arrastrado a miles de empresas. Esta es una más. El mismo editor, Sergio Gaspar, ha comentado que va siendo hora de repensar el modelo, de generar una alternativa. De aprovechar la militancia febril de los lectores de poesía y conjugar la red, el papel y el e-book, un híbrido entre la clandestinidad y el mercado. Y tendrá éxito. Porque la poesía es invencible. Porque siempre habrá lectores y poetas, y siempre encontraremos la forma de conectarnos. Durante dieciséis años lo hicimos con los libros blancos de DVD. Yo le debo mucho. No sería el mismo sin la temeridad de Sergio Gaspar. Por eso gracias. El mundo es un poco más feo hoy, pero no hay crisis que sea capaz de matar a la poesía.



(artículo publicado en La Voz de Almería el 14 de junio de 2012)

lunes, 11 de junio de 2012

un poema de José Luis Gómez Toré

enterré un libro,

un huevo de serpiente


como quien ofrece sacrificios sangrientos
a los dioses de la hospitalidad.







[de Claroscuro del bosque, 2011]

miércoles, 6 de junio de 2012

Palpando superficies.


INTERIOR METAFÍSICO CON GALLETAS, Alberto Santamaría. El Gaviero Ediciones, 2012.  Almería,  66pp.



Un título certero: Interior metafísico con galletas. El mismo de un cuadro de Giorgio de Chirico. Ambos nos muestran su taller, su sala de máquinas, igual que una alucinación. Santamaría (Torrelavega, 1978) escribe con los dedos, como en braille, palpando la superficie de las cosas, buscando las fisuras o los límites, donde la solidez se convierte en niebla.  Describe, narra lo que sucede, nos enfrenta a la realidad material para ver que tras lo epidérmico se filtra siempre, si sabemos mirar, la profundidad. La filosofía y sus interrogantes acerca del mundo. En los límites de las cosas y las palabras. Nos hace interrogarnos sobre lo que es la naturaleza, la permanencia, el propio sentido de la lengua, mientras vemos el telediario, oímos sonar el teléfono o nos embelesamos con las motas de polvo chocando contra la bombilla. La lección de Wallace Stevens bien aprendida: la realidad como mantra. Pero siempre yendo más allá. Buscando “eso que nos hipnotiza más allá de la materia”(p.25).